domingo, 28 de agosto de 2011

Política sin razón ni corazón

Por Alejandro C. Manjarrez
Patética, así fue catalogada mi columna anterior por un internauta. Pensé en varios posibles autores de esa digamos que agresión anónima. El seudónimo y sus argumentos que usó el agresor, me obligaron a realizar el descarte de nombres hasta que me quedé con el de la persona que algún día confesó ser bipolar, mismo que hoy cobra –por  cierto muy bien– en el gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas. En fin, otro día le cuento con pelos y señas el cómo y el por qué de la “confesión” muy a la norteña. Por ahora me centraré en el tema que, curiosamente, gira en torno al vocablo “patético”, cuya definición es la siguiente:
Según la Real Academia de la Lengua Española, patético es aquello que puede “mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía”. La vida de Tchaikovsky, por poner un ejemplo, autor de su obra Patética, muestra las reacciones del músico que fue dominado por frecuentes periodos depresivos y una extrema hipersensibilidad que lo hizo sumamente vulnerable a las contrariedades. Como seguramente lo sabe el lector, Piotr Ilich casó sí pero el matrimonio no llegó a consumarse separándose de su cónyuge a las pocas semanas. También sufrió frecuentes depresiones; sin embargo, nunca interrumpió su actividad creadora. En esos trances escribió la obra que su hermano bautizó como Patética, precisamente. Algunos dicen que falleció a causa del cólera, empero, hay quienes afirman que al descubrirse sus relaciones homosexuales con un joven de la aristocracia zarista, sus compañeros de estudios le formaron un tribunal de honor y lo obligaron a suicidarse. Eran, pues, los tiempos de la intolerancia sexual.
Dejo al músico ruso y entro a la primera parte de las reacciones sociales que, si nos ponemos exigentes, harán del de Puebla un gobierno patético. Aclaro y me explico:
Como ya lo he dicho, el estilo morenovallista roba el espacio a otros temas políticos. Casi todos los días nos da de qué hablar ya que de una u otra forma, para bien o para mal, su actuar afecta a los ciudadanos. Hoy comento la parte negativa, la que lesiona a las familias poblanas, algo que ya había escrito en marzo pasado dándole tono de alerta al mandatario, líneas que produjeron aquella censura que me obligó a protestar y abandonar el medio donde se publicaba mi columna.
Dice el mandatario que se ha adelgazado la nómina del gobierno para tener más liquidez e invertir en obra pública, lo cual, como es del conocimiento general, dejó sin trabajo a miles de poblanos.
Los constructores de casa se quejan de que fueron desplazados por empresas extranjeras o nacionales, circunstancia que ha propiciado el despido de trabajadores e incluso el cierre de negocios relacionados con la construcción.
La sociedad mira expectante el cielo cruzado por helicópteros y a sotto voce critica o se lamenta del gasto que esto implica y ha hecho la vida fácil a personas sin vínculos administrativos con el gobierno poblano.
Los profesionistas locales mientan madres porque sus puestos han sido ocupados por fuereños: se adelgazó el gasto público –critican– para poder pagar a los “importados” grandes sueldos e incluso viáticos y renta de casa.
Son ya conocidas las protestas sobre la fallida “tractorización” del campo, ahora invadido de agro motores en muchos casos ineficaces.
Y los editores de la prensa escrita manifiestan que han sido sacrificados quitándole sus convenios para aplicar ese presupuesto a la contratación de la propaganda electrónica del gobernador, la cual es millonaria, talante que produjo ya el recorte de personal, si no es que el cierre de varios periódicos.
Todo ello ha agitado los ánimos sociales infundiéndoles afectos vehementes, sin faltar el dolor, la tristeza o melancolía. El problema está en que, al parecer, el gobernador aún no se ha dado cuenta porque, como suele ocurrir en los espacios del poder que tiende a ser despótico, sus colaboradores le doran la píldora arguyendo que la productividad es excelente, igual al impacto de la imagen que, como se ha difundido, está siendo tratada con miras presidenciales.
¿Patético? Podría ser si pronto y por parte del gobierno de Puebla no hay una reacción que por social se aleje del criterio que anima a los clones del capitalismo salvaje. Debe, pues, apartarse de los fundamentos puros de la macroeconomía para que el día de mañana –o el año entrante– no se diga que hizo una mala y políticamente incorrecta copia de la escuela de Paul Samuelson, el economista que sugirió –lo parafraseo– que el mercado era eficaz si carecía de cerebro y corazón…
Twitter: @replicaalex