martes, 9 de agosto de 2011

La política de los gestos

Por Alejandro C. Manjarrez
Brozo, el payaso, dijo ayer que la política estaba al nivel del Fuua y del Chanfle. Esto porque Enrique Cordero aplicó para sí la primera expresión criticada por Humberto Moreira Valdés, presidente nacional priista, quien para hacerlo usó la palabra que puso en boga Roberto Gómez Bolaños, el Chavo del Ocho. Víctor Trujillo, que de payaso sólo tiene la decoración y su peluca, manifestó que, dadas las posturas del PAN y del PRI, sugirió que el PRD se pondría al mismo nivel, bajo por cierto.
Vaya brete en que se metió don Víctor. Imagínese el lector que a Marcelo Ebrard se le ocurriera usar el famoso ¡Órale! para fijar su postura crítica. El comentario de Trujillo sería sin duda tan inteligente como cáustico y muy comprometido con toda su parafernalia, incluida la famosa Reata.
Bueno, pues en ese contexto se está dando la lucha por las senadurías en Puebla. Blanca Alcalá Ruiz, echando sus entusiastas Fuuas cándidos (por la blancura, que conste), mientras que Javier López Zavala soltando sus chanfles y Enrique Doger aportando sus ¡Órale!
Fuuas que intentan llamar la atención de Enrique Peña Nieto.
Chanfles mañosos para robar cámara y salir en todas las fotos.
Y ¡Órale! desgañitados cuyo objetivo será los oídos de la jerarquía tricolor.
En este marco, digamos que conceptual (el de Brozo), se han estado moviendo los aspirantes a formar parte del Senado de la República, el mejor de los premios nacionales para quienes, según sus partidos y ellos mismos, tienen merecimientos políticos o, como se dice de Zavala, el patrimonio ciudadano que podría garantizar el triunfo electoral en la Puebla de Moreno Valle y sus científicos.
Ahí, en esa lucha interna, en la cual se medirá la capacidad de convocatoria, aparecen otros aspirantes también con esa dote. Alejandro Armenta Mier, por ejemplo, ex dirigente del PRI local. O Jesús Morales Flores, cuya organización (la CNC) se la debe desde endenantes.
Las citadas exclamaciones onomatopéyicas que pueden o no abrirles el espacio para un sexenio sabático, enfrentarán a otro tipo de frases o gritos que aunque con sordina tendrían la misma estridencia con efectos demoledores para el priismo poblano. El de “¡uyy!, que miedo con el coco”, de Ana Teresa Aranda, uno de ellos, el de más colorido y de peso panista. O el “¡estamos en el peor de los mundos!”, de Javier Lozano Alarcón, ahora parte del rebaño corderil. O el “que nadie nos meta al redil”, que utilizará el gallo de Santiago Creel. O el “Dios mío hazme viuda por favor”, que serviría como bagaje cultural a la carta para el Senado que en un descuido lanzaría Josefina Vázquez Mota.
Como verá el lector, Brozo no anda errado.
Tampoco Rafael Moreno Valle Rosas está perdido o ubicado en la ruta del equívoco. No. Él tiene sus candidatos, sin duda, y éstos gozarán del efecto palomazo aprobatorio de la ínclita maestra Elba Esther Gordillo Morales, una política que además de aportar votos, está llena de gestos verbales, también demoledores. Evoquemos algunos:
"Cuando Madrazo te mande a chingar a tu madre escupiré en tu tumba", le dijo a Francisco Arroyo, su entonces compañero diputado federal. "¿Qué, quieres que diga tu epitafio?", le soltó a su rival Emilio Chuayffet. “Eres un encantador de serpientes”, le reviró al entonces presidente del CEN del PRI, motivo de sus pesadillas. Y esta última como para medirle el agua a los camotes: “En política hay que hablar de todo, partamos de que no somos panistas…”
Y como la camiseta blanquiazul no está en la agenda de la Puebla política de Moreno Valle-Gordillo, Ana Teresa, Lozano y los ahijados de Creel y Vázquez Mota, tendrían que ir ya de visita a la capilla del Señor de las Maravillas para que les haga el milagrito. ¿Cuál? Pues que la maestra Gordillo no meta su cuchara y toque el corazón político de Calderón y Rafael, cuyos destinos públicos dependerán de los próximos senadores.
Antes de que el lector me mande una carta reclamando que omití a Moreno Valle, le diré la frase que, creo y además invento y califico con esdrújulas, sería tan célebre como diáfana, clásica y utópica: “Mis correligionarios no se equivocaron de gobernador”.
¿Cuáles correligionarios?
Eso lo veremos más adelante.
Twitter: @replicaalex