viernes, 4 de abril de 2014

No se hagan "guajes", es un secreto a voces



Por Marcela Jiménez Avendaño

Muchas veces me pregunté cómo era el proceso en que varios personajes políticos a la hora de adquirir cierto poder sentían un cambio mágico que los llevaba de ser quienes eran a ser seres increíblemente guapos, atractivos, carismáticos y elegantes.

Esto se lo digo porque desde que me inicié en la labor política, hace casi 20 años, fui testigo de cómo diputados, senadores, gobernadores, miembros de gabinetes locales y federales, y personajes que manejaban los dineros de estos (por cierto públicos) se sentían con la belleza suficiente como para acosar sexualmente a decenas de chicas y chicos, la mayoría empleados suyos.

Yo misma fui víctima.  Al inicio la incomodidad es brutal. Dan ganas de botar el trabajo y meterle unas patadas al susodicho. Y es terrible, pero no nos pasa por la cabeza denunciarlo. No tenemos una cultura de denuncia para ello y creo que la impunidad es tal en todos los ámbitos que, de hacerlo, la consecuencia sobre el acosador no pasaría a mayores y el señalamiento público y marca sobre la víctima si quedarían para siempre.

Con el tiempo, aprendí a rechazar estas propuestas elegantemente y ya no me causaban tanto enojo. Sin embargo, vi también cómo muchas y muchos caían en ese juego en aras de mantener sus empleos y seguir prosperando en el sucio mundo de la política.

Y esto viene a propósito del reciente escándalo en que se ha visto inmiscuido el dirigente del PRI en el DF, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, a partir de un programa radiofónico que puso en evidencia lo que aparentemente sería una red de prostitución y trata de personas a su favor pagada con recursos partidistas –es decir, públicos- y auspiciada por su equipo de trabajo perteneciente a la estructura de partido y en las instalaciones del mismo.

Gravísimo, sí. Pero nuevo, no.

Hemos podido presenciar muchísimos escándalos sexuales ligados a personajes políticos, y no solo en México, a nivel mundial conocemos de varios. Como olvidar a Bill Clinton o a Silvio Berlusconi.  A Mario Marín y Rubén Alanís.

La diferencia entre unos y otros es el trato público, social e institucional que se les da.

La mayoría de estos casos que son denunciados en Estados Unidos y Europa terminan en juicios y en la destitución de los culpables. En México, impensable.

Algunos ejemplos.

Egober precioso se hizo tristemente famosos a partir de las conversaciones difundidas  en las que le ofrecían 2 botellas de cogñac en aparente alusión a 2 trabajadoras sexuales que le serían enviadas, la aceptación de la detención ilegal que hiciera de la periodista Lidia Cacho y lasconversaciones de índole sexual con su amante de 17 años y  su vinculación con el pederasta Succar Kuri. Este destacable personaje concluyó sus 6 años de gobierno y fue la sociedad quien le castigó con su voto en la siguiente elección sancionando a su partido y a su candidato.

Rubén Alanís diputado local panista por Baja California, renunció simplemente a la coordinación de su grupo parlamentario tras darse a conocer conversaciones con su novio de 15 años, en un claro acto de pederastia, muy similar al anterior.

Rubén Escamilla, candidato a Asambleísta del PRD, fue evidenciado en un video pidiendo favores sexuales a una trabajadora para concederle un empleo de base en la Delegación Tláhuac de la que era jefe delegacional. En el video después se les observa teniendo sexo oral.

Muy diferente a lo que sucedió con la viceministra de Cultura de Costa Rica, Karina Bolañosquien fue destituida por un video que circuló en redes sociales con ella apareciendo sólo en ropa interior en su cama enviando un mensaje sugerente a un tal Pequis”.  Y eso que aquí no estamos hablando ni de pederastia, ni de trata de personas como en los dos casos anteriores.

Silvio Berlusconi, ex primer ministro italiano y en ese momento Senadorfue expulsado del Senado y recibió una condena original de 7 años de prisión (que después pasó a 4 y finalmente a 1 año de prisión domiciliaria) e inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos tras acusársele de abuso de poder e incitación a la prostitución de menores. Este escándalo detonó cuando se hiciera público su gusto por fiestas “bunga bunga” en que varias mujeres desnudas que formaban parte de un sistema de prostitución personal le atendían. Pero básicamente fue a partir de que una joven marroquí, que todavía no cumplía 18 años, aceptó haber recibido 30 mil euros para prostituirse.

Y qué decir de Bill Clinton y el famosísismo caso del vestido manchado de Mónica Lewinsky que detonó tras la publicación de varias conversaciones que sugerían un romance entre ellos. Casi le cuesta el cargo y fue sometido al escarnio público en un juicio televisado tras acusársele de perjurio, abuso de poder y obstrucción de la justicia.

Y esto también pasa por organizaciones internacionales. Cómo olvidar a Dominique Strauss Khan, director del FMI y a Paul Wolowitzpresidente del Banco Mundial, ambos removidos de sus cargos. El primero por acusaciones de abuso sexual  y el segundo por peculado a favor de su novia.

Para el caso del “Basuritas”, bien por el PRI nacional que lo separó del cargo en tanto se investiga el asunto.

Bien por algunos políticos qurepudiaron estos actos.

Muy mal todos por hacerse guajes a sabiendas que éste no es un caso único ni exclusivo de un partido político.

No soy particularmente fan de Ernesto Zedillo pero concuerdo absolutamente con su diagnóstico. En éste, como en muchos casos, “En México faltan tres cosas, Estado de Derecho, Estado de Derecho y Estado de Derecho”.

@marcelajim