lunes, 24 de marzo de 2014

Los hombres del gobernador*


(El cuerpo)

Como la vista es al cuerpo,
la razón es al espíritu.
Aristóteles

Por Alejandro C. Manjarrez
¡Es un diablo!
¡Es un ser iluminado!
¡Es uno de los descendientes del Olimpo!
¡Es el conquistador que necesitan los mexicanos!
Estas y otras exclamaciones anidan en la mente de los hombres del gobernador poblano. Algunos le temen. Otros necesitan su “luz”. También hay quienes lo miran como si fuese chozno de Zeus y por ende capaz, como aquel, de convocar las nubes y distribuir las lluvias para que fructifiquen las milpitas de los elegidos. Ah, y no faltan los cómplices en el gran proyecto que dicen habrá de ubicarlos en Los Pinos.
¿Quiénes? ¿Cuáles? ¿Nombres? ¿Generales? ¿Currículo?
Lo anticipé y hoy inicio por el servidor público más cercano al corazón del Gran Jefe, amigo desde los tiempos de Timbiriche y Paulina Rubio, además de compañero en el culto al cuerpo. Me refiero a Cabalán Macari Álvaro, descendiente de Cabalán Macari Tayún, el hombre que llegó de Líbano para dejar huella de sus habilidades financieras que incluyeron el patronazgo y la aplicación y/o distribución personalizada de sus obligaciones fiscales. Lo curioso es que el gobierno de México haya hecho un reconocimiento a Macari Tayún no obstante que éste nunca pagó impuestos porque, dijo, prefirió usar ese dinero para ayudar a los jodidos. Y así lo hizo. Y bien hecho. “Mejor se lo doy a los pobres que a los corruptos”, pudo haber pensado.
Cabalán ahora poblano y antes yucateco—, después de muchos años de esfuerzo (tal vez diez, menos que Fox), logró su licenciatura en administración de empresas (Ibero, Puebla). Dice la página del Gobierno de Puebla, que también cuenta con una maestría en ingeniería de calidad, supongo que obtenida en alguna de las sesenta universidades que hay en Puebla o, como Tony, en el Instituto de Administración Pública del estado cuya dirección, manejo financiero y decisiones académicas dependen de la administración gubernamental.
Macari inició su actividad burocrática como sub director general de Adquisiciones en el gobierno de Melquiades Morales Flores, cuando su hoy jefe fungía como secretario de Finanzas y Desarrollo Social. Recién llegado a Puebla inauguró el gimnasio de Acuática y tuvo la membrecía gratuita gracias a que su físico adornaba el local. El día que le dijeron que tenía que pagar la cuota se ofendió y decidió ausentarse de ese espacio de culto al cuerpo, lugar en el que, hay que decirlo, también estuvo inscrito el entonces secretario de Finanzas y hoy su paradigma (Rafa fue socio hasta que el arquitecto terminó de construir su casa que incluyó un lujoso gimnasio personal. Cuentan los de Acuática que ambos físicos arrancaban expresiones de admiración).
Una vez consolidada la primera parte del “Proyecto Los Pinos” (la gubernatura), Cabalán fue designado titular de la Secretaría de Administración y más tarde secretario de Infraestructura. En el segundo caso siguiendo la tradición rafaeliana consistente en omitir el requisito de la experiencia en áreas específicas (Jorge Aguilar Chedraui es otro ejemplo: tuvo a su cargo la Secretaría de Salud que, dicen los que sí saben, requiere profundos conocimientos médicos. De esto escribiré en otra entrega). Empero, la falta de experiencia se suple con la orientación de quien, como lo digo arriba, es un ser burocráticamente iluminado.
En fin, Macari llegó a la dependencia después de Tony Gali Fayad, otro administrador público sin conocimientos en obras civiles de envergadura pero, eso sí, ducho en construcciones lujosas y planes de desarrollo, incluido el personal y el familiar.
No resisto la tentación de hacer este paréntesis para recordar (sin relacionarlo, que conste) a Makariy, el ser iluminado que mostró el camino de la magia y la manipulación de egos al místico Rasputín, el monje que controló la vida de Rusia hasta que el príncipe Félix Yusúpof lo asesinó porque él lo escribió en su libro El esplendor perdido influía en la vida de la esposa de Nicolás II, el zar preocupado por y ocupado en evitar el crepúsculo de su imperio. Curiosidades del nombre, nada más.
Perdón por la digresión. Regreso al tema.
La ambrosía
Ahora ubiquémonos en Casa Puebla, o sea algo parecido al Olimpo tanto por el estilo de su principal habitante como por estar ubicado en la montaña más alta de la Angelópolis. E imaginemos un enorme plato con la ambrosía que alimenta a quienes tienen el privilegio de ser invitados a degustar esa extraordinaria comida y bebida, ingesta digna de los dioses del Olimpo camotero.
Ahí se planea el destino de Puebla, futuro que depende del “diablo”; es decir, del conquistador de voluntades y, obvio, conductor del trabajo realizado por sus elegantes y eficaces ayudantes.
¿Qué obras son prioritarias? ¿Cuáles constructores ayudan al proyecto Los Pinos? ¿Qué inversionistas dan solidez a los PPS? ¿A quién contratar para el diseño arquitectónico, político y social que requiere la capital del estado? ¿Cómo limpiar aquello que salga mal? (léase Oceanografía). ¿Qué nubes convocar para que llueva en la milpa del Señor?
Pues él, Macari Álvaro Cabalán, es el responsable directo de la estrategia. Sabe cómo y a quién contratar apegándose a la normatividad que bien conoce, domina y hasta aprendió a utilizar en la sub dirección general de Adquisiciones. Para ello tiene el apoyo y la confianza del titular del poder Ejecutivo estatal y, desde luego, el respaldo del Legislativo, donde también están los hombres del gobernador. Ya lo veremos.
*Título inspirado en la película: “Todos los hombres del presidente”, filme que detalla el caso “Watergate”.
acmanjarrez@hotmail.com

@replicaalex