jueves, 25 de octubre de 2012

La carta aclaratoria

 


Por Alejandro C. Manjarrez
La columna pasada (El karma del Gobernador), produjo una comedida carta aclaratoria enviada al director de e-Consulta, el periodista Rodolfo Ruiz. La información familiar que contiene dicha misiva oficial no altera las historias documentadas tanto por el protagonista que menciono en el texto (Manuel Sánchez Pontón), como por los antecedentes que moran en las hemerotecas de Puebla y del Distrito Federal, empolvados unos y olvidados otros.
En efecto, el general y doctor se enfermó cuando ejercía el poder. Uno de los médicos que estuvo cerca de él política y profesionalmente, fue el doctor Gonzalo Bautista O’Farril, quien por cierto lo sucedió en el cargo. Entrevistado por el que esto escribe, Bautista me dijo que Moreno Valle había desarrollado una alergia a los caballos, reacción que después le fue diagnosticada, además de los otros males que lo recluyeron en el hospital, mismos que están mencionados en la carta de marras. Digamos que esto coincidió con el barullo periodístico que produjo la muerte de varios pobladores de Huehuetlán el Chico. Y que para abundar en las coincidencias y consecuencias, aquel desafortunado evento publicado por Excélsior bajo la firma de Manuel Sánchez Pontón, le permitió a Luis Echeverría usar su poder con el fin de presionar el permiso o renuncia del entonces gobernador. Era el estilo del ejercicio político presidencial de la segunda mitad del siglo pasado, cuando se obligaba a los gobernantes antipáticos o rebeldes a renunciar por enfermedad o caídas de caballo.
Después de que los policías del gobierno golpearon a Sánchez Pontón con la intención de matarlo, éste emprendió una intensa campaña en contra del general y doctor señalándolo como el autor intelectual de la golpiza. Los defensores del Moreno Valle dijeron que él nunca había dado orden alguna en contra del periodista porque tenía como principio el respeto a la libertad de prensa.
Esos son los antecedentes a vuelo de pájaro. Hay otros que podrían validarse si, por ejemplo, Melquiades Morales Flores hiciese un ejercicio de moral pública y nos dijera la verdad sobre lo ocurrido cuando él era diputado local y líder del Congreso. Esto porque antes de llegar al cargo, Melquiades había sido secretario particular o auxiliar (no lo recuerdo con precisión) del gobernador Moreno Valle, puesto que dejó para hacer campaña y ganar la diputación, obviamente con la venia, directriz y apoyo de su jefe, el gobernador.
Ya como diputado electo, Melquiades fue llamado por el general Moreno Valle. Según comentario que el propio Morales Flores hizo al que esto escribe, el mandatario le entregó 15 mil pesos para cada diputado. La justificación giró en torno a que con ese dinero se podrían reponer de los gastos de campaña, además de ganarle la simpatía y aprecio de sus compañeros, precisamente para que lo aceptaran como coordinador de los esfuerzos políticos y legislativos. De ahí que Morales Flores fuera nombrado presidente de la Gran Comisión y, en consecuencia, líder de los legisladores. Todo ello, subrayo, con la venia y apoyo del titular del poder Ejecutivo.
Dije ejercicio de moral pública porque como parte de la historia moderna de Puebla (varias veces diputado y senador, además de gobernador gracias al voto popular), Melquiades debería contarnos lo que ocurrió el día en que su jefe Moreno Valle le dijo que tramitara su renuncia al cargo de gobernador. Si es cierto que el a la sazón diputado local le pidió al mandatario que no renunciara ofreciéndole que el poder Legislativo haría un manifiesto público para apoyarlo. Y si es verdad que el general le comentó con la tristeza y emoción entreveradas, que la decisión venía de arriba por lo cual ambos como soldados de la República estaban obligados a acatar las órdenes del Presidente.
Así, pues, tenemos varios testimonios de aquella época. Lo importante para el caso que me ocupa, es que la batalla emprendida por Sánchez Pontón en contra del abuelo del hoy mandatario, pudo haber dejado la huella que se me ocurrió llamar “karma” debido a que los ejemplos, historias, frustraciones, reconcomios, éxitos, molestias, enconos, disgustos, acrimonia, fobias y filias suelen formar parte del legado familiar. Y por lo que hemos visto e incluso documentado, el actual gobernador, nieto de aquel, aunque diga que respeta la libertad de prensa, alza pelo cuando de periodistas se trata.
¿Herencia o novedad?
Tarde que temprano se sabrá y publicará porque, como dice Sánchez Pontón, los periodistas lo siguen siendo y los gobernantes dejan de serlo.
Twitter: @replicaalex