martes, 24 de abril de 2012

Fuga de información en Puebla


Por Alejandro C. Manjarrez
El anhelo o búsqueda del reconocimiento ha propiciado que el rumor institucionalizado sea el dolor de cabeza de los gobernantes poblanos. Es una digamos que cultura política difícil de asimilar por quienes no cuentan con la poblanidad y, en consecuencia, ignoran las costumbres que presentan a Puebla como una de las entidades cuyos ciudadanos son los más difíciles de entender y convencer.
Es común escuchar el “aquí entrenos” en aquellos que necesitan demostrar su cercanía con quienes manejan el poder político e inclusive el pastoral. Su ego o urgencia de admiración los obliga a cometer las indiscreciones que los muestran cercanos al gobernante o a su equipo de primer nivel, actos en los que los periodistas nos solazamos, hechos que antes de publicarse suelen ser replicados y confirmados por los amigos del infidente. No existe ningún contrato de confidencialidad que pueda evitar ese tipo de fuga de información. Menos aun cuando el subordinado es víctima de reducción de salario u objeto de regaños y gritos que atentan contra su dignidad o estabilidad emocional.
Gracias pues a esa “cultura” conocemos lo que pretende ocultar el gobierno, ya sea porque sus actos alteran la ortodoxia jurídica, o bien porque detrás de algunas acciones hay un hecho personal que bordea o se sale del marco de la ley. Incluso nos hemos enterado hasta de los conflictos entre los servidores públicos cercanos a nuestro atildado gobernador: pleitos, mentadas de madre, cachetadas, celos profesionales, reclamos airados, empujones y arañazos, reacciones todas que trastocan la seriedad obligada para los integrantes de la administración delegada por el poder público, algunas de ellas muy ad hoc con el estilo de la carpa arrabalera. Y lo peor: ha trascendido la existencia de negocios que tanto aquí como en China son producto de la corrupción. Claro que no puede faltar el ánimo lisonjero que insufla al otro yo de quien conduce el destino del pueblo, además de coordinar las acciones del gran sarao que ya empezó a festejar el 150 aniversario de la batalla del 5 de Mayo, incluida la participación de don Gregorio.
Aumentándole a la costumbre enunciada el estilo del mandatario (en las antípodas de sus antecesores, de todos, los buenos y malos), entenderemos la razón del por qué a estas alturas (quince meses de mandato) la burocracia estatal tiene más aristas que las anteriores en el último año de su gobierno. Y por si esto fuera poco, observamos cómo las redes sociales han convertido en seres de carne y hueso a quienes antes de entronizarse eran algo parecido a un icono político, hoy, a propósito de la Semana Santa, en calidad de judas carnavalescos.
Esta en chino
“Las palabras elegantes no son sinceras; las palabras sinceras no son elegantes”, dijo Lao-Tse. Esta frase traza el modo de ser de algunos poblanos que usan las expresiones barrocas para ocultar sus verdaderas intenciones, los mismos que mientras doran la píldora al titular del poder Ejecutivo, hacen bajo de cuerda su labor “informativa”. Pero también pergeña el efecto de la crítica que se basa en la obligada sinceridad que tanto incomoda al grupo morenovallista, acción que marca el derrotero de los periodistas (me incluyo).
Esa sinceridad vertida por algunos colegas, ha puesto amohinados a varios secretarios morenovallistas, sobre todo a los que se sienten miembros distinguidos del Olimpo camotero. Ángel Trauwitz uno de ellos. Otro Cabalán Macari. Uno más Luis Maldonado. Pablo Rodríguez el cuarto. Y no podían faltar los elegantes Jorge Aguilar Chedraui y Antonio Gali Fayad, éste último con las huellas en el rostro que dejan las presiones y el exceso de trabajo. En fin, son servidores públicos cuyo actuar es escudriñado por la sociedad a la que se deben, costumbre con la que podrían no estar de acuerdo y por ello hasta enojarse al grado de la pataleta, dependiendo el ánimo, sensibilidad e inteligencia de cada cual.
Preguntarán los lectores e incluso los funcionarios mencionados: ¿y cómo evitar esa fuga de datos que propician desde chismes hasta revelaciones sobre hechos que pueden caer en la ilegalidad?
Según este columnista hay dos formas ambas en chino: una, la que conlleva el peligro de exacerbar las reacciones, y la otra que, dadas las características de los afectados, resulta poco menos que imposible; a saber:
a)     Correr a los poblanos que quedan dentro de la administración pública para que se conserve el secreto de lo que no debería de existir, y
b)     Bajarse de la nube para actuar como lo que son: servidores públicos cuyo salario lo paga el pueblo.
Mientras ocurre el milagro seguiremos informándonos para constatar las infidencias de los poblanos que buscan el reconocimiento de sus congéneres, ejercicio en el que sueltan datos, cifras y hechos cuya consecuencia podría encajar en la definición “justicia divina”. Ha pasado desde hace cien años, costumbre o tradición que no tiene por qué cambiar.
Twitter: @replicaalex