Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal
oculto.
Proverbio
chino
Por Alejandro C. Manjarrez
Ya le he dicho y lo repito sin
rubor: Rafael Moreno Valle es el precursor de la “nueva democracia” en Puebla…
Por si el suspicaz lector levantó
la ceja con lo que digo arriba, aclaro: lo que Rafael hizo con el Congreso
local, la política estatal y los líderes partidistas, produjo el fenómeno político
que hoy vemos. Moreno Valle sería otro de los ejemplos Lampedusa si hubiese
actuado con la ortodoxia que durante décadas arrastró a Puebla a un estadio de
(valga el eufemismo) medianía democrática donde los cargos de elección popular
se negociaban para mantener tranquila a la mal llamada clase política. Sin
embargo, se rebeló (para su conveniencia claro) sin haber calculado las
consecuencias negativas que provocaría tal arrojo; rompió la inercia y despertó
al pueblo llano que, valga reiterarlo, encontró en Andrés Manuel López Obrador
al líder que promete acabar con la corrupción institucionalizada. Asimismo puyó
el ánimo de los políticos que, por aquello de las dudas, habían nadado de
muertito en una laguna de miasmas gritando: ¡No hagan olas!
Gracias pues a la ambición de
Rafael y a la prudencia o temor de quienes fueron su oposición, Puebla vivió
ocho años de ignominia política, periodo en el cual los agravios fueron guardados
en el morral de quienes hoy se manifiestan como los salvadores de la patria
chica: el efecto López Obrador les animó a salir a la escena pública
arrogándose el papel de críticos de aquello que habían callado, unos por miedo
a las represalias, y otros para seguir mamando de la ubre presupuestal.
Esa ambición rayana en el desvergüenza
hizo de Moreno Valle el objetivo de Morena: había que derrotarlo en las urnas
impidiendo que su esposa ganara la elección.
Y esa misma codicia indujo al
malogrado senador y ex gobernador a poner todo su empeño para prolongar su
cacicazgo otros seis años (ya llevaba ocho) pensando en llegar al 2024 como el
presidenciable más fuerte debido a su trayectoria, dinero y equipo electoral.
Para desventura de sus allegados, aunque ganó la elección, tal intento pereció
cuando él y su cónyuge, la gobernadora, sufrieron el aparatoso accidente en el
que perdieron la vida.
Para entonces Alejandro Armenta
Mier y Miguel Barbosa Huerta ya estaban catalogados como sus críticos. El
primero con la prudencia que aconsejaba Ricardo Monreal, líder del Senado —amigo
por cierto de su par Moreno Valle—, consejos que le obligaron a bajar el tono
de sus críticas. Y el segundo con la enjundia y el coraje inoculados por la
estrategia electoral que al final del día le despojó de la gubernatura, actitud
muy incomoda para la estructura senatorial morenista comprometida con el otrora
líder de la fracción parlamentaria del PAN.
Pasó lo que ya sabemos: se
repitió el proceso electoral y cayeron las caretas. Alejandro Rojas sacó la
matraca para echarle porras a su tocayo Armenta y, al mismo tiempo, blandió el
chicote con el cual golpearía a Barbosa y a su promotora Yeidckol
Polevnsky. Así inició la guerra en Morena, pleitos que no
tardaron en salir a la luz pública. Rojas metió las manos para que Armenta
fuera candidato a gobernador. Es obvio que esta fue su madrugadora estrategia
para fortalecer la precandidatura presidencial del líder senatorial Ricardo
Monreal, su paradigma.
Entre ese torbellino de
pasiones e intereses políticos aparecieron Enrique Cárdenas Sánchez y Alberto
Jiménez Merino, candidatos del PAN y del PRI, respectivamente. Cárdenas
desplazando a los panistas de prosapia gracias al desbarajuste interno que
produjo la muerte del matrimonio Moreno Valle-Hidalgo. Y Jiménez Merino como la
única alternativa que daría a su partido el toque de honestidad que tanto
necesita (me refiero a la honradez financiera y a la vergüenza ideológica,
actitudes en apariencia ausentes).
Grilla
y brillarás
La llamémosle nueva democracia
cuya paternidad, insisto, pertenece a Rafael Moreno Valle (al violar las normas
“embarazó” al sistema), metió a la entidad al ambiente poblano que ha
despertado la morbosidad política tanto en el escenario local como en el ámbito
nacional. Esto a pesar de que todos los estudios demoscópicos dan el triunfo
absoluto a Miguel Barbosa.
Tenemos así que Armenta acusa a
Barbosa y que Rojas apoya al senador con licencia adicionándole a su
espaldarazo las ácidas críticas contra la dirigente de Regeneración Nacional;
la intención: llevar agua al molino del “jefe” Monreal y desde luego el propio.
De ahí que Armenta no sea de ninguna manera la inspiración de semejante
estrategia. No. Sólo es uno de los pretextos para agredir, combatir y sacar de
la presidencia de Morena a Yeidckol Polevnsky, muy cercana a Andrés Manuel
López Obrador y por ende de su absoluta confianza.
Lo paradójico de esta guerra interna está en las
“alianzas” que —según muestra la grabación difundida por Edgar Moranchel (Diario Cambio)— intentó establecer
Armenta para —dijo— luchar contra el secretario general de Gobierno Fernando
Manzanilla Prieto cuya intención —aseguró el senador— es convertirse en el
poder tras el trono o suceder a Miguel Barbosa. De esta manera la “estrategia”
del grupo Monreal cayó al sedimento ese donde se mueven las grillas
pueblerinas, circunstancia que perjudica al chamaqueado Armenta Mier porque,
supongo, ahora es visto como enemigo de lo que representa AMLO: amor, paz, compañerismo,
honestidad, apertura intelectual, respeto y cordialidad entre correligionarios.
Creo pues que en Puebla
ocurrirán hechos que incluyen todo, desde los reacomodos hasta las purgas
partidistas. Por ejemplo: el PAN reestructurará sus cuadros a partir del
rescate de los militantes que fueron víctimas de dos gobiernos panistas; el PRI
se reorganizará para actuar como oposición y así poder aspirar a ser la segunda
fuerza política de Puebla, estatus que perdieron debido a la traición de
algunos militantes, en especial los que se dejaron cooptar o corromper por el
morenovallismo; y Morena tendrá que construir su prestigio
político-gubernamental a partir de quitarse el sambenito de partido populista,
populachero, improvisado.
Por eso dije al inicio de este
texto que Rafael Moreno Valle se convirtió en el impulsor de la “nueva
democracia en Puebla”. Si no hubiera hecho lo que hizo, la política local
seguiría tan igual como antes, con todo y sus nefastas consecuencias…
@replicaalex
alemandelaro@gmail.co