jueves, 16 de febrero de 2012

El IFE y las trampas de los candidatos



Por Alejandro C. Manjarrez
El IFE decretó un “¡engarróteseme hay!”, orden que llamó periodo de “intercampaña”. Ningún candidato o aspirante podrá moverse. Y si lo hace tiene prohibido referir cualquier palabra que lleve connotaciones electorales.
Pero a pesar de la absurda instrucción, no se coarta su libertad para expresarse, lo cual es un contrasentido. Y así, con base en este postulado, los candidatos pueden dar entrevistas sobre temas ajenos a su aspiración. O sea que hecha la ley hecha la trampa.
Esta disposición me hizo pensar en lo que podrán hacer los candidatos sin que violen la disposición electoral dictada por el IFE, la instancia que en este caso emuló al tribunal inquisidor de la Nueva España.
Confieso que me costó trabajo encontrar temas apropiados a cada candidato o aspirante. Esto porque todos son animales políticos (Aristóteles, dixit), sin embargo, le entré a esta digamos que aventura semántica convencido de obtener la comprensión de usted, amable lector.
Empecemos, pues, por Josefina Vázquez Mota, la mujer que, según ella dijo, está preparada para enfrentarse a los tiburones.
Doña Chepina podría hablar de sus habilidades culinarias y de cómo prepara pejelagarto en su tinta y de sus habilidades para usar la ciencia que aprendió de las tías poblanas, algunas herederas de las monjas del Convento de Santa Clara. Por ejemplo:
“Hay que bajar del cielo algunas estrellas (léase ajonjolí) para quitarle al pez, por cierto de origen tabasqueño, el aspecto que proyecta su piel dura y escamosa. Antes de meterlo en el aceite hirviendo, habrá que aporrearlo hasta ablandarlo. En seguida hay que echarle salsa de nogada y un toque de cocoa o chocolate también tabasqueño (aquí tendría que sonreír para que no se nos olvide su graciosa expresión). Ya listo el primer platillo, lo que sigue tiene que ser un poco más elaborado y necesita prepararse a conciencia. Es el caldo de gallo copetón (otra sonrisa y un silencio largo para captar la atención del respetable). Al primer hervor hay que ponerle unos pedazos de chorizo toluqueño. Una vez que suelte la grasa agregar las alas, los muslos y las pechugas de las pollitas del mismo gallinero (le tercera sonrisa antes de finalizar). Dependiendo el gusto, este caldo puede decorarse con un poco de miel tomada directamente del panal.
Hasta aquí la señora no ha cometido ninguna falta, razón por la cual los fiscales del IFE no tendrían delito que perseguir.
El caso de Andrés Manuel López Obrador, es más fácil ya que el tipo podría hablar del amor como eje de las religiones. Y con esa su nueva voz calma y pastoral recetarnos algunos mensajes amorosos, entre ellos el de Nezahualcóyotl: “Amo al cenzontle, ave de las cuatrocientas voces, amo el jade y el embriagante perfume de las flores, pero amo más a mi hermano el hombre”. Ya metido en esta dinámica fraterna y cuasi religiosa, adoptar un talante incluyente valiéndose de paráfrasis basadas en la poesía de sor Juana Inés de la Cruz; con ellas reclamar la igualdad de género arrogándose la siguiente frase amorosa dedicada a la mujer: “Dios nos las quiere ignorantes y por eso racionales las hizo”. Bueno, igual podría traer a colación la Utopía de Tomás Moro para hablar de conceptos sociales como la igualdad de clases, la ciudad perfecta y la equitativa distribución de la riqueza. Todo, que conste, dentro de un marco histórico-amoroso para que los inquisidores no alcen pelo.
Con estas dos acciones los censores del IFE prácticamente se quedarían desarmados. Y  esto los obligaría a vigilar al de Atlacomulco, estado de México, como si ellos fuesen la viva reencarnación de Heinrich Müller, jefe de la Gestapo. No obstante, Enrique Peña Nieto (sueño de Heinrich Himmler) tendría oportunidad de soltarse el pelo para convertirse en un exitoso comentarista de libros utilitarios. Y sin mencionar el suyo, obvio, hablar de dos obras importantes que, de vivir, Fernando Benítez ya habría incluido en la reedición del El peso de la noche. Una: Dios mío, hazme viuda por favor, de Josefina Vázquez Mota; y la otra: La mafia del poder en México, de Andrés Manuel López Obrador.
¿Verdad que hecha la ley, hecha la trampa?
Como es fin de semana todo se vale, incluso hasta los intentos lúdicos para encontrar a lo absurdo el lado risueño, algo que a Josefina Vázquez Mota no se le dificulta.

Nota: la foto de Kate del Castillo ilustra el deseo de muchos mexicanos que les gustaría tenerla como candidata. Me incluyo. Sería más divertido.
Twitter: @replicaalex