jueves, 26 de abril de 2012

Bartlett y Moreno Valle, ¿despotismo ilustrado?


Por Alejandro C. Manjarrez
El gobernador Rafael Moreno Valle repite lo que al inicio de su gobierno hizo Manuel Bartlett. De ahí las protestas que se han manifestado en contra de su espectacular festejo del 5 de Mayo, fiesta que incluye varias obras faraónicas.
Antes de entrar al tema le comparto la siguiente anécdota para que usted decida si hay o no parecido entre los políticos mencionados.
Acababa de publicar un opúsculo de Carmen Serdán y se me ocurrió dejar unos ejemplares en la entonces “modesta” Casa Puebla. “Espéreme”, dijo con tono marcial el vigilante de ese día domingo. Acepté la instrucción porque, supuse, me iban a dar un recibo o a registrar mi entrega. Minutos después salió el policía y soltó: “Pásele, el gobernador lo recibirá”.
Me sorprendí porque esa no era mi intención. Así, sorprendido, entré para encontrar a Bartlett en plena revisión de las revistas y periódicos que tenía sobre su escritorio. A su lado estaba echado el Negro, un perro de raza labrador.
Conversamos brevemente sobre el contenido del librito que le entregaron. Dijo que se lo daría a su esposa para que conociera la vida de Carmen Serdán. Y en seguida preguntó lo que seguramente le inquietaba al grado del disgusto que en los poderosos propicia actitudes fallidas: “¿Por qué algunos poblanos rechazan mi proyecto Angelópolis y están en contra de recuperar el Río de San Francisco?”
Alertado por el interés de Bartlett en conocer la opinión del periodista, recordé la frase de Ignacio Ramos Praslow que ya he citado en otras ocasiones (“Al calor de la improvisación nacen con extraña fecundidad una sarta de pendejadas”). De ahí que decidiera no improvisar y responder con franqueza, lo cual también puede ser una pendejada, depende de qué lado se encuentre el de la sinceridad.
–Lo que pasa, gobernador, es que Usted ha dejado al margen la voluntad de los gobernados; es decir, no los ha tomado en cuenta y menos aun les ha pedido su opinión.
Se inquietó y puede ser que hasta se haya molestado. Hizo de lado los periódicos y en un tono duro espetó:
– Lo que estoy haciendo responde a las peticiones que capté durante mi campaña. Es lo que el pueblo me pidió.
Supongo que mi cara de duda le obligó a explayarse para comentar que difundiría las ventajas de la obra del gobierno, además de reunirse con la gente que había estado en contra del Paseo del Río de San Francisco.
–A ver si los convenzo –soltó un poco más relajado–. Tendré qué decirles que fue necesario acelerar el inicio de las obras porque el día que Salinas conoció el proyecto decidió hacer una gira por Puebla para inaugurar el inicio de las obras, lo cual ocurrió a la semana siguiente. Entenderán que no tuve tiempo de informar a nadie –se justificó–. Hubo que trabajar a marchas forzadas con la idea de convencer al Presidente para que incluyera en sus proyectos el Programa Regional Angelópolis.
Y vuelve la burra al trigo
Esta remembranza que he repetido de memoria, lleva la intención de enmarcar la protesta contra la “privatización de los fuertes de Loreto y Guadalupe”, manifestación a cargo de los tres sindicatos del INAH que, obvio, nunca fueron consultados por ser parte de la “plebe” burocrática. Me refiero a lo dicho por los profesores investigadores, arquitectos restauradores y los técnicos y manuales de esa dependencia, todos sindicalizados: acusaron al gobierno de Rafael Moreno Valle de ordenar “equívocas intervenciones en la Zona de Monumentos Históricos de los Fuertes, carentes de un proyecto ejecutivo histórico, arquitectónico y ambiental integral”, obras que se llevan a cabo con “motivo del 150 Aniversario de la Batalla del 5 de Mayo de 1862” (pueblaonline.com). Señalaron además que ello adultera, tergiversa y privatiza el emblemático espacio histórico natural de la Batalla de Puebla, injertándole un mal planeado distribuidor vial, dolosas y costosas intervenciones arquitectónicas, más la destrucción del paisaje de esta importante área agredida con “la construcción de estacionamientos concesionados, locales comerciales y zonas de recreación sujetas a pago que no dignifican, ni respetan la importancia simbólica del territorio de la célebre Batalla de Puebla contra el invasor ejército francés”.
¿Qué ocurrió? ¿Por qué el tajante repudio a las obras que son orgullo del actual gobierno, desprecio que también se manifiesta hacia la actitud del responsable administrativo del INAH?
Como verá el lector es lo mismo que le pasó a Bartlett. Esto porque a nadie de este gobierno se le ocurrió consultar con la sociedad y menos aun preguntar a los ciudadanos que por vecindad resultaban afectados: el proyecto nunca fue consensuado ni en campaña ni durante los primeros días de la actual administración. Simplemente se hizo para, como afirman los especialistas referidos, instrumentar “una celebración estilo Hollywood en un territorio ya deformando, pagando a compañías extranjeras la realización del tradicional Desfile del 5 de Mayo y ejecutando obras de costo elevado para el erario público que poco se relacionan con los sucesos de hace 150 años”.
La acusación citada podría propiciar más críticas e incluso hasta denuncias por esta nueva “intervención” contra la cual nada pueden hacer los zacapoaxtlas y xochiapulcos, tampoco Ignacio Zaragoza ni Benito Juárez quienes, además de combatir al ejército francés, tuvieron que enfrentarse a los conservadores poblanos.
¿Acaso le importará al mandatario la denuncia de marras?
Es probable que no pese a que las formas lo identifiquen con el Bartlett que vimos en su primer año de gobierno, el mismo a quien en ese momento comparé con los déspotas ilustrados del siglo XVIII.
Twitter: @replicaalex