miércoles, 11 de julio de 2012

La ubre presupuestal



Por Alejandro C. Manjarrez
Dejemos que unos sufran su derrota y que los otros festejen su victoria. Así que mientras se acomoda el ambiente post electoral, hay que divertirse con el ingenio de quienes buscan echar abajo el triunfo de Enrique Peña Nieto y la habilidad del equipo de éste cuya defensa se basa en la verdad jurídica que, diría un perito en derecho, es la única que vale ante los tribunales.
Sirva pues este momentáneo abandono de la política nacional para que usted y el que esto escribe veamos varios ejemplos de lo que representa no vivir en el error.
La vida pública de la familia Morales Flores, muestra lo que puede ser un acierto ya que tanto de Melquiades como Jesús y Fernando han sido parte de las nóminas del poder Legislativo federal y local, cuatro décadas nada más. El número es resultado de la suma de tiempo en las legislaturas locales y federales en que los tres han participado. Jesús regresa por su fuero.
Enrique Doger Guerrero llegará al Congreso de la Unión con el mejor bagaje intelectual. Es digamos que un diputado leído y escribido, vocación que lo llevó a ocupar por dos periodos seguidos la rectoría de la BUAP. Después fue alcalde de la capital del estado y legislador local. Si de la diputación federal brincara a la presidencia municipal, sería otro de los casos insólitos de Puebla, ya que sumaría tres cargos de elección popular al hilo y dos décadas como servidor público (incluyo su función como rector).
José Luis Márquez es más “modesto” ya que sólo ha sido presidente municipal de Zacatlán y diputado local. Ahora lo será federal con la votación más alta del estado y hará mancuerna con su padrino y paradigma Javier López Zavala, quien también fue diputado local y llega a la federal por la vía plurinominal. Entre estos dos amigos suman más de un cuarto de siglo de estar pegados a la ubre presupuestal.
Javier Lozano Alarcón no canta mal las rancheras. Ha sido funcionario público en regímenes de diferente bandería federal y también parte de la nómina poblana (trabajó con Melquiades Morales Flores). Llegará al Senado de la República con poco más de veinte años de caminar en los pasillos de las oficinas gubernamentales. Si acaso concluye su periodo senatorial (quiere ser parte del gobierno morenovallista para estar en las finales de la sucesión poblana) completaría las tres décadas de firmar como servidor público.
Blanca Alcalá Ruiz es otro caso de longevidad burocrática. Fue diputada local para enseguida ser titular de la Secretaría de Finanzas y más tarde ocupar la delegación de Banobras, cargo que le dio el bartlista José Luis Flores Hernández. Una vez concluido el último gobierno priista, Blanca se reintegró a la administración de Morales Flores (su “jefe” era Rafael Moreno Valle), ubicación desde la cual inició el proyecto que después de un intento fallido (elección interna priista) la llevaría a la presidencia municipal de la ciudad de Puebla. Igual formó parte del gabinete de Mario Marín. Alcalá llegará a la Cámara Alta para reencontrarse con Manuel Bartlett, su adversario en la última lucha electoral. Dos décadas de aprendizaje y práctica, lapso en el cual recibió las “caricias” políticas de Bartlett, precisamente, así como el espaldarazo de Melquiades y la oportunidad de Marín Torres. Como buena tecnócrata, desde hace ocho años programó su llegada al Senado de la República.
Manuel Bartlett Díaz repetirá en el Senado después de haber sido secretario de Gobernación, Educación Pública y gobernador, además de otros cargos públicos medianos y de medio pelo. Casi cincuenta años en su haber burocrático, trayecto en el cual él hizo diputados, gobernadores y senadores.
Lucero Saldaña llegó por primera vez al Senado debido a que fue la suplente de Rafa Cañedo, cuya muerte sorprendió a todos. Lo curioso es que Rafael y Germán Sierra intercambiaron suplentes sin imaginar que de ese extraño enroque saldría una senadora. Lucero hizo bien su papel de “patricio”. Asimismo fue diputada local y dos veces federal, además de haber trabajado en la Secretaría de Agricultura y fundar el Instituto Poblano de la Mujer. Suma tres décadas de experiencia en el sector público.
Estos son, pues, algunos de los poblanos que serán legisladores. Si el lector hace la suma de los años verá que entre todos acumulan más dos siglos de formar parte de las nóminas oficiales. Diría César Garizurieta: estos sí que nunca han cometido el error de vivir fuera del presupuesto.
Lo paradójico sería que los mencionados legislaran para que en México exista la reelección.
Twitter: @replicaalex