domingo, 26 de febrero de 2012

Corrupción vs poder


Por Alejandro C. Manjarrez
Los únicos que no están en contra de la corrupción son los corruptos, obvio. Por ello hay un montón de políticos que se ocultan bajo su propia sombra para, según ellos, esconderse de la acción de la justicia o difamar a todo aquel que vea como su potencial enemigo, ya sea porque enarbola la bandera de la anticorrupción, o bien porque conoce los intríngulis de la comercialización del poder.
Estamos, pues, ante un hecho inédito debido a que por primera vez en Puebla un gobierno persigue a quienes formaron parte de la administración pública que le antecedió, sin importar que algunos de los perseguidos hayan sido sus compañeros de cuitas o sus cómplices, no tanto por compartir negocios chuecos, turbios, sino por omitir aquello que rebasó la ortodoxia gubernamental; por ejemplo, las componendas electorales que caen en la definición de fraude.
Al acto persecutorio que equivale al vuelo de las campanas poblanas, habría que agregar el ánimo draconiano que en nuestros tiempos también es tan extraño como la enjundia para ampliar la acción de la justicia al primero y segundo círculo familiar del ex funcionario en apariencia corrupto. El estilo parece inspirado en el manual de guerra de Tsun-tzu, “filosofía” que de manera arbitraria condenso y traduzco en la siguiente frase, por cierto muy mexicana: “Rómpele la madre a tu enemigo y acaba con todo lo que él representa, incluida su familia.”
Quizá algunos aplaudan la medida mientras que otros se compadezcan del sufrimiento de las víctimas colaterales que son, precisamente, los hijos y las esposas de los acorralados por la justicia. Puede ser si observamos con cuidado cómo se llevan a cabo y se repiten los cateos domiciliarios cuyo fundamento legal seguramente estará bien sustentado a partir de las averiguaciones que a lo peor adolecen de vicios legales, algo que veremos en el futuro cercano. En fin, este es un asunto que compete a los perseguidos y sus familiares que con culpa o sin ella sufren y comparten apesadumbrados la persecución del presunto delincuente.
Este llamémosle fenómeno producto de la alternancia, me lleva a pensar en la posible reacción de los propios “delincuentes” (lo entrecomillo para no caer en el vicio de quienes aplican la ley rompiendo la máxima que establece que todos son inocentes hasta que no se les prueba lo contrario). ¿Qué van a hacer los que antes fueron poderosos, se hicieron millonarios y hoy enfrentan al poder que los tacha de corruptos? ¿Se quedarán callados en espera de mejores tiempos? ¿Actuarán en contra de sus enemigos invirtiéndole parte de su fortuna a algún tipo de venganza?
Viéndolos como lo que fueron (empresarios heterodoxos), lo probable es que varios de estos personajes ya hayan pensado en responder al gobierno metiéndole dinero a su proyecto. Y que en esa revancha pusieran a funcionar sus servicios de inteligencia (eufemismo éste) con la intención de indagar si en el actual gobierno se manifiesta el síndrome de la corrupción, o incluso hurgar en lo usted y yo no imaginamos con la idea de reunir pruebas que el día de mañana les sirvan para negociar o desquitarse de quienes hoy los persiguen. En este escenario hipotético, bastaría que apareciese un solo corrupto del actual gobierno para que las “víctimas” se convirtieran en “victimarios” al organizar un tremendo escándalo mediático. “El que se lleva se aguanta”, podrían argumentar los García Ramírez, los Villa Issa, los Macip, los Arango, y los que se acumulen.
Al decir empresarios heterodoxos estoy pensando en aquellos que orondos espetan: “quizá no sea un buen amigo, pero de lo que estoy seguro es que soy el mejor de los enemigos”. La lista es larga.
Si usted analiza lo que aquí pergeño, a lo mejor coincide conmigo en que el mandatario y su equipo de trabajo son como aquellos vengadores que en el Oeste americano combatían y eliminaban a los mejores y más afamados pistoleros. Y que semejante acción conlleva muchos riesgos, incluido el de la traición que produce asonadas, en este caso burocráticas. Échele números y se sorprenderá del resultado de la estructura: mil o más afectados con la persecución legal, y diez o quince mil integrantes de una especie de red dedicada a buscarle los tres pies al gato.
Claro que se necesita mucho dinero. Pero esta riqueza abunda en el ambiente donde conspiran los corruptos del marinismo. Algunos calculan que el grupo recolectó entre diez y quince mil millones de pesos.
Ojalá que todo concluya como parece programado. Tendríamos entonces a un héroe que acabó con la cultura de la corrupción cuya constancia, históricamente documentada, suma ya los quinientos años de existencia en México.
Corrupción vs poder o al revés, da lo mismo. De una u otra forma se ve cabrón.
Twitter: @replicaalex