martes, 1 de enero de 2019

Final del morenovallismo

Inicia una nueva obra

La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo
Sófocles

Por Alejandro C. Manjarrez
Me ha sido difícil entender las razones de la terrible coincidencia trágica que acabó con la vida del senador Rafael Moreno Valle, la gobernadora Martha Erika Alonso y tres personas más. Con cierta congoja imagino los segundos previos al accidente: qué dijeron; cómo fueron los gritos; qué pasó por la cabeza de los pasajeros; qué frases se articularon entre el capitán y su copiloto; qué mensaje tenían las miradas finales del matrimonio Moreno Valle y cómo recorrieron la película de su vida; y si existió, cuál fue la última orden mental que el líder pudo haber enviado a sus cercanísimos colaboradores. Sófocles rondó en mis disquisiciones hasta que volví a la realidad y me pregunté:
Cuáles fueron los valores que acopió Rafael…
Por qué el éxito político marcó su discutida vida pública…
Según mis observaciones sobre el quehacer político del controvertido ex gobernador, la respuesta se conforma con varias facetas. Las resumo:
Rafael nació con una enfermedad que ponía en riesgo su vida. Tuvieron que operarlo a corazón abierto y su larga recuperación incluyó los cuidados intensivos y amorosos de sus padres. Éstos hacían lo que el entonces niño quería. Fue sin lugar a dudas la etapa que modeló su voluntad. El éxito en aquellos caprichos infantiles pudieron haberle mostrado la forma de lograr sus objetivos.
La experiencia infantil y familiar lo hizo un hombre de carácter fuerte. Aprendió a mandar y hacerse escuchar. Desarrolló la habilidad de reconocer las debilidades de sus interlocutores y adversarios para, sin miramientos ni concesiones, aprovecharse de ellas. Así, tatuado del alma, ingresó a la etapa de preparación política y financiera.
Boston fue la sede de ese entrenamiento profesional. Sus maestros y el medio ambiente académico le mostraron cómo la heterodoxia política y financiera ayuda a lograr objetivos importantes. De ahí su facilidad para cooptar antagonistas, muchos de ellos delincuentes políticos en potencia. Por eso, por sus éxitos electorales, varios de los adversarios de Rafael se adicionaron a su proyecto sin importarles traicionar al partido que los había proyectado. Y no fueron pocos los que cayeron bajo el influjo del poder político y económico de Moreno Valle.
En aquella formación académica apegada al llamémosle libre mercado, aprendió a prescindir de los sentimientos. Para él todo tenía un valor económico. Sólo había que encontrar la forma de la calcularlo y hacer la oferta adecuada acompañándola de su encanto político. La ética solía quedar supeditada a los valores del mercado.
La ambición marcó su vida pública. Esta actitud ajena a los prejuicios personales le permitió eliminar obstáculos, incluso —valiéndose de su investidura y poder— modificando o tergiversando la ley con la participación de los servidores públicos que le debían el cargo, entre ellos diputados locales y magistrados. La intención: preparar su camino hacia la candidatura presidencial.
En la lucha por alcanzar sus objetivos personales hizo de lado los sentimientos. Dejó constancia de que su desapego hacia los valores humanos era uno de los ejes del sistema político estatal rediseñado por él. Su benevolencia se centró en quienes le obedecieron sin rechistar u opinar. El resto fue prescindible, igual que los valores humanos que hacen del gobernante un ser con sentimientos nobles tanto por su vocación de justicia como por su preocupación social.
Hizo gala de una sui generis visión política. Investigó y hurgó en las debilidades de gobernantes y funcionarios. A partir de ello ofreció desde prebendas hasta negocios muy atractivos para quienes estaban relacionados con el poder presidencial y, desde luego, con el dinero público o las decisiones políticas estratégicas. Al parecer hubo muchos que cayeron bajo el influjo de esa su capacidad de seducción.
Sin reparar en la ética pública, Moreno Valle construyó su liderazgo nacional. En algunos casos trastocó el ideario y en otros alteró el programa ideológico del Partido Acción Nacional. Convenció a varios de los dirigentes que lo escucharon arrobados como si su voz reprodujera el canto de las sirenas. Indujo con éxito los procesos internos de ese partido hasta convertirse en el poder tras el trono nacional.
Para lograr esos y otros objetivos Rafael hizo gala del pragmatismo que suele ser condición sine qua  non de los hombres y mujeres que buscan la ruta fácil hacia la obtención del poder. Fue algo parecido a un maestro en esa praxis. Su experiencia pudo haberla obtenido de otros expertos en la materia, entre ellos la profesora Elba Esther Gordillo Morales, por ejemplo. Con esa cualidad mimética incursionó en diversas ideologías políticas y atrajo para sí la simpatía de dirigentes cuyo precio llevaba la etiqueta de la preservación del poder.
Para ejercer esa capacidad de seducción basada, como ya se dijo, en la repartición de prebendas, contó con lo que algunos llaman suerte, otros intuición y los menos prudentes oportunismo.
Así fue como Rafael Moreno Valle Rosas creó sus propios escenarios, modeló a sus colaboradores, supo cómo administrar su proyecto personal, descubrió los vericuetos de las políticas públicas, visualizó el quehacer público nacional, convenció a los llamados adversarios y escaló con incontrovertible éxito los peldaños de la política mexicana. En ese trayecto harto complejo que él logró dominar, nunca imaginó (y nadie lo hizo) que el destino le tenía preparada una muerte espectacular, precisamente antes de ingresar al infierno que parecía preparado por los miles de agraviados, muchos de ellos ahora con el sello de Morena. En ese escenario estaba su esposa Martha Erika Alonso, para el que esto escribe una más de las victimas de la heterodoxia política de su marido.
¿Y los huérfanos políticos?, se preguntará el lector.
Ese es otro de los temas a analizar dejado por el terrible accidente aeronáutico. Por ahora, cual plañideros, varios de ellos parecen más que dispuestos a sacar algún provecho de la trágica e inesperada muerte del matrimonio Moreno Valle-Alonso, que guardar el luto obligado por ser producto del morenovallismo.
Veinte años después de que Rafael arribó a la vida pública de la entidad, el absurdo accidente del helicóptero disipó los nubarrones negros que se cernían sobre el estado. Y hoy que inicia el 2019, Puebla ingresa a una nueva etapa cargada de buenos augurios. Por esa razón me atrevo a pronosticar que usted, amable lector, podrá enterarse de cosas distintas, y nosotros, los periodistas, contarle historias que por novedosas seguramente serán más interesantes.
¡Feliz año valedores!

@replicaalex