miércoles, 7 de febrero de 2018

Martha Erika Alonso, ¿víctima o cómplice?


Tanto peca el que mata a la vaca
como el que le agarra la pata

Por Alejandro C, Manjarrez
¿Cómo analizar la vida pública de Martha Erika Alonso de Moreno Valle?
¿Por dónde buscar la supuesta independencia de criterio que dice tener la esposa del ex gobernador de Puebla?
¿En que parte de la vida política del matrimonio Moreno-Alonso está el espíritu democrático partidista que enarbola tanto ella como su cónyuge?
¿Cuál sería la trayectoria personal e independiente que —según ha declarado la señora— la califica para conducir el destino de la sociedad poblana, incluida desde luego la mayoría ofendida por la soberbia de su marido?
¿Pudo eludir o despojarse de las filias y fobias que le hereda su compañero de vida como, por ejemplo, el manifiesto repudio a periodistas y políticos que no comulgan con la idea del poder absoluto, autoritario, chicharronero?
¿Martha Erika se opuso a Rafael cuando éste ofendió a Amy Camacho?, por citar un ejemplo de las mujeres u hombres que sufrieron el carácter machista y atrabiliario del entonces gobernador.
Las anteriores son algunas de las preguntas que surgen después de analizar lo que ocurrió en el ámbito de Rafael Moreno Valle, ambiente en el que él preparó a su esposa para ayudarla a transitar sin obstáculos por los atajos de la política poblana…
Conforme escribía lo que usted acaba de leer, fui recordando algunas de las anécdotas protagonizadas por el entonces secretario de Finanzas y Desarrollo Social, Una de ellas, la que me indujo a observar las reacciones del servidor público, fue la verificada cuando la pareja llegó tarde al acto organizado por el gobierno de Melquiades Morales Flores, evento al que asistieron los dirigentes de las fundaciones relacionadas con Puebla:
Rafael ingresó apurado al recinto. La reunión tenía diez minutos de haber iniciado. Alguien se lo dijo y aceleró el paso avanzando a zancadas. Llevaba puesta su otra cara, la de pocos amigos, la misma que Gustavo Díaz Ordaz utilizó en sus reacciones históricas. Estaba enojado pues. Por ello no le importó dejar atrás a Martha Erika, su entonces dócil y modosa noviecita. Ella corría desesperada tratando de alcanzarlo: los separaban treinta o cuarenta metros. El salón se encontraba lleno de mesas, sillas, meseros e invitados. Toda esta parafernalia formaba un laberinto de pasillos. Las mujeres miraban sorprendidas cómo corría la novia de Rafa. Moreno Valle ocupó su lugar en el presídium justo en el momento en que Martha Erika llegaba a una de las mesas VIP. Él la miró adusto, quizá preocupado por haberla abandonado a su suerte. Y ella le correspondió con una expresión de reclamo, algo así como: “Me las vas a pagar...”
Pasó el tiempo, se casaron y —especulo— hubo una especie de acuerdo para acoplar la vida pública y privada con las prioridades de ambos. Y así fue como la mata siguió dando: que el maquillaje, que la pose adecuada, que el traje indicado, que la opinión definitiva, que la sonrisa oportuna, que la pastillita para el estrés, el coraje o el aliento. La mano de Martha empezó a notarse. Por eso, supongo, el marido se hizo más dependiente de la esposa; incluso, por qué no, hasta pudo haberla adoptado como consejera espiritual y asistente emocional. Me atrevo a suponer que la vio con los ojos del niño que fue en la época que dependía de la madre debido al hecho que enseguida resumo:
Resulta que para salvar la vida del entonces pequeño Rafael, hubo que operarlo del corazón (en broma hay quienes dicen que se lo sacaron). Por su edad y el complicado proceso de recuperación, sus padres lo cuidaron en exceso: le cumplían todos y cada uno de sus caprichos o berrinches infantiles, actitud propia de los párvulos consentidos. Y como dicen que los niños son como el cemento fresco…
Las huellas
Llegó el día en que Martha Erika se animó a hacer del dominio público su participación en política: en una de sus giras acompañó a Cabalán Macari Álvaro, quien por aquellos entonces era candidato a la diputación federal. Así, en alguno de los mítines, se topó con la locura de las mujeres que chuleaban al campechano habilitado por Rafael como político. La algarabía y estridencia de las féminas provocó en la distinguida Primera Dama una reacción tan interesante como divertida. Tomó el micrófono y sincera soltó al respetable:
“Les voy a decir algo. Yo sé que nuestro candidato está guapo. ¿o no? Pero, ojo no podemos dejarnos llevar por lo guapo. ¿Qué pasó la vez pasada? ¿Cuánta gente en la elección presidencial dijo: hoy yo voy a votar por éste porque está bien guapo? Y ahí está el guapo, ¿y de qué nos sirve lo guapo a los mexicanos? De nada”, (e-consulta, 19 de abril de 2015):
Y nada, que el buen Cabalán perdió las elecciones, no por guapo sino por improvisado en las lides políticas. Se lo bailaron pues, algo que no ocurrió con Enrique Peña Nieto, el otro guapo al que hizo alusión doña Marta Erika.
Puede ser, por qué no, que aquella gira con Macari haya inspirado a Martha Erika al extremo de suponer que ella podría haber sido candidata a ése u otro cargo de elección popular. El poder de su marido le había permitido probar de esas mieles para, en consecuencia, pensar en su futuro político. Pero después de intervenir (como confidente claro) en las decisiones importantes del cónyuge, una diputación era cosa menor. De ahí que en el matrimonio naciera una especie de pacto: “Si no eres presidente de México, yo seré gobernadora de Puebla”. Tal vez…
El gobernador se arrogó la función de gran elector, legislador y jurisconsulto. Adaptó el marco jurídico para que ocurrieran ésa y otras circunstancias. Es obvio que la Primera Dama estuviera involucrada en semejante rejuego político. Aspiró el enervante perfume del poder y se convirtió en factor de decisión. Sus opiniones pesaron e influyeron. Se empezó a notar el sexto sentido que suele distinguir a la mujer, percepción que, en su caso, iba aderezada con su actitud de influyente consejera espiritual. Compartió (y lo sigue haciendo) los éxitos, fracasos y tribulaciones de su amado esposo. Vivió como si fuesen suyas todas y cada una de las decisiones basadas en el poder absoluto, autoritario, chicharronero. Así fue como asimiló el “arte” de la política producto del ingenio y genio de Rafael Moreno Valle en cuyo haber, por cierto, existen severos señalamientos provenientes de los ciudadanos encarcelados injustamente… y de líderes sociales perseguidos por haber disentido o encabezado acciones justas… y de aquellos que se sintieron agredidos después de haber criticado el proceder del señor de los cerros. Incluya usted a los panistas agraviados y desplazados de su partido por oponerse a la línea absolutista del titular del poder Ejecutivo.
Creo, pues, que lo que parece experiencia de gobierno tiende a convertirse en un lastre para la carrera política de Martha Erika Alonso de Moreno Valle. Cuando menos así lo han planteado Luis Miguel Barbosa Huerta y Andrés Manuel López Obrador, los “feos” que la han puesto a sufrir, sobre todo Andrés Manuel quien ha señalado a su esposo como un cínico que, además de abusar de los poblanos, quiere dejar a su esposa en la gubernatura.
Ya veremos quién corre detrás del otro...
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