jueves, 24 de noviembre de 2011

El cambio de Moreno Valle



Por Alejandro C. Manjarrez
Llegó la hora de olvidar las diferencias ideológicas, dijo Rafael Moreno Valle ante el presidente Felipe Calderón y la parafernalia de Teletón-Televisa.
Durante el protocolo que se equipara a cualquier rito religioso (las loas a los ángeles, santos y seres celestiales), una vez más Rafael repitió la frase de Otto Von Bismarck (sin mencionarlo, obvio), para resaltar que un político se preocupa por la próxima elección mientras que un estadista lo hace por la próxima generación. En seguida le agradeció al Presidente su apoyo dejándonos en ascuas sobre el motivo de la cita. ¿A quién se refería Moreno Valle, a él o a Felipe Calderón?
La verdad no tiene importancia porque de una u otra forma la obligación de los gobernantes es trabajar para lo que fueron electos: la presente y las futuras generaciones. El problema está cuando presumen hacerlo y se llevan entre las patas a quienes no comparten su ideología o sus intereses personales. “Para eso es el poder, chingao”, diría un inolvidable político poblano.
Y en efecto: en la historia de esta entidad hay varios ejemplos de ese ejercicio de gobierno donde en el peor de los casos hubo ciudadano comunes que fueron carne de cañón, y en el menos malo, personas que padecieron (o sufren) lo que se conoce como la “muerte civil” decretada por el gobernante para evitarse el ver o escuchar a sus “sentenciados”. En fin.
Lo importante del acto que una vez más pone a Televisa en los corazones de las familias mexicanas que no saben ni les importa si el poder se ejerce para allanar el camino a la próxima elección, o si es usado para sembrar la semilla que habrán de cosechar los mexicanos del futuro, fue el discurso del presidente de México a quien, en esta ocasión debemos agradecerle que no haya hablado de su guerra contra el narcotráfico. Bueno no lo hizo de manera directa; sólo usó el mensaje subliminal de las frases donde subyace la tragedia nacional, mención que se perdió entre la emotividad de sus palabras: Felipe Calderón habló de Beatriz, la hija del matrimonio popoloca invitado por él al escenario para resaltar que el padre de la niña fue uno de los cientos de albañiles que construyeron el nuevo CRIT. Y acudió (no sé si consciente o de manera casual) a la magia que tiene el nombre Beatriz desde que Dante Alighieri la inmortalizó en su Divina Comedia.
Lo importante del acto que, insisto, es uno más del proyecto social de Televisa (y no por ello dejó de ser medular), estuvo en la participación de quienes representaron los tres niveles de gobierno. El Alcalde de San Andrés Cholula, el Gobernador de Puebla y el Presidente de la República. El primero con la rúbrica panista (“que Dios los bendiga”), el segundo con su cita preferida (la de Bismarck), y Felipe Calderón con su buena oratoria salpicada de testimonios. Lo curioso es que cada uno en su nivel se manejó con la naturalidad que genera la confianza: Miguel Ángel Huepa,  como el anfitrión municipal que “condonó” los impuestos; Rafael Moreno Valle, como el mandatario impulsor de la idea y, previa autorización de SU Congreso, aportador de los recursos económicos; y Felipe Calderón, como el presidente amigo de Televisa y líder de los gobernantes panistas amelcochados.
Me llamó la atención, y por ello lo resalto, lo que podría ser el nuevo estilo de expresión corporal de Moreno Valle (¿recomendación de Marcelo?). Ya no manoteó como solía hacerlo. Sus movimientos fueron pausados y naturales. Proyectó una sonrisa de felicidad que contagió a los presentes. Y acudió al viejo pero efectivo recurso de agradecer a su esposa el apoyo para impulsar la construcción del CRIT, alusión que propició el otro viejo recurso en la voz presidencial: la broma que al inicio de la pieza oratoria atrae la atención del respetable.
Ahí está, pues, este nuevo centro de rehabilitación para niños y jóvenes de hasta 18 años. La labor del personal que lo conforma dará esperanza a miles de familias poblanas, tlaxcaltecas y veracruzanas que sufren la desgracia de tener un hijo con alguna discapacidad. Es, ni duda cabe, una extraordinaria oportunidad para esas personas. Y también podría serlo para el mandatario poblano que, se supone, a partir de ayer ya es un hombre más sensible y realizado, condición sujeta a que pase o no la prueba cuando ratifique y rectifique su animadversión hacia la prensa escrita; es decir, que certifique lo que dijo al inicio de su intervención: llegó la hora de olvidar las diferencias ideológicas. Como se lo aconsejaría Napoleón III: En política hay que sanar los males, jamás vengarlos”.

Twitter: @replicaalex