domingo, 26 de enero de 2014

Los moldes del PAN y del PRI


 

Por Alejandro C. Manjarrez

¿Hay alguna diferencia entre el PRI de antaño con el multipartidismo morenovallista?

No. Aquel fue un organismo controlado por el poder gubernamental. Y éstos (PAN, Compromiso por Puebla, Panal, PRD y Movimiento Ciudadano) actúan y se mueven de acuerdo con los hilos de la cruceta manejada por el mandatario poblano (conste que no dije titiritero).
El viejo PRI transitó por los floridos caminos de la complacencia gubernamental. Y ahora los nuevos partidos flotan y navegan en las aguas cuyo manantial nace en el cerro de Los Fuertes, para ser preciso dentro del bunker morenovallista.
Uso la memoria y la imaginación para relatar dos de las anécdotas que forman el cuadro variopinto que acaba usted de leer. Una real y la otra imaginada (adelante explico la razón de la llamémosle “fantasía”).
Primero la del PRI estatal, hecho ocurrido durante la segunda mitad del siglo pasado:
—Don Sacramento Jofre: tengo instrucciones de convencerlo para que usted sea el suplente de Esteban Rangel Alvarado, candidato del señor Presidente —dijo el delegado nacional del CEN del PRI.
¡No señor Delegado! —Respondió el líder agrarista con el gesto de la molestia tatuado en el rostro—. Nunca seré suplendejo de nadie. Me opongo a dejar este mundo con el morrillo ése que se forma cuando se vive con la cerviz inclinada.
—Es que el Presidente tiene especial interés en…
— ¡Pues dígale que no acepto, chingao! —Interrumpió Jofre ya medio molesto.
—Entonces deme una solución; ¿a quién nombramos suplente? —condescendió el delegado.
Don Sacramento lo pensó cinco segundos y encontró la brillante solución: — ¡Ya sé! Que sea Pachequito, mi chofer…
—De acuerdo don Sacramento —dijo el enviado del PRI—. Entonces dígale que cuanto antes me traiga sus documentos, los que tenga. Si falta algo nosotros lo resolvemos.
El candidato Rangel Alvarado hizo su campaña y de vez en cuando lo acompañó el chofer de Jofre. A los pocos días de haber protestado como diputado federal, Esteban, amigo y paisano de Díaz Ordaz, falleció y Pachequito ocupó el curul para hacer que esa etapa de su vida legislativa (eufemismo necesario) quedara plasmada en las fotos del álbum que durante el resto de su existencia mostró con el orgullo y la satisfacción que le produjo aparecer retratado junto al Presidente de la República.
Ahora paso a relatar mi invento basado en la actitud de Fernando Manzanilla quien, como el lector sabe, se negó a protestar como diputado local:
— ¿Ya te enteraste de la decisión de tu cuñado?
—Sí, cabrón —respondió el Jefe máximo de las instituciones camoteras.
—Hay que desactivar la bomba —sugirió el manejador de su imagen.
—Te escucho —soltó seco el elevado interlocutor.
—Quitémosle fuerza publicitando el mal de su esposa…
— ¡Es mi hermana, no jodas!
—Pero no tiene nada de malo. Al contrario, te hará ver solidario y comprensivo.
El ambiente palaciego se llenó con el resuello del poderoso político. Segundos después se escuchó la voz procedente del diafragma Ejecutivo.
—Prepáralo. Usa los medios afines —fue la orden contundente.
—Una entrevista, ¿te parece? —sugirió el cómplice eterno.
— ¡Va!
Y fue.
Ocurrió lo que ya sabemos: se bajó el tono de la noticia que había impactado a los hombres del gobernador, incluido éste desde luego. Empero, surgió otro pequeño problema: ¿cómo diablos llenar el espacio que dejó Fernando?
Vuelvo a conjeturar basándome en que el mío es un ejercicio válido mientras que la Gran Muralla sólo esté abierta para los afines al mandarín.
—Contralor: te vas de diputado. No hay de otra mientras encontramos la forma para que sigas operando los temas oficiales. Eres el suplente, ¿o no? —esta última frase arrancó la cautivadora sonrisa del mandatario.
—Lo que tú mandes. ¿Y el líder, cuál será mi relación con él?
—El líder soy yo. ¿Ya se te olvidó?
—No Señor, claro que no. Lo menciono porque la prensa nos va a joder.
—Pues diles que serás otro diputado más, hombre. Así de sencillo. Ponte el chip. Jorgito ya sabe lo que debe decir y cómo decirlo. Así que no te preocupes…
—Pero hay temas pendientes…
—Síguelos. Nada más sé discreto como siempre lo has sido. Regresarás a mi lado cuando se acomoden las calabazas, como dice tu padrino Melquiades.
Fin de la suposición.
¿Hay alguna diferencia entre el viejo PRI y la modernidad que rodea al gobernante del estado?
No.
Aunque son del mismo molde, la diferencia notable en Puebla, es que el Gobernador está afiliado a un partido distinto al del Presidente de México, un hombre obligado a legitimar al “nuevo PRI” convirtiéndolo en la alternativa para la gran mayoría de ciudadanos que repudian la manipulación del poder.
¡Vaya compromiso para aquel que releve en la presidencia del PRI estatal a Pablo Fernández del Campo! De ello  escribiré en la próxima columna.
@replicaalex

martes, 21 de enero de 2014

La dignidad del cuñado de Moreno Valle


 

Por Alejandro C. Manjarrez

Para Rafael Moreno Valle, Fernando Manzanilla Prieto fue algo así como su Daimon socrático o la influyente Sombra con la que, por ejemplo, dialogaba sor Juana Inés de la Cruz. Valiéndose de una razonada moderación basada en el aserto, Fernando solía ayudar a Rafael para que éste se alejara de la tentación que representa el sentirse dueño de la verdad absoluta. De ahí que el respeto entre ambos persistiera mientras que uno escuchaba al otro y éste hacía acopio de la paciencia, el mejor de los frutos del frondoso árbol de la amistad.

Como suele ocurrir en las relaciones humanas, el vínculo entre los dos amigos funcionó con algunos altibajos: Rafael quería tener éxito en su proyecto político personal. Y Fernando estaba entusiasmado ante la posibilidad que le permitió poner en práctica las teorías que había escuchado en las aulas de Harvard y en las conversaciones con sus maestros, algunos idealistas y otros imbuidos del pragmatismo que domina al mundo, digamos que civilizado. Rafa era, pues, el individuo perfecto para consolidar el proyecto que Fer pudo haber vislumbrado cuando sirvió en las filas del ejército colosista, propósito que fue momentáneamente interrumpido con el crimen de Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Así, los dos llegaron a Puebla: Moreno Valle como secretario de Finanzas y Desarrollo Social, y Manzanilla Prieto en funciones de mano derecha y operador político de Rafael. La relación se mantuvo mientras la paciencia que menciono arriba resistió el embate de los vendavales provocados por el carácter (algunos le llaman perfeccionismo) del hoy mandatario. Uno de esos temporales, quizás el peor de aquellos años, produjo la primera diferencia que trascendió a la opinión pública, precisamente cuando Manzanilla dejó el cargo de sub secretario. Su dignidad, dicen, había sido golpeada, no por un celularazo, sino por la altisonancia combinada con las actitudes que tensan o rompen los lazos de la amistad.

Manzanilla decidió huir del ámbito rafaeliano y puso un océano de por medio: emigró a España para disfrutar de la felicidad que produce la cultura europea sazonada con buenos vinos y excelente comida. Y allá estuvo hasta que su amigo Rafael lo convenció para que lo ayudara a buscar la candidatura del PRI, posición que a final de las cuentas demoscópicas le ganó Mario Marín Torres. Además de regenerar la amistad, el fracaso político les pico la cresta obligándolos a elaborar el plan “B” basado en la obtención del escaño senatorial, plataforma natural hacia la gubernatura. Y ésta se dio gracias a la extorsión electoral de Elba Esther Gordillo Morales.

El currículo de Manzanilla incluyó la coordinación de la campaña que llevó al triunfo a Moreno Valle. Felices días aquellos donde el tanque de cerebros (también coordinado por Fernando y apuntalado por Luis Maldonado Venegas) diseñó los programas que al final del día cambiaron las leyes y la Constitución y las reglas del juego y hasta el modo de ser y andar de la otrora llamada clase política. Intuyo que en esos excesos pudo haberse escuchado la prudente y conciliadora voz del primer titular de la Secretaría General de Gobierno, un hombre cuya preparación lo alertó del peligro que implicaba el despacharse con la cuchara grande. Es obvio que no le hicieron caso. Y salta a la vista que esos desencuentros le obligaron a otear hacia otros horizontes.

El aspirar a un cargo de elección popular fue la puerta para salir del gobierno sin alterar el parentesco político que se consolidó con el matrimonio del amigo con la hermana. En esas estaba cuando apareció un asqueroso gorgojo en el platillo: el Gobernador decidió que el Secretario de Finanzas (su operador financiero) coordinara el trabajo del Segundo Informe, actividad que por ley le correspondía al titular de la Secretaría General de Gobierno. El golpe burocrático indujo a Fernando a irse de vacaciones hasta el continente africano, donde los gruñidos de los leones y los gritos de las hienas habrían de hacerle olvidar tamaña ofensa. Y de allá, curado de espanto y en paz consigo mismo, regresó poco antes de la ceremonia protocolaria, dispuesto, creo, a dejar el cargo. En el ínterin pudo haber escuchado las promesas que lo mantuvieron animado y popularmente activo hasta que descubrió el engaño. Una: serás presidente municipal. Otra: coordinarás a la mayoría legislativa.

Vino el relevo y entregó la Secretaría a Luis Maldonado, su amigo y puede ser que hasta maestro en las materias Dignidad 1 y 2. El mandatario lo incluyó en la lista de plurinominales a la diputación local y además le pidió coordinar la campaña de Antonio Gali Fayad, posición en la cual tuvo que dar un manotazo en la mesa cuando los vástagos del candidato se pasaron por el arco del triunfo sus instrucciones y recomendaciones. Los dejó solos y sobrevino el desmadre que puso a Tony en la picota mediática. Además desapareció de la escena pública hasta que los gritos de auxilio se escucharon en la playa donde se asoleaba la panza. Alguien, supongo que el gobernador, le pidió que regresara. Por ello ocurrió el extraño y gran recibimiento prodigado por el equipo de campaña, precisamente el día en que arribó al aeropuerto de Huejotzingo.

Ganó Gali y Fernando aumentó las líneas positivas de sus hojas curriculares. También encabezó y coordinó las acciones de la transición municipal hasta que sorprendió a la comunidad al rechazar el dudoso honor de ser un diputado más, subordinado de quien antes había sido su empleado y alumno al cual, por cierto, tuvo que salvar del escarnio público y del cese ordenado por el entonces gobernador Melquiades Morales Flores. En pocas palabras dijo que ahí no encontraría la felicidad que anhela.

Esta es, pues, la faceta política de Fernando Manzanilla Prieto, cónyuge de la hermana de Rafael Moreno Valle Rosas.

Concluyo con una suposición sobre lo que pudo haber dicho Fer a Rafa. Para ello recurro a un clásico e imagino las palabras así como su mensaje de despedida:

No eches en saco roto la sabiduría de Aristóteles. Adóptala y no experimentarás temor alguno. Como dijo el sabio: sólo sienten miedo aquellos que juzgan probable que algo les pase. Los hombres no piensan así cuando se encuentran o creen hallarse en el centro de la prosperidad y, en consecuencia, suelen mostrarse insolentes, desdeñosos y temerarios. Pero si conocen la angustia de la incertidumbre que en tu caso representa el gobierno del PRI, tienes que procurar alguna esperanza de salvación, por exigua que ésta sea. Así que confía en ti mismo, en la información que tienes y en el poder que ejerces como gobernante. Pero por favor respeta al pueblo y dignifica el pacto social de la República. No menosprecies a los gobernados. A ellos te debes, no importa que sean ricos, pobres, letrados, desempleados, profesionistas, campesinos, indígenas, burócratas, obreros o periodistas… Sé feliz. Yo le seré porque ya no dependo de ti.


@replicaalex

domingo, 19 de enero de 2014

La cadena Moreno Valle



Por Alejandro C. Manjarrez

El pasado día 15 (día del III informe de Gobierno) ocurrió en Puebla lo que, tal vez, no volverá a repetirse en décadas y puede ser que hasta centurias: un ex gobernador maduro (Melquiades Morales Flores) apapachó a otro ex gobernador anciano (Rafael Moreno Valle) frente a quien fue política y genéticamente prohijado por ambos (Rafael Moreno Valle Rosas), los tres producto de la cadena de un poder injertado en la democracia mexicana.

La escena cuasi familiar me indujo a reproducir algunas líneas de mi libro: La Puebla variopinta, conspiración del poder, obra en proceso de impresión. Antes de hacerlo aclaro que esta parte del texto fue armada con los diálogos que me confió uno de los protagonistas, así como con las historias que escuché, algunas de ellas en voz de otro ex gobernador, Gonzalo Bautista O’Farril.
1969-1972
—Te tengo dos buenas noticias —le dijo el general y gobernador Moreno Valle a Melquiades Morales Flores, entonces su ex secretario privado—. Una: tu juventud te permitirá aspirar a ocupar la silla que hoy me pertenece; dependerás de tu trabajo y disciplina. Yo ya puse mi granito de arena para ayudarte a construir tu propio destino.
La sorpresa dejó mudo a Melquiades, silencio que el comprensivo doctor rompió al agregar:
—Toma este dinero para que lo repartas entre los diputados. A cada uno entrégale quince mil pesos; diles que se trata del apoyo que tú gestionaste para que se recuperen de los gastos que efectuaron durante su campaña. Esta acción te ayudará a mejorar tu relación con ellos. Ahora la segunda buena nueva: he decidido que tú seas el líder del Congreso.
Las palabras del gobernador sorprendieron a su colaborador. Al percibir la reacción el médico y general le hizo un gesto amistoso con la intención de obligarlo a hablar. Melquiades sólo alcanzó a articular un “gracias” entrecortado por el nudo de emociones atoradas en su garganta. En ese momento no lo supo. Empero, pasado el tiempo, entendió que así había iniciado el curso intensivo que incluyó el manejo de la emotividad, por cierto una de sus cualidades, la que más le ayudó para convencer a quienes ejercían el poder.
Tres meses después de aquel encuentro volvieron a reunirse el gobernador de Puebla y el ya Presidente de la Gran Comisión del Congreso local. Ese día el general y doctor Moreno Valle, le comunicó a Melquiades lo que ninguno de los dos pensó que ocurriría. El primero había cumplido tres años en el cargo y el segundo tenía tres meses en la diputación.
—Diputado —dijo el mandatario con un tono de voz triste—, aquí tienes mi renuncia. Hazla del conocimiento de tus compañeros. Es tu deber. Además toma nota que ahora sí deberás cuidarte solo ya que mañana abandono Puebla.
—Con todo respeto, señor Gobernador, no le acepto la renuncia —se arriesgó Melquiades impulsado por su lealtad—. Somos un estado libre y soberano y los poderes están con Usted sin importar de donde venga la orden.
—No, no. Espera —corrigió el general—. Aprecio tu gesto pero recuerda que soy un militar que obedece al presidente de México (Luis Echeverría). Además estoy enfermo. Así que anda ve y cumple con tu deber. No te preocupes por mí porque al fin podré disfrutar a mi nieto (Rafita) que pronto cumplirá cuatro años de edad.
Con la congoja clavada entre pecho y espalda, Melquiades tuvo que obedecer la instrucción y comunicar al Pleno del Congreso la renuncia de su hacedor. Más tarde dio posesión del cargo de gobernador interino al abogado Mario Mellado García. Y tres semanas después a Gonzalo Bautista O’Farril, el sustituto.
Pasaron varios meses y se repitió la historia: Melquiades recibió de Bautista la renuncia al cargo y enseguida tomó la protesta de ley a Guillermo Morales Blúmenkron, el cuarto gobernador de aquel accidentado sexenio en el que resultó determinante la participación de los universitarios y del periodismo local.
En tres años, la carrera política de Morales Flores se había enriquecido con muchas experiencias de tipo personal y público. Forjó su carácter entre los sustos y las decisiones políticas centrales. También supo que el poder es efímero y que por ello, cuando se ostenta, hay que formar, orientar e impulsar a quienes algún día corresponderán el favor, cuando menos con afecto. Esto permitió a Melquiades mantenerse vigente durante casi medio siglo, tiempo que hizo las veces de fragua. Nunca olvidó al General a quien siempre, de una u otra forma, le manifestó su agradecimiento, respeto y lealtad.
En alguna de las visitas amistosas de Melquiades al doctor Moreno Valle, encontró a su ex jefe físicamente repuesto y con el orgullo militar intacto. Lo admiró aún más. Seguramente se enterneció al verlo actuar en su condición de abuelo de Rafita… el heredero de la dinastía familiar. Como ocurre con los apegos y las ilusiones generacionales, el general Moreno Valle pudo haberle dicho a Morales Flores, que su nieto sería la prolongación de sus ideales, la consolidación de su proyecto político truncado por el resabio presidencial exacerbado por los errores de sus subordinados, fallas que, quizás por la enfermedad que padecía, no pudieron ser corregidas y solventadas.
Curso intensivo
La carrera pública de Melquiades Morales Flores, estuvo entrelazada con la de Rafael Moreno Valle Rosas. El abuelo fue el vínculo y el maestro que le enseñó que en política hay que sembrar para el futuro impulsando a jóvenes en cuyos valores esté presente la obligación de ser recíprocos con sus mentores políticos. Eso creo.
Tres décadas después, Melquiades encontró la oportunidad de corresponder a los favores. Lo hizo dándole cobertura política al nieto del General: complacido le brindó su calor político para, en primer término, mostrarle los vericuetos del poder, incluidos los efectos de las infidencias y traiciones entre pares. Pero…
Hasta aquí la cita.
El resto de la historia es harto conocida. Me refiero a cómo Melquiades hizo de lado su experiencia electoral al grado perder ante su adversario el nieto del General precisamente la elección de senador, hecho que ubicó a Rafael Moreno Valle Rosas en el umbral de la gubernatura.
Pero eso es historia.
En nuestro controvertido presente está la participación e influencia de Fernando Manzanilla Prieto en la vida pública de Rafael. De ahí que su decisión de abandonar el barco que ayudó a construir haya producido una severa crisis existencial en el mandatario poblano. De ello y un poco más tratará mi próxima columna.


@replicaalex



domingo, 12 de enero de 2014

¿Y la inteligencia crítica de la BUAP?




Por Alejandro C. Manjarrez

¡Tengo miedo, tengo miedo! Es el grito silencioso que reverbera entre las paredes de las oficinas públicas de Puebla.

Y sí, los funcionarios de primer nivel temen decir algo que moleste a su obligado paradigma. Por ello se volvieron autistas y desconfiados, además de prudentes, por no decir timoratos.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Replican en confianza los comunicadores y columnistas cuya voz y pluma dibujan los cuadros más espléndidos del “cadáver exquisito”, creado con las diferentes expresiones de la burocracia estatal.

Tiemblan ante la posibilidad de formar parte del infierno ése que describen y ponderan los hombres cercanísimos al gobernador poblano.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Se dicen mirándose al espejo los académicos de la universidad pública cooptados por el gran inquisidor del, por ahora, virrey angelopolitano.

La paranoia los apresó. Se les doblan las corvas al suponer que el pasado, antes motivo de orgullo, pueda revertírseles para que sean acusados de “guerrilleros ideológicos”, si no es que de funcionarios corruptos.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Sueltan a los cuatro vientos los empresarios de casa que sufrieron el estiaje unilateralmente decretado por el dueño del presupuesto gubernamental cuyo operador es un vil racista financiero.

Presienten que el periodo de los tres años que faltan, podría prolongarse debido a la mini gubernatura diseñada por el poder político que, aquí entre nos, se ha despachado con la cuchara grande.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Es el grito ahogado de los priistas cautivados por el canto de las sirenas, caricias verbales que los indujeron a dar el chaquetazo para congraciarse con los chaqueteros.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Son las cuatro palabras del nuevo estridentismo poblano, frases cuyo eco reproduce cada uno de los cuatro gigantes que vigilan el Valle de Cuetlaxcoapan (lugar donde las víboras cambian de piel), ahora surcado por las naves que transportan al nuevo Quetzalcóatl.

(¿O no será Tezcatlipoca?)

En este grito, queja, alarido o exclamación se resumen los tres años del gobierno que unos, los menos, festejarán echando a volar las campanas de Catedral, y que otros, los más, aplaudirán debido a que inicia la cuenta regresiva. Lo curioso es que esas voces de pánico podrían acompañarse de otras, las que provendrán del diafragma de quienes vivirán en el “paraíso” hasta que el PRI-gobierno empiece a operar para adquirir el prestigio que obliga el ejercicio del poder republicano. Y entonces el ¡tengo miedo, tengo miedo!, rebotará entre el cielo y el averno poblanos donde moran aquellos que hicieron negocios con el dinero del pueblo; y los que se sometieron al dictado del poderoso en turno; y los que dieron por bueno todo, hasta las flatulencias verbales de su Jefe, el gran legislador.

Tengo miedo, tengo miedo… musitarán los que traicionaron sus principios, le voltearon la espalda a la ética pública, se entregaron al inquisidor, vomitaron elogios en líneas ágata, se empinaron para mostrar el culo, callaron asustados ante la posibilidad del celularazo o del cese fulminante, sonrieron en vez de reclamar las ofensas del poder, aplaudieron al despotismo no ilustrado, guardaron silencio ante las componendas políticas, y sudaron las calenturas del Gran Tatiaxca.

A final de cuentas el tengo miedo prevalecerá hasta que las cuentas cuadren, incluidas las que conforman los PPS, esquema financiero cuyo ropaje burocrático ha tratado de ocultar la deuda pública y/o endeudamiento voraz y desenfrenado.

¿Y la inteligencia crítica de la BUAP, el único contrapeso a los excesos del poder?

Ésa no tiene miedo y, así lo dicta la historia, pronto se hará escuchar, siempre y cuando, que conste, no tema al Torquemada del poder Ejecutivo.


@replicaalex

miércoles, 8 de enero de 2014

Auto retrato hablado de un rector


Llegar a la rectoría de una universidad pública es sin duda un gran honor. Y ocupar la de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla conlleva un enorme compromiso tanto en lo académico como en lo cultural, social y político. De ahí que resulte interesante conocer desde las motivaciones hasta el pensamiento de quienes tienen el privilegio de ocupar ese cargo. Más aún: saber lo que pensaban antes, cuando tenían los ojos puestos en la rectoría pero no rechistaban para evitar grillas y envidias.

La suerte del periodista hoy me da la oportunidad de ofrecer al lector la entrevista del maestro Alfonso Esparza Ortiz, misma que fue publicada por la revista Réplica en el 2007, cuando el hoy rector fungía como tesorero de la BUAP.
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Cada vez que ingreso al Carolino me pregunto: ¿Qué habría hecho y dicho Voltaire si hubiese podido conocer este espléndido edificio? ¿Qué pudo haber pensado Ignacio Ramírez cuando visitó (intuyo que lo hizo) el entonces Colegio Imperial del Espíritu Santo, época que produjo intelectuales de la talla de José María Lafragua, Manuel Carpio y Fernando y Manuel Orozco y Berra? ¿Cuál habrá sido la impresión de Ignacio Manuel Altamirano (alumno del Nigromante) el día que recibió las llaves de la rectoría del Colegio? ¿Y cómo habrán reaccionado los miembros de la Academia de Letrán cuya formación intelectual lindaba entre la razón científica y la fe dogmática, al encontrarse frente a las arcadas y enormes pasillos abovedados de la hoy Universidad Autónoma de Puebla?

Son dudas cuyas respuestas podrían inferirse y por ello resultar arriesgadas. Esto porque tanto Voltaire como Ramírez y Altamirano, estaban en las antípodas de la intención religiosa que indujo a los jesuitas a construir lo que entonces llamaron: Colegio de la Compañía de Jesús de San Jerónimo (9 de mayo de 1578).

Como lo digo, no hay respuestas precisas pero sí actitudes conocidas. La crítica de Voltaire, por ejemplo, quien nunca se cansó de reclamar a los jesuitas el que le hayan enseñado teología a espaldas de la ciencia y de la naturaleza. La rebeldía del Nigromante cuyos inteligentes razonamientos estuvieron siempre en contra del dogma religioso. La vocación de Altamirano ajena al sistema educativo que adoptó la religión como eje del desarrollo humano. Y las sorpresas científicas de los primeros académicos de México, todos ligados al credo de Nicea, novedades y descubrimientos que a varios de ellos seguramente les hizo dudar.

Sea como haya sido, el Carolino abrió sus puertas para atraer a sus aulas lo que fue la luz que acabó con las tinieblas de la mente. Se convirtió así en la sede del pensamiento universal que, paradójicamente, impulsó la Compañía de Jesús a pesar de que —lo sabían o lo intuyeron— estaban construyendo el camino que con los años le permitió al hombre entender para rechazar el fanatismo y la ignorancia.

Con estas ideas revoloteando en mi cerebro, esperé en la recepción de la oficina de Alfonso Esparza Ortiz, tesorero de la Universidad Autónoma de Puebla. Las organicé para resumirlas en lo que fue la primera pregunta de esta entrevista. Y ya frente a él se la lancé sin más preámbulo que el tiempo de su apretada agenda:

Alfonso, te imagino de joven recorriendo los pasillos de esta universidad construida por los jesuitas. Percibo que te sientes orgulloso de ser parte de una de sus etapas, quizás la que mejoró el rumbo. Así lo siento. Y creo que como muchos universitarios tú también estás comprometido con ella: ¿Cuál es tu concepción de la universidad?

—Lo que dices es muy cierto: estoy orgulloso de ser parte de esta universidad. Llevo veinticuatro años en ella. Me inicié como catedrático —que es mi plaza de base— y tengo ya diez años en el área administrativa a la cual entré como contralor y ahora que funjo como tesorero. Y además estoy motivado porque formo parte del grupo que comparte la visión de una institución fuerte y comprometida con su entorno, con grandes estándares de calidad y con la vocación de servir al alumnado, así como formar buenos profesionistas que permitan que el país progrese, que se vuelva más competitivo. Trabajamos para que la universidad ocupe su lugar en el liderazgo latinoamericano.

¿Se puede desde tu cargo? lo interrumpí.

Siempre hay forma de hacer algo aunque parezca que no existe relación entre la academia y la administración financiera. Pero estoy seguro que sí la hay y mucha. Lo que siempre busca mi equipo de trabajo es seguir con precisión las instrucciones del rector; canalizar los recursos hacia las funciones sustantivas de la institución: la docencia, la investigación y la cultura. Y eso es muy gratificante, además de emotivo.

Hizo una pausa, respondió la llamada de su teléfono móvil. Alguien le recordaba su compromiso vespertino. Él lo confirmó. Colgó y después de disculparse por haber contestado el celular, sin perder el hilo continuó con su respuesta.

—En efecto, es un compromiso trabajar aquí en este espacio, estar ante la oportunidad de ser parte de su historia y compartir las buenas vibras del Carolino. Es una sensación muy gratificante. Las catacumbas, los patios, los pasillos, el Barroco, la Biblioteca Lafragua y el Paraninfo te hacen sentir la obligación que te heredaron quienes forman parte de la historia de este recinto, que también es la historia de México. Es un gran compromiso ser parte de esta universidad.

(Alfonso Esparza fue víctima de la poliomelitis, etapa a la que hace referencia después de la siguiente pregunta y respuesta. Me adelanto a mencionarlo porque así como la enfermedad produjo desazón también convocó la solidaridad familiar. Las palabras de Esparza revelan el esfuerzo y la tozudez que le permitió eliminar las secuelas del mal que hoy prácticamente ya no existe).

    ¿Tu mejor recuerdo cuando niño?

—El juego, siempre me ha gustado jugar fútbol. Es lo primero que me viene a la memoria. Respecto a lo que hablábamos acerca de los monumentos históricos, me vino a la mente los partidos de básquetbol en la cancha de San Pedro, ahora Museo de Arte Virreinal y en aquellos días la mejor cancha que había en Puebla. Jugar ahí era un reto y un privilegio. Estar ahí te hacía sentir orgulloso. Y te alentaba escuchar los gritos del público que abarrotaba las gradas. Lo recuerdo con gusto…

    ­¿Y el peor momento de tu vida?

—A los tres años tuve polio. Es una etapa de mi vida que se me quedó grabada. Me caía con frecuencia. Tenía problemas en la pierna izquierda y en el brazo. No era nada agradable. Cada tercer día iba a las terapias y durante mucho tiempo tuve que usar zapatos especiales. La libré gracias al esfuerzo y dedicación de mi madre. Su amor y esmero me permitió recuperarme y jugar básquetbol, por ejemplo.

    ¿Qué piensas de la mujer?

—Es lo mejor de la vida. Para mí la mujer representa el sentir en todos los aspectos y lo que se necesita para lograr algo. Alguien dijo que es la mejor creación de la naturaleza. Estoy de acuerdo.

El  tipo de trabajo que tú ejerces, o sea el de tesorero, se vincula con el poder, ya sea para ir a tocar puertas y conseguir recursos o bien para negociar algún tipo de circunstancia. ¿Qué es lo que piensas del poder, cómo lo visualizas?

—Te enceguece si no sabes cómo manejarlo. Necesitas ponerte los anteojos de la prudencia y la modestia para poder caminar por la vida sin que te invada la soberbia y el autoritarismo. Un poder se debe ejercer en beneficio de los demás. Yo he podido valorarlo gracias a mi necesidad y obligación de tener que tocar puertas para conseguir los recursos que le corresponden a la universidad. Este tipo de acciones te permite valorar la enorme diferencia que hay entre tener el poder y ejercerlo. Te das cuenta que la importancia la tiene el puesto, que eso es lo que te da el poder. Mientras lo tienes eres el tesorero de la universidad. Y cuando viene el relevo cambia todo, incluidas algunas amistades que no fueron tus amigos sino los amigos del poder.

Si tuvieras en tus manos la oportunidad de diseñar un proyecto de beneficio colectivo para los estudiantes, ¿Cuál sería tu propuesta?

—Algo que les resultara productivo. No hacer programas de asistencia, que a la larga los lleva a ser más dependientes, sino diseñar y establecer programas innovadores donde estén realmente comprometidos, donde apliquen lo que están aprendiendo. Programas que generen nuevas oportunidades.

Suponiendo que te lo pidiera, ¿qué le aconsejarías al Gobernador del Estado?

—Yo creo que él es un ejemplo de cómo se debe ejercer el poder sin cederlo. Es una combinación de liderazgo y de poder bien ejercido. (Mario) Marín siempre está cerca de la gente, sigue hablándoles como lo hacía antes de ser gobernador. No es el tipo que se rodeó de veinte guaruras y que nadie se le puede acercar. No. Él busca a las personas, se les acerca sin protocolos. Su contacto es natural, sincero; igual que el afecto paternal que brinda a los niños cuando los carga, cuando él se les acerca, cuando les hace preguntas, cuando les lleva los beneficios que le permite su cargo de gobernador. ¿Qué le aconsejaría? Simplemente le diría que siga siendo así, como ha sido siempre para que la gente lo siga viendo no como el gobernador lejano sino como el amigo en el poder que se preocupa por sus gobernados, que trabaja para los demás, en especial para los pobres que son muchos.

    ¿Cuál es tu proyecto a futuro?

—Llevo más o menos el paso de acuerdo a lo que planeé en su momento. El ejercicio de mi profesión me ha permitido llegar a este puesto. Y aunque el trabajo de tesorero es muy absorbente, sigue funcionando mi despacho contable y de auditorías. Ello gracias a que cuento con el apoyo y colaboración de gente muy honesta y capaz. Lo han sabido llevar, eficacia que me ha permitido estar de tiempo completo aquí mientras el despacho sigue creciendo. En unos quince años me veo retirado dedicándome a leer, a escuchar buena música y escribiendo.

    ¿Tus memorias?

–Si son interesantes, ¿por qué  no?

    ¿Qué lecturas te gustan o prefieres?

—Entre las que me apasionan está el género de la novela. Otra es la del aprendizaje porque hay que estar al día. Pero las que realmente disfruto son las que tratan sobre la metafísica, las que determinan que todo en la vida es producto del poder de la mente. El deseo y la determinación de hacer cosas te llevan a superarte en todos aspectos. Ahora, por cierto, se habla mucho de la ley de la atracción. Lo que piensas —dicen— lo atraes. Y hay razón. Por eso tienes que ser positivo y optimista para eliminar barreras y sortear o brincar las trampas que te pone el pesimismo.

Durante muchos años Puebla tuvo un gran prestigio cultural y de repente, en alguna de sus etapas políticas, bajó de nivel, cayó estrepitosamente. ¿Tú cómo percibes la cultura en Puebla?

Hace falta darle un mejor impulso. Y la universidad está en eso. Contamos con la visión cultural del rector, acciones que necesariamente mejorarán la oferta cultural. Ahí está la construcción del Complejo Cultural, que es una obra que el rector pensó y proyectó precisamente para fomentar las actividades culturales. La idea es que en algunos años acuda la sociedad a ese Complejo Cultural, que lo aproveche cualquiera de los sectores socioeconómicos. Pronto estará lista la infraestructura que necesita Puebla. ¿Qué considero que hace falta?, preguntaste. Pues oportunidades como el asistir a un buen concierto, a una buena ópera, o simplemente a un recital. Mejorar la cultura propiciará que la gente reencuentre, disfrute y desarrolle aún más su espíritu lúdico; que se difundan las artes y que se promuevan eventos de corte internacional. En la medida en que haya más ofertas, los poblanos y los visitantes tendremos oportunidad de disfrutar la vida cultural de Puebla: semanas culturales en las que participarán otras universidades. Eso va más allá de un auditorio. Es un complejo cultural con escuelas de arte y exposiciones permanentes. Falta poco para que tengamos la oportunidad de acudir a algún concierto o a una obra de teatro o al ballet o incluso a una exposición o juegos florales. En fin, lo que ocurra en ese espacio poblano incrementará el nivel cultural de la población.

De la política ¿qué opinas?

—Es un arte, una ciencia: es muchas cosas y creo que es lo más complicado de ejercer a plenitud. Es una actividad donde se combinan muchas cosas, muchos elementos naturales, personales y de formación que es lo que forma a los buenos políticos. No se trata sólo de un cargo de elección popular. El ser político funciona en todos los ámbitos. Nuestros papás hacían política cuando querían convencernos de algo. Por ello Aristóteles dijo que el hombre es un animal político.

    ¿El personaje que más admiras?

—Pavarotti. Y no estoy influenciado con su muerte. Sus conciertos siempre me han emocionado. Es el tipo de música que me gusta escuchar.

¿Y tu paradigma?

—Abundan los buenos ejemplos a seguir. Los promotores de la paz son buenos paradigmas. Igual que los premios Nobel. O quienes impulsan la ecología. Al Gore podría ser uno de ellos.  Y ya que cité a Pavarotti, debo recordar que el tipo era muy buena onda, muy abierto, muy campechano y sin delirios de grandeza.

La música ¿te gusta?

—Me gusta la música de todo tipo. Crecí con la música de los Beatles de los Bee Jees y de Santana. Hasta la fecha me gusta escucharla.

Y la familia, ¿cuál es tu opinión de la familia?

—Es el principal gran valor de todo ser humano. Vengo de una familia unida. Fue un buen ejemplo. Siempre hemos convivido. Somos cinco hermanos y todos nos buscamos con frecuencia para reunirnos y platicar. Siempre he procurado que mis hijos y mi esposa tengan buenos ejemplos. Con mi esposa hicimos una buena combinación. A los hijos los veo sanos, contentos y eso es lo  más importante: cuando tus hijos trabajan y estudian en aquello que los ha de formar tienes la seguridad que van a ser personas de bien.

    ¿Algo que quieras agregar?

Agradecerte. No me esperaba este tipo de entrevista. Fue diferente. También debo decir que siempre trato de mezclar el trabajo con la familia. Es una forma de involucrarlos conmigo e involucrarme con ellos. Hago el esfuerzo para, sin abandonar mis responsabilidades laborales, darme la oportunidad de disfrutar a la familia, que es lo más importante.

@replicaalex

acmanjarrez@hotmail.com

lunes, 6 de enero de 2014

Moreno Valle, ¿producto milagro?



Por Alejandro C. Manjarrez

Algún día Rafael Moreno Valle será recordado como algo parecido al beato Juan Diego. Esto porque iniciado el milenio se topó con la entonces milagrera Elba Esther Gordillo Morales, encuentro que cambió la vida de Puebla para, según la nueva tendencia inspirada en el pragmatismo político nacional, mejorar e impulsar los buenos negocios digamos que oficiales. En este portento debo incluir a Felipe Calderón endilgándole funciones parecidas a las del Señor de las Maravillas, ya que el michoacano convirtió en cualidades las traiciones de la Maestra, apostasía que a Felipe le permitió ganar la Presidencia de México y a Rafael transformarse en gobernador de Puebla.

Eso es lo que establece la historia reciente, hitos que nada ni nadie podrán borrar o tergiversar con la intención de que la sociedad olvide lo que produjo el fenómeno gordillista, suceso que dejó de serlo cuando Enrique Peña Nieto lo borró de la lista de compromisos políticos republicanos. La milagrera cayó en desgracia mientras que sus beneficiarios fueron objeto de la gracia que a sus hijos bien portados concede el sistema político mexicano.

De este proceso milagroso surgió, además de un gobernador en pleno ejercicio de su poder, el portento del desarrollo urbanístico y recreativo. Puebla dejó de ser una referencia histórica patrimonial convirtiéndose en polo de atracción para los inversionistas cuyo éxito se basa en “asociarse” con el gobierno.

Gracias pues a esa extraordinaria visión financiera y comercial, la entidad recibió el dinero fresco de los inversionistas que no dan paso sin huarache. Y se creó así el esquema de “pasivos financieros” que —publicó el diario Cambio (6 de enero, 2014)— produjo un pasivo estimado de 9 mil 70 millones de pesos, cifra que se compara con la deuda contraída por el gobierno de Mario Marín Torres.

La otra cara del “milagro”

Para lograr no sólo la consecución sino la proyección del milagro gordillista, fue necesario replicar y dar formalidad jurídica a lo que entonces ocurría en el SNTE: en vez de delegados afines y sometidos a la directriz de la señora Gordillo, se designaron diputados confiables y dispuestos a ser sumisos seguidores del titular del poder Ejecutivo poblano. Por ello fue posible armar la estructura jurídica que dio legalidad a las acciones empresariales y gerenciales del gobierno morenovallista. De esta manera la obra pública tuvo la participación de la iniciativa privada a través de los Proyectos para la Prestación de Servicios (PPS), que no es otra cosa que un esquema de inversión privada en la cual —argumento el calderonato— el inversionista diseña, construye, financia y opera la infraestructura de apoyo a la prestación de los servicios públicos, todo ello sustentado en un contrato a largo plazo cuyo costo paga el gobierno, con dinero del pueblo, naturalmente.

El estilo que también funciona en el Reino Unido modelo copiado por la administración de Felipe Calderón no incluye desde luego la “privatización” del criterio de los diputados. Esto es una de las modalidades que puso en práctica el gobierno morenovallista, aportación que si fuese éticamente posible seguramente ya se habría adoptado en la Gran Bretaña para que los comunes fueran tan comunes como nuestros ilustrísimos diputados.

La piedra política filosofal

La nigromancia también resultó parte de las aportaciones de Elba Esther; por ejemplo: el Panal, su partido, atrajo a los abejorros del PRD, PAN y Convergencia. Y con ese extraño e histórico amasijo se produjo Compromiso por Puebla, membrete que más tarde adquirió la condición de partido político perdone usted el siguiente eufemismo independiente del poder gubernamental.

Una vez consensuado el criterio de nuestros legisladores, se les entregó la iniciativa que habría de producir el nuevo periodo legislativo y municipal consistente en cuatro años y ocho meses de gobierno. Y se acomodaron las calabazas que ocuparán el nuevo tren cuyo destino será la sucesión presidencial del 2018: diputados y presidentes municipales afines al proyecto diseñado creo para dar continuidad al programa que, si el PRI se vuelve a dormir, recibirá o apechugará el gobernador de un año ocho meses cuyo objetivo también lo supongo será abonar el terreno hacia Los Pinos.

Así llegamos al tercer año de gobierno de Puebla. Con todo planchado pues. Si el que esto escribe hiciera eco a lo publicado por un colega columnista en cuyo espacio no hay más paradigma que el gobernador poblano, tendría que decir que Enrique Peña Nieto debería ir preparándose para entregar el poder a Rafael Moreno Valle Rosas. Pero como no comparto ese criterio chambón, diré que en este inicio del declive natural de su mandato (cuenta regresiva), Rafael está más que obligado a tomar en cuenta para interpretar el sentir de los poblanos. Y meterse en la cabeza que ya se acabó la milagrería personificada por Elba Esther Gordillo, ahora su piedrota en el zapato.


@replicaalex