jueves, 11 de agosto de 2011

El OFS y su vocación religiosa

Por Alejandro C. Manjarrez
¿Sabía que el OFS del estado de Puebla, se pasa por el arco del triunfo las leyes de este estado y país? ¿No? Bueno, pues aquí le va una historia cercana a todos nosotros y usted, respetado lector, dirá si existe o no esa transgresión.
Al recorrer el portal web del Órgano de Fiscalización Superior del estado de Puebla, encontré datos y razonamientos jurídicos contundentes. Me refiero a las Constituciones de México y de la entidad poblana, además de las leyes y reglamentos que regulan la función pública.
También hurgué en su Filosofía Institucional para descubrir que en este texto se omiten las palabras ley o leyes, aunque se habla de justicia y se subraya que “los integrantes del OFS deben realizar una evaluación objetiva de todas las circunstancias relevantes y elaborar conclusiones sin dejarse influir por prejuicios o intereses políticos, étnicos, religiosos, gremiales, económicos o de otra naturaleza”.
Este mi ejercicio se derivó de la noticia, filtración o chisme sobre un hecho que trastoca la esencia que creó al OFS-Pue, cuerpo constitucionalmente vinculado al Congreso del estado de Puebla.
Antes de compartirle mi “descubrimiento”, permítame platicarle lo que ocurrió durante la gestión del segundo Auditor General, el maestro José Doger Corte (el primero fue Raúl Victoria Iragorri):
Pepe, como se le dice en el medio político-académico, validó la autonomía del Órgano para usar los recursos públicos con el fin de adquirir el edificio donde había funcionado la Congregación de Hijas de Santa María de Guadalupe. Se rescató así la casona conservándole su sabor arquitectónico colonial, incluida la capilla que otrora sirvió para los servicios religiosos de monjas y laicos católicos.
Cuando llegaron los tiempos de la famosa burbuja marinista, el entonces gobernador impulsó a Víctor Manuel Hernández Quintana para que éste supliera a Doger Corte. Ocurrió el cambio y, según me cuentan los que lo sufrieron, empezó una especie de recule ideológico-republicano.
Arrobada por la energía religiosa que encontró en el lugar, una de las empleadas o “hijas de María”, vaya usted a saber, le propuso al Auditor General (antes lo había hecho con Pepe) decorar la capillita con dos que tres santitos. “Se va a ver sensacional”, dijo la dama. Emocionado, don Víctor aceptó la idea y autorizó la “inversión”.
Cierto día apareció una imagen y a la siguiente semana llegó otra a ocupar alguno de los nichos. No pasó mucho tiempo para que se revelaran más figuras religiosas. Y así fue la secuencia hasta que la capilla adquirió la magia que ha hecho del catolicismo la principal religión del mundo.
¿Está mal?, preguntará cualquier lector quisquilloso.
No lo estaría si ese espacio laico por ley, fuese un convento o que sus moradores se disculparan públicamente por no respetar la Constitución para, de una vez por todas, acabar con la esencia del organismo y ubicarse al margen de las leyes de este país. O en el mejor de los casos, que el espacio se convirtiera en un museo de arte sacro evitando lo que ya ha ocurrido varias veces: que ahí se lleven a cabo oficios religiosos, incluido el tradicional 12 de diciembre.
¿Jacobinismo trasnochado?
Aparte de que esa definición es una vacilada del fanático que la inventó, debo aclarar que sólo trato de llamar la atención para que las autoridades respeten el laicismo del Estado mexicano. Imagínense que los diputados y los presidentes municipales ocuparan la Catedral de Puebla para hacer sus mítines políticos llevando con ellos el estandarte del PRI o del PRD o incluso del PAN… O que los auditores obligaran a los malos alcaldes a ir a la capilla del OSF para que ante Dios y la Guadalupana juraran que por fin harán buen uso del dinero de las participaciones…
En fin. Sé que puede más la fe que las leyes y que ni Quintana ni el Congreso local ni el mandatario Rafael Moreno Valle Rosas, impedirán que continúen estas manifestaciones del catolicismo mexicano. Sin embargo, en este caso los responsables deberían hacer lo que en su tiempo hizo José Doger Corte: por respeto a la religión, tapar las imágenes cuando la capilla se utilice para las juntas o reuniones con los alcaldes y auditores que, depende de quién se trate, convocan a la honestidad o de plano se corrompen, todo ello con el Alto testimonio del Crucifijo ubicado en el Altar.