viernes, 23 de junio de 2017

Moreno Valle entre la ficción y la realidad


Por Alejandro C. Manjarrez
A veces, el silencio es peor que la mentira
Unamuno
¿Cómo hablar del libro La fuerza del cambio?, pregunto a mi daimon.
Para hallar alguna respuesta me puse a hurgar en las redes sociales. Al final del día no encontré cómo ser original. Lo único que se me ocurrió fue copiar el estilo de Miguel de Unamuno. “Si él dialogó con sus personajes —me dije— quizás yo pueda hacerlo con Herminio de la Cruz y Tlacuilo, protagonista de mi novela El laberinto del poder, autobiografía de un gobernante.
Le di vueltas al tema y colegí que Rafael Moreno Valle ostenta, igual que Herminio, la calidad de ex gobernador de Puebla. Lo curioso es que también es autor de su propia biografía (eso anda diciendo). La diferencia está en que De la Cruz es un simple mito literario mientras que Rafael está inmerso en el proceso que, consciente y casualmente, diseñó para ingresar a la misma galería donde encontramos al represor Gustavo Díaz Ordaz y al vengativo Maximino Ávila Camacho.
En fin, hice el ejercicio y obtuve las respuestas de Herminio de la Cruz y Tlacuilo, el actor novelesco que sin habérselo propuesto abrió la brecha de la ficción por donde hoy transita Rafael, su ostentoso y estridente compañero de fantasías librescas, He aquí sus “respuestas”:
Pues qué te cuento mi querido amanuense. Te diré que cuando empecé a escribir mi autobiografía se me vino a la mente ilustrarla con coloridas fotografías. Empero, al visualizar tanto cromo mental dudé sobre el método. ¿Qué inventar entonces?, me cuestioné. Si hacía del libro un álbum fotográfico con pies de foto breves, o si me apoyaba en las palabras para crear imágenes. Vaya disyuntiva.
Te consta que eché a volar la imaginación y que hice un sesudo ejercicio ético. De inmediato deseché la idea de respaldar mi vida con los cromos que suelen retratar la egolatría personal. Concluí que debería escribir mis experiencias y éxitos aunque el ordenador no me aplaudiese. Lo hice convencido. Disfruté lo que se convirtió en el reto de suplir las instantáneas fotográficas con palabras bien articuladas. Así que decidí usar los 26 soldados de plomo que —lo dijo Gutenberg—, pueden formar un gran ejército capaz de conquistar al mundo.
El libro La fuerza del cambio, obra escrita por el colega Rafael Moreno Valle, trajo a mi mente lo que acabo de decir. Me reservo la primera frase surgida ante semejante aventura. Prefiero omitirla porque se trata de una vulgar y escandalosa onomatopeya. Lo importante, bien lo sabes, es exhibir el drama que hay detrás de un montón de fotografías, simpleza que suele evitarse con la participación de los ghostwriter, esos talentosos escribientes a sueldo, los mismos que deambulan por los atajos donde la literatura suele hacer milagros.
Ya lo sabes pero te lo repito: al meditar sobre las causas que produjeron la publicación de la apología morenovallista, entendí que el tipo escuchó el canto de las sirenas cuya voz reproduce el eco del propio destinatario. Las expongo y tú, mi creador y amanuense querido, te comprometes a difundirlas. Va:
Primera
Estoy seguro que cuando el susodicho planteó el tema, sus inteligentes asesores coincidieron en usar el mensaje cromático para difundir la extraordinaria obra gubernamental. “Cada foto —dijo orondo el coordinador del grupo, un tipo bajo de estatura pero con alta autoestima— llevará una nota explicativa brevísima; debemos partir del miedo a los libros que agobia a nuestro mercado meta, target o público objetivo”.
Segunda
Se les ocurrió argumentar que es prácticamente imposible promover un libro con frases y textos. “Sería como lanzar rosas al mar”, concluyeron. De ahí que optaran por ilustrar el libro para facilitar su comprensión y promover la vida y obra de Rafael Moreno Valle.
Tercera
A la gente le gustan las historias caricaturizadas. Esta podría ser la solución para llegar al pueblo y engancharlo en los episodios de este gran tema que denominaríamos: "El góber chingón". (Semejante sugerencia, por cierto basada en el uso del léxico popular, fue desechada debido al riesgo que implica competir con los cartonistas de México. Su autor metió la cola entre las piernas).
Cuarta
“La profusa difusión de la autobiografía provocará a los críticos en calidad de periodistas”, dijo uno de los miembros, el visionario, de aquel tanque de cerebros. De ahí que decidieran apoyarse en lo dicho por Oscar Wilde: "Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen". Este tipo de menciones —espetó otro de los asesores, el experto en comunicación y mercadeo— darán al líder la oportunidad de responder y por ende abundar en el asunto. Es la técnica que tanto éxito le produjo a Joseph Gobbels.
Quinta
Las aclaraciones que sin duda serán necesarias, también servirán para, entre otras acciones, sacar a colación el peso económico familiar, peculio que así como sirve para sufragar becas, también puede aplicarse al apoyo del proyecto político del primogénito. Si la Heritage Fundation financia actividades políticas, ¿por qué no hacerlo con la fundación de casa? 
Sexta
Convencieron al editor para que el tiraje del libro superara los 50 mil ejemplares. La estrategia les ayudó a invadir los anaqueles de las librerías y de paso a provocar el comentario de los periodistas críticos. Abrieron los espacios mediáticos y las aclaraciones fueron utilizadas para ampliar la difusión de la imagen del aspirante presidencial. “No importa que hablen mal —repitió el culto del grupo pensando en Wilde—. Prepararemos al equipo de respuesta inmediata e invadiremos las redes sociales”.
Esta es parte de la conversación imaginaria con Herminio de la Cruz y Tlacuilo, el ex gobernador de la legendaria Puebla de los Ángeles. Ya no quise involucrar al personaje con las consecuencias que han llenado los espacios de la comunicación electrónica y prensa escrita, hechos que avalan aquello de que la realidad supera a la ficción. No obstante, debo agregar que, de vivir, Carlos Fuentes estaría encabronado soltando sus inteligentes ironías, y Gabriel García Márquez inspirándose en su realismo mágico para mostrar a su ahora competidor comercial, el dedo anular sobresaliente de los otros tres aprisionados por el pulgar.
¡Que Unamuno nos redima!
@replicaalex


jueves, 15 de junio de 2017

Un Beato entre los diputados


Por Alejandro C. Manjarrez
Por fin el poder Ejecutivo logró que el poder Legislativo local reconociera a Juan de Palafox y Mendoza, el obispo que amplió en Puebla los espacios de catolicismo y cultura.
Como bien lo sabe el lector, este importante religioso y visionario político (por cierto de altos vuelos) formó la Biblioteca que hoy lleva su nombre. También concluyó la Catedral angelopolitana cuya edificación duró cien años, ni más ni menos; lo hizo, que conste, con dinero de su propio peculio. Pero lo curioso de la historia catedralicia está en que tal circunstancia acabó con el pretexto de los morosos que cínicos argumentaban: “No te acongojes compadrito: te pagaré cuando se termine la Catedral” (aún no se inventaban los PPS).
Pero lo más importante del hecho, digamos que moderno, está en que Juan de Palafox y Mendoza ingresa al recinto laico llamado Congreso Local para, desde ahí —aunque no le guste a los contlapaches de Rafael Moreno Valle— dedicar sus centenarias palabras al gobernante más cabrón que bonito que haya tenido la historia moderna camotera.
Hete aquí lo que dijo don Juan al jesuita Andrés de Rada, Provincial de la Compañía de Jesús en la Nueva España, el general en jefe del Ejército de Dios que manejaba desde la recaudación de la lana de las ovejas del Señor, hasta los cargos y concesiones con tinte religioso e incluso civil:
(Inténtese leer con voz de ultratumba las palabras que podrían poner el cuero de cochino, cerdo, puerco o marrano a los que orondos y cínicos han llenado —y lo siguen haciendo— sus alforjas personales)
Ilustre aspirante:
No es poder al que no le contiene la razón; no es poder el que rompiendo los términos del derecho, asalta a las leyes, impugna a los cánones sagrados, combate los apostólicos decretos. ¡Ay del poder que no se contiene en lo razonable y justo! ¡Ay del poder que desprecia las cabezas de la Iglesia! ¡Ay del poder que a fuerza del poder y no de jurisdicción, quiere también ejercitarlo dentro de los sacramentos! ¡Ay del poder que no basta el poder del Rey ni el Pontífice para humillar este poder! Este que parece ser poder (…) es ruina de sí mismo, porque cuando parece que todo lo pisa y atropella, es pisado y atropellado de su misma miseria y poder…[1] 
Si José Antonio Gali Fayad llegare a escuchar a Juan de Palafox y Mendoza, ¿será capaz —como dice— de construir un estado más tolerante e incluyente?
@replicaalex




[1] García, Genaro. Documentos inéditos o muy raros para la Historia de México.  Ed. Vda. de Ch. Bouret, México, 1906