domingo, 24 de julio de 2011

Rivera, el alcalde chambón

Por Alejandro C. Manjarrez
Cuando escuché a Eduardo Rivera Pérez, entonces presidente municipal electo, creí que Puebla tendría a un alcalde de buen nivel. Pero después de lo que ha hecho siento decir que el cargo le ha quedado grande, inmenso.
Uno de los errores de Blanca Alcalá fue dar a su gestión la espectacularidad semántica poniéndole nombres rimbombantes a las acciones modestas u obligadas por la lógica de gobierno. De ahí que Puebla Capital se llenara de propaganda que exageraba los actos de la presidenta como si éstos fuesen algo extraordinario tanto por su inversión como por su impacto social.
Bueno, pues resulta que los genios que rodean a Eduardo Rivera han ideado anuncios, boletines y “noticias” con la intención de superar al ayuntamiento anterior en lo que podríamos llamar el bluff burocrático. Exacerban la información tratando de que su alcalde gane los espacios mediáticos. Se valen de balandronadas para distraer a los ciudadanos a fin de que no reclamen la falta de acciones cuyos efectos sociales deben ser de trascendencia porque responden a las demandas de la sociedad no así a las estrategias de marketing.
El bacheo, por ejemplo, ha sido promocionado como si cada hoyo tapado fuese un acto extraordinario que impedirá la salida del espanto que habita en el inframundo. Y no lo es porque en cualquier ciudad existe presupuesto y brigadas que de manera permanente desarrollan ese tipo de trabajo. Más en la capital poblana donde el pavimento es digamos que un mal de origen, herencia de las empresas que nacieron cuando la derecha empezó a negociar su silencio vendiéndoselo a los priistas que se robaron hasta el mecate.
Gobernar bien es, pues, una obligación no un acto de gracia. Negociar con los regidores que representan a los grupos políticos, debe ser la condición que distinga al edil del municipio, el que sea. Si éste no ejerce el poder autónomo que le fue conferido, atenta contra el mandato constitucional que protestó cumplir y hacer cumplir; es decir, transgrede la máxima Ley y por ende se ubica en el espacio de los delincuentes. Peor aun si para gobernar tiene que pedir permiso o ayuda a sus superiores, actitud propia de las personas no aptas para cumplir con el encargo del pueblo.
A cuatro meses y días de haber llegado al gobierno municipal, a Eduardo Rivera todavía no se le nota la capacidad que presumieron sus panegiristas. ¿Falta de dinero? Tal vez. ¿Exceso de deudas legadas por la que se fue? Puede ser. ¿Ausencia de coraje? Quizás. ¿Mediocridad disfrazada de solvencia intelectual? Ojalá que no por su bien y por el prestigio del partido que lo postuló. ¿Pago de compromisos de campaña? Dios nos libre aunque el Yunque lo premie.
Mientras Eduardo define si el electorado falló o acertó, es probable que sigamos escuchando la propaganda tradicional que por falta de talento ha sido diseñada conforme a la tradición: que la intensidad en el bacheo, que las luminarias repuestas, que las acciones en beneficio de la juventud, que la tecnología puesta al alcance de los gobernados, que la transparencia en las acciones de la Comuna, que los apoyos extranjeros, en fin, el bluff.
El otro asunto que va de la mano con el estilo del primer regidor y sus acompañantes, es la información que engendra las actividades del Ayuntamiento. La imagino como un alud de propaganda cibernética cuyos efectos resultan contraproducentes. Esto porque semejante abundancia produce algo que podríamos definir como una indigestión mental provocada por el exceso de bazofia tipo chatarra. Y que con sólo verla ya no se consume.
En fin, aún es tiempo para que el maestro Eduardo Rivera redefina las políticas públicas de gobierno. Que pase de la teoría a la práctica. Que hable claro. Que dé la cara. Que castigue a los ineptos que lo han embarcado diciéndole que él será el próximo gobernador. Que salve la fama de su partido. Que rescate la confianza de los panistas que con su voto lo llevaron a la candidatura. Que convenza al Tigre de la derrota que le infringió. Que ponga orden en su entorno personal. Que actúe como gobernante y no como subordinado.
¿Podrá?
Ojalá que sí para que se quite lo de alcalde chambón.
Twitter: @replicaalex