No te arrugues cuero viejo
que te quiero pa‘tambor
Por Alejandro C. Manjarrez
Rodolfo Sánchez Cruz llamó
al entonces secretario de Gobernación Manuel Bartlett Díaz. Quiso informarle
que el candidato Piña Olaya había decidido que Marco Antonio Rojas Flores fuera
alcalde de Puebla. Así lo hizo y le pidió intervenir para que tal postulación
recayera en Guillermo Pacheco Pulido. “Guillermo es el más indicado, Manuel, el
más popular, el que garantiza el triunfo”, dijo Sánchez Cruz valiéndose de la
amistad y confianza que nació cuando Manuel colaboró con Rodolfo Sánchez
Taboada, presidente del CEN de PRI y padre de Sánchez Cruz.
El asistente de Bartlett
llamó a Mariano y lo citó de urgencia. “El señor secretario lo espera en sus
oficinas de Bucareli”. Sorprendido y a la vez preocupado, el candidato al
gobierno de Puebla decidió suspender la campaña de ese día y pedirle a Patricia
Kurczyn, su esposa, que ella encabezara los mítines que faltaban. Sólo fueron
dos o tres, de lo contrario ella habría superado a su marido.
Ya frente al poderoso
secretario, Piña Olaya escuchó la orden tajante: “Mira Mariano: el candidato a
presidente municipal de la capital será Pacheco Pulido. Arregla el problema”. A
regañadientes Piña tuvo que apechugar. No pudo contradecir a Bartlett debido a
que éste seguía órdenes del presidente Miguel de la Madrid, instrucción
consistente en vigilar y ayudar a su amigo Mariano: “Encárguese usted,
secretario, de que el licenciado Piña no cometa pendejadas”, pudo haber dicho
el presidente de México a su colaborador Bartlett.
Así fue como Guillermo Pacheco
Pulido llegó a la alcaldía de la capital poblana. Y lo hizo, que conste, a
contrapelo ya que Mariano quería influir en la presidencia municipal para lo
cual, una vez ganada la elección, impuso al tesorero: suponía que también podría
manejar el presupuesto del ayuntamiento poblano. Pero le falló porque, al fin
abogado y conocedor profundo de los intríngulis de la política estatal,
Guillermo pudo atemperar las presiones burocráticas para llevar la fiesta en
paz. Antes lo había hecho con Alfredo Toxqui, el gobernador que mostró su
desacuerdo con la decisión del CEN del PRI consistente en que Guillermo fuera
el dirigente del priismo estatal, hecho que ocurrió después de la diputación
local que el abogado ostentó con solvencia política.
Había empezado a
mencionarse a Pacheco Pulido como probable candidato natural a la gubernatura. Sucedió
antes de concluir su cargo de presidente municipal. La idea aquella se
fortaleció cuando Guillermo ocupó por segunda vez un escaño en la Cámara de
Diputados federal, convicción popular que fue creciendo hasta llegar a su
culmen en el momento en que en dos gobiernos seguidos ocupó la presidencia del
Tribunal Superior de Justicia del estado de Puebla. Pero de ahí no pasó. Y por
ello la comunidad política empezó a decir que Guillermo era el “ya merito”. Sin
embargo, él no se inmutaba ante el chascarrillo; es más, hasta sonreía como si
supiera que algún día le iba a llegar el momento de ser titular del poder
Ejecutivo del estado de Puebla por consenso de las fuerzas políticas de la
entidad, circunstancia ésta que, como lo vimos, avala su carrera pública,
valida su estilo amigable y confirma cómo su buen trato lo acercó a todos y
cada uno de líderes partidistas y dirigentes sociales del estado.
El de Pacheco Pulido es
pues un caso que sin duda formará parte de la historia de Puebla, más que por
su trayectoria o designación, porque su presencia como titular del poder
Ejecutivo ha llegado acompañada de su fama pública, trayectoria que además de
atemperar las profundas diferencias políticas que habían puesto en peligro la estabilidad
social de la entidad, él podría ser el parte aguas de la historia política de Puebla.
Rodolfo Sánchez Cruz nunca
imaginó que su intervención —entonces apoyada por la poderosa mano del
secretario de Gobernación Manuel Bartlett Díaz— sería, después de treinta y
tres años, el preámbulo del renacimiento de la democracia poblana que durante
décadas estuvo manipulada por los gobernantes de México cuyo dedo suplía la
voluntad o sufragio populares.
¿Llegará el fin de la
época de los gobernadores impopulares y corruptos producto del dedazo, el
fraude electoral y la negociación entre las cúpulas del poder en México?
Pronto, en poco menos de cinco
meses, veremos si Puebla se convierte en el bastión de esta nueva época que, de
concretarse, le daría a a Guillermo Pacheco Pulido la oportunidad de ser el eje
político de semejante hito.
Ojalá.
@replicaalex