Inicia una nueva obra
La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo
Sófocles
Por Alejandro C. Manjarrez
Me ha sido difícil
entender las razones de la terrible coincidencia trágica que acabó con la vida
del senador Rafael Moreno Valle, la gobernadora Martha Erika Alonso y tres
personas más. Con cierta congoja imagino los segundos previos al accidente: qué
dijeron; cómo fueron los gritos; qué pasó por la cabeza de los pasajeros; qué frases
se articularon entre el capitán y su copiloto; qué mensaje tenían las miradas
finales del matrimonio Moreno Valle y cómo recorrieron la película de su vida;
y si existió, cuál fue la última orden mental que el líder pudo haber enviado a
sus cercanísimos colaboradores. Sófocles rondó en mis disquisiciones hasta que volví
a la realidad y me pregunté:
Cuáles fueron los valores que
acopió Rafael…
Por qué el éxito político marcó
su discutida vida pública…
Según mis observaciones
sobre el quehacer político del controvertido ex gobernador, la respuesta se
conforma con varias facetas. Las resumo:
Rafael nació con una
enfermedad que ponía en riesgo su vida. Tuvieron que operarlo a corazón abierto
y su larga recuperación incluyó los cuidados intensivos y amorosos de sus
padres. Éstos hacían lo que el entonces niño quería. Fue sin lugar a dudas la
etapa que modeló su voluntad. El
éxito en aquellos caprichos
infantiles pudieron haberle mostrado la forma de lograr sus objetivos.
La experiencia infantil y
familiar lo hizo un hombre de carácter
fuerte. Aprendió a mandar y hacerse
escuchar. Desarrolló la habilidad de reconocer las debilidades de sus
interlocutores y adversarios para, sin miramientos ni concesiones, aprovecharse
de ellas. Así, tatuado del alma, ingresó a la etapa de preparación política y financiera.
Boston fue la sede de ese
entrenamiento profesional. Sus maestros y el medio ambiente académico le
mostraron cómo la heterodoxia política y financiera ayuda a lograr
objetivos importantes. De ahí su facilidad para cooptar antagonistas, muchos de
ellos delincuentes políticos en potencia. Por eso, por sus éxitos electorales, varios
de los adversarios de Rafael se adicionaron a su proyecto sin importarles
traicionar al partido que los había proyectado. Y no fueron pocos los que
cayeron bajo el influjo del poder político y económico de Moreno Valle.
En aquella formación académica apegada al llamémosle libre mercado, aprendió a prescindir
de los sentimientos. Para él todo tenía un valor económico. Sólo había que
encontrar la forma de la calcularlo y hacer la oferta adecuada acompañándola de
su encanto político. La ética solía
quedar supeditada a los valores del mercado.
La ambición marcó su vida pública. Esta actitud ajena a los prejuicios
personales le permitió eliminar obstáculos, incluso —valiéndose de su
investidura y poder— modificando o tergiversando la ley con la participación de
los servidores públicos que le debían el cargo, entre ellos diputados locales y
magistrados. La intención: preparar su camino hacia la candidatura presidencial.
En la lucha por alcanzar
sus objetivos personales hizo de lado los sentimientos. Dejó constancia de que
su desapego hacia los valores humanos era uno de los ejes del sistema político
estatal rediseñado por él. Su benevolencia se centró en quienes le obedecieron
sin rechistar u opinar. El resto fue prescindible, igual que los valores
humanos que hacen del gobernante un ser con sentimientos nobles tanto por su
vocación de justicia como por su preocupación social.
Hizo gala de una sui generis visión política. Investigó y hurgó en las debilidades de gobernantes
y funcionarios. A partir de ello ofreció desde prebendas hasta negocios muy
atractivos para quienes estaban relacionados con el poder presidencial y, desde
luego, con el dinero público o las decisiones políticas estratégicas. Al
parecer hubo muchos que cayeron bajo el influjo de esa su capacidad de
seducción.
Sin reparar en la ética
pública, Moreno Valle construyó su liderazgo
nacional. En algunos casos trastocó
el ideario y en otros alteró el programa ideológico del Partido Acción
Nacional. Convenció a varios de los dirigentes que lo escucharon arrobados como
si su voz reprodujera el canto de las sirenas. Indujo con éxito los procesos
internos de ese partido hasta convertirse en el poder tras el trono nacional.
Para lograr esos y otros
objetivos Rafael hizo gala del pragmatismo
que suele ser condición sine qua non de los hombres y mujeres que buscan
la ruta fácil hacia la obtención del poder. Fue algo parecido a un maestro en
esa praxis. Su experiencia pudo haberla obtenido de otros expertos en la
materia, entre ellos la profesora Elba Esther Gordillo Morales, por ejemplo.
Con esa cualidad mimética incursionó en diversas ideologías políticas y atrajo
para sí la simpatía de dirigentes cuyo precio llevaba la etiqueta de la
preservación del poder.
Para ejercer esa capacidad de seducción basada, como ya
se dijo, en la repartición de prebendas, contó con lo que algunos llaman suerte, otros intuición y los menos prudentes oportunismo.
Así fue como Rafael Moreno
Valle Rosas creó sus propios escenarios, modeló a sus colaboradores, supo cómo
administrar su proyecto personal, descubrió los vericuetos de las políticas
públicas, visualizó el quehacer público nacional, convenció a los llamados
adversarios y escaló con incontrovertible éxito los peldaños de la política mexicana.
En ese trayecto harto complejo que él logró dominar, nunca imaginó (y nadie lo
hizo) que el destino le tenía preparada una muerte espectacular, precisamente
antes de ingresar al infierno que parecía preparado por los miles de agraviados,
muchos de ellos ahora con el sello de Morena. En ese escenario estaba su esposa
Martha Erika Alonso, para el que esto escribe una más de las victimas de la heterodoxia política de su marido.
¿Y los huérfanos
políticos?, se preguntará el lector.
Ese es otro de los temas a
analizar dejado por el terrible accidente aeronáutico. Por ahora, cual plañideros,
varios de ellos parecen más que dispuestos a sacar algún provecho de la trágica
e inesperada muerte del matrimonio Moreno Valle-Alonso, que guardar el luto
obligado por ser producto del morenovallismo.
Veinte años después de que
Rafael arribó a la vida pública de la entidad, el absurdo accidente del
helicóptero disipó los nubarrones negros que se cernían sobre el estado. Y hoy
que inicia el 2019, Puebla ingresa a una nueva etapa cargada de buenos
augurios. Por esa razón me atrevo a pronosticar que usted, amable lector, podrá
enterarse de cosas distintas, y nosotros, los periodistas, contarle historias
que por novedosas seguramente serán más interesantes.
¡Feliz año valedores!
@replicaalex