domingo, 9 de febrero de 2014

Tony Gali, futuro mini gobernador



Por Alejandro C. Manjarrez
Gustavo Díaz Ordaz se manifestó en contra del dicho aquel que establece que los poblanos tenemos dos caras. Lo hizo al responder la pregunta del periodista que lo cuestionó recordándole esa sentencia producto del, a veces, malévolo ingenio popular.
¿Usted cree que si eso fuera cierto yo traería puesta la que ve?, se defendió el hombre de Chalchicomula.
Démosle pues el beneficio de la duda al ex presidente de México, empero, a cambio de ello pongámosle el “rostro demoniaco del poder” (Gerhard Ritter, dixit), máscara (ahora para él mortuoria) que suele aparecer colocada en casi todos los mandatarios vivos —y aquí parafraseo a Maquiavelo— que ven a sus gobernados como seres malvados… o tontos, en el mejor de los casos.
Camotilandia
Parto de lo que acaba de leer para dejar asentado que el gobernador de Puebla, NO tiene dos caras aunque de repente nos muestre su rostro demoniaco del poder. Y avalo este mi aserto mostrándole al lector lo que fue, es y sigue siendo el mañoso plan diseñado en beneficio de José Antonio Gali Fayad, estrategia que incluye —por qué no decirlo— la gubernatura de Puebla, tamal que desde hace tres años se preparó basándose en que uno le demostró al otro su disposición a jugársela con él, actitud que incluyó alguna de las variables (financieras o promocionales) comunes en los procesos electorales.
“¡Fuera máscaras!”, pudo haber sido la consigna entre amigos. De ahí la profusa promoción que el otro hizo del uno valiéndose de vistosos espectaculares y de enfáticas expresiones surgidas de la propia voz del poder, dichos y hechos que pusieron a Tony en los cuernos de la luna. Por ello la referencia a la definición de Ritter, frase apuntada líneas arriba: “el rostro demoniaco del poder”.
Abundo, machaco y recalco en la tesis referida valiéndome de tres de los movimientos de la gran estrategia gubernamental, aromatizada —agregaría Nezahualcóyotl pensando en el pájaro de las cuatrocientas voces— con el enervante perfume del poder:
1. Marcelo García Almaguer
¿Por qué el mandatario se desliga (eufemismo necesario) de su amigo Chelo, cómplice, publicista personal, cofrade y miembro honorario de la familia Moreno Valle?
La respuesta es simple: lo mandó a preparar el otro tamal, el del 2018, ubicándolo en el espacio público donde prevalecerá cuatro años ocho meses, primero como comunicador oficial del carismático presidente municipal (es un hecho), y después manejándole a su brother (esta es una suposición basada en la obviedad) el prolegómeno mediático al relevo de Enrique Peña Nieto.
Aparte de ello, las características naturales del buen Tony obligaron a su paradigma (léase Rafa) a establecer un método de control para que la simpatía personal (o ambición) no aleje al primero del segundo. Esto es, hay que cuidar que Gali eluda la tentación de irse por la libre para tapar su cara con el antifaz demoniaco, precisamente.
2. Los conscriptos de Rafa
Con el fin de fortalecer y garantizar lo que podríamos llamar marcaje personal, se diseñó y puso a funcionar la segunda parte de la estrategia Rafa-Gali-Chelo: el control del Congreso local. Se trata de un excelente candado a las ambiciones personales que suelen aparecer en la cabeza de los hombres carismáticos y pudientes, sobre todo en aquellos que tienen facilidad para los negocios. En este ámbito fueron colocados como legisladores (disculpe mi segundo eufemismo) los hombres y mujeres del gobernador. Diría el clásico de Camotilandia: Jorge Aguilar Chedraui cierra la pinza que, casualmente, por culpa de la ética demostrada por Fernando Manzanilla Prieto, ahora le disputa Eukid Castañón, el honorable portador (perdón por el sarcasmo) del temido garrote morenovallista.
3. El carnaval
Para que el final de esta mascarada no siga la tradición del Rosario de Amozoc, se hizo necesario sacar a relucir algunas caretas más, sobre todo las policromadas y festivas. Así apareció en la escena mediática el figurín Cabalán Macari Álvaro, de ilustre prosapia yucateca. Según mi modesta apreciación, la aparición en los medios de comunicación del comodín sexenal, obedece a una estrategia distractora parecida, por cierto, a las fiestas carnestolendas, como la de Huejotzingo por ejemplo: unos bailan mientras que los otros disparan sus mosquetones. Todo ello para divertir, asustar y sorprender al respetable.
Se preguntará el lector suspicaz sobre el atrevimiento del columnista para suponer que el próximo mini gobernador será aquel que designe y apoye el poderoso mandatario de Puebla, mismo que hoy porta, insisto, “el demoniaco rostro del poder”.
Por aquello de las dudas respondo:
La razón de mis aseveraciones se basa en los hechos que establecen que Rafael Moreno Valle ha sido claro. Su proceder no deja lugar para otras conjeturas porque ese espacio se redujo desde el día en que Tony Gali Fayad recibió el riesgoso espaldarazo político-preelectoral, cuyos efectos y estrategias prevalecieron durante el proceso que, como a todos consta, contó con el apoyo de la parafernalia morenovallista y de una que otra estratagema, digamos que criminal. De ello escribiré en la próxima columna.

@replicaalex