martes, 7 de octubre de 2014

Puebla: paraíso o infierno


Por Alejandro C. Manjarrez
¿Por qué se cayó la imagen del gobernador Rafael Moreno Valle?
La respuesta a bote pronto sería: porque un sector de la prensa local publicó e incluso publicitó sus tropiezos, notas que han servido de fuente a los medios nacionales e internacionales cuya línea editorial se sustenta en la crítica política o en el análisis de la problemática social mexicana.
El origen del problema también podría encontrarse en la fobia del gobernante hacia la prensa, actitud derivada de la formación, estilo y características personales de quien hoy es el titular del poder Ejecutivo.
En fin, como no pretendo que esta columna se convierta en un ensayo fallido, bosquejaré con una anécdota el germen que produjo la divergencia entre los periodistas libres y los miembros de la burbuja morenovallista:
Con tufo azufrado
Empezaba el gobierno de Rafael Moreno Valle cuando escuché la siguiente frase en boca de Marcelo García Almaguer, su amigo, espejo y manejador de imagen: “Tienes que escoger: el paraíso o el infierno”. Entonces Marcelo buscaba prosélitos dispuestos a promover la imagen del mandatario, acogiéndose al proyecto de “comunicación” que, supongo, ambos, jefe y operador, habían concebido y puesto a funcionar.
Aquella burda consigna trajo a mi memoria los días aciagos de Maximino Ávila Camacho pero con una venturosa diferencia: el general mandaba matar a tiros a sus críticos mientras que éste sólo decreta su “muerte civil” valiéndose, desde luego, del poder que el pueblo le confirió. Entre otras cosas ordenó que nadie contratara publicidad a los medios que publicaran opiniones incómodas o molestas para él. De ahí que quien no escribiera loas al Gobernador, jamás tendría los “beneficios” que produce el poder y, obvio, habría escogido vivir en el averno.
“¡Válgame Dios¡”, diría Martín Villavicencio Salazar, el pilluelo que se disfrazaba de cura para robarse los ingresos de la Iglesia, el poblano cuyas aventuras inspiraron a Vicente Riva Palacio a escribir su novela “Martín Garatuza”. De vivir en esta época, el tal Martín seguramente ya habría sido gobernador.
La amenaza “infierno o paraíso” no fue exclusiva. Semanas más tarde pude comprobar que era el estilo del gobierno. Así fue como el gobernador definió y estableció su relación con la prensa.
Pero como siempre ocurre cuando aparecen los nubarrones, hubo algunos colegas que se impresionaron con el mensaje y sin rechistar acataron la “sugerencia”. No querían formar parte del Inferno Camotero que inventó uno de los remedos de Dante.
A contrario sensu, no obstante la terrorífica amenaza, hubo otros que decidieron ejercer el periodismo como lo que es: un oficio que reclama inteligencia y libertad para informar a la sociedad sobre lo que ocurre en su entorno, incluido desde luego los excesos de los gobernantes.
Las apariencias engañan
Parecía que iba a dar resultado el proyecto oficial diseñado a partir de la estrategia oficial más que chambona. El exceso de confianza del gobierno se manifestó en el menosprecio a los periodistas poblanos. Marcelo y Rafael (o Rafael y Marcelo) creyeron que los pondrían de rodillas. Fracasaron. El tiro les salió por la culata dado que el periodismo poblano adquirió un nuevo brío y, valga la expresión, renovó sus votos laicos para propiciar lo que resultó un interesante e histórico contraste: los “bien portados” optaron por el sello (o estigma, ya veremos) que los etiquetó como servidores de un gobernante contradictorio en muchos sentidos, mientras que los ajenos a ese “paraíso” se dedicaron a escribir y expresarse sin el lastre intelectual que forman las dádivas, chayos, igualas y convenios.
Dije arriba: “salió el tiro por la culata”. Pensaba en La Divina Comedia de Dante Alighieri. Esto es porque en tres años de gobierno (número mágico en la obra) Moreno Valle construyó su propia “selva oscura”, o sea su infierno político.
En la estrategia enunciada (“infierno o paraíso”), por cierto muy parecida a la que inventó Goebbels, el manejador de la imagen de Hitler, participaron varios comunicadores oficiales y/o voceros, todos controlados por Marcelo. ¡Duro contra los periodistas incómodos!, parecía ser la instrucción de él o de su jefe. Pero…
Por esos extraños giros de la vida, el infierno tomó el espacio del paraíso (y viceversa). Y en un santiamén Rafael Moreno Valle Rosas quedó expuesto al fuego eterno del “abismo” dantesco. Lo peor para él fue que su futuro gira en torno a la pluma de los periodistas que, según se percibe, aborrece tanto o más como en sus tiempos los despreciaba Maximino Ávila Camacho.
@replicaalex