viernes, 31 de julio de 2015

Justo entre las naciones



Este es el pensamiento de Gilberto Bosques Saldivar*, ideas plasmadas en dos documentos, el primero correspondiente al 70 aniversario de la Constitución de Puebla, y el segundo refiriéndose a la condición de la política en los años finales del siglo xx y su proyección al xxi, opinión vertida durante la entrevista que publicó La Jornada, cuando Bosques cumplía 100 años de edad:

Mis compañeros de la legislatura Constituyente de 1917 me han conferido el honroso encargo de hablar en su nombre desde esta misma tribuna que ocupamos —hace ya medio siglo— para discutir libremente y con gallardo gesto juvenil el articulado de la que había de ser la Constitución Política del Estado de Puebla.

Trataré de encontrar la expresión que traduzca el pensamiento erguido y el ánimo cordial que alientan en este reducido grupo de supervivientes de aquella asamblea legisladora. Primero queremos ofrecer nuestro homenaje a los compañeros de entonces que han muerto en el transcurso de los últimos cincuenta años; el homenaje de nuestro recuerdo de siempre y en el acto conmemorativo de este día. Con entera convicción decimos, en honor suyo, que supieron cumplir el mandato electoral del pueblo; que ocuparon con dignidad responsable esos escaños y estas tribunas; que su palabra y su  voto se elevaron al nivel de riguroso compromiso con la voluntad expresa del pueblo, y que llegaron con nosotros al primer juramento de la nueva Constitución teniendo en el corazón y en la conciencia la  lealtad y el cariño a la patria, que —como decía Martí— ‘Sólo tiene comparación, por lo que sujetan cuando prenden y por lo que desgarran cuando se arrancan a las raíces de los arboles’. Para ellos nuestra reverencia espiritual en el recuerdo.

Se ha dicho que los legisladores poblanos de 1917 comprendimos como una cuestión de honor, la tarea que el pueblo nos había confiado. Las asambleas constituyentes tienen la misión histórica —cuando son consecuencia lógica de una autentica revolución interna— de dar bases jurídicas al orden social postulado por el pueblo triunfante. Esta fue la misión del Congreso Constituyente de Querétaro.

Y con la doctrina, los principios y las bases jurídicas de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos del 5 de febrero de 1917, trabajamos en este recinto para dar a nuestro estado federativo su Carta constitucional.

Sabíamos que en aquel año, México daba al mundo la primera constitución político–social. Vendría un año después la declaración rusa de los Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado; al año siguiente, la Constitución alemana de Weimar; más tarde, en 1931, la Constitución Republicana española; en 1936, la Constitución rusa;  en 1940 la Constitución cubana, en 1945, la Constitución guatemalteca; en 1946, las constituciones francesa, panameña, y la primera haitiana; en 1947, la Constitución venezolana;  en 1948, la Constitución italiana; en 1949, las constituciones argentina y costarricense; en 1950, la Constitución salvadoreña; en 1955, las constituciones dominicana y segunda haitiana; etcétera. Algunas de estas Cartas, de bien definido carácter político-social, han sido derogadas, suplantadas y hasta olvidadas por la acción de regímenes bastardos.

En 1917 llegamos hasta aquí como representantes populares, viniendo de la sierra, de los valles y de los llanos, de la ciudad y de la aldea, del trabajo modesto y de la cátedra y, sobre todo, viniendo de la revolución misma, de las filas combatientes, de los parajes de lucha con visibles testimonios de fuego, de plomo y de sangre. Y por ello nos fue dado el privilegio de conocer la instancia del destino patrio en la voluntad del pueblo Y tratamos de pensar ese destino y de servirle.

Aquel deber de pensamiento y de servicio nos esclareció el fenómeno social del derecho de las masas, fenómeno que después de la conflagración de 1914-1918 aparecería como consecuencia social de una guerra de masas. La Revolución Mexicana y la Primera Guerra Mundial pusieron en marcha una onda corriente de transformaciones sociales que sería fuente de las revoluciones populares de este siglo. Y en nuestra América, José Carlos Mariátegui pudo exclamar: ‘La verdad de nuestra época es la revolución’. Y Julio Romains pudo decir: ‘Ahora la democracia consiste en que todos los hombres formen parte del pueblo’. Y pensadores de alta autoridad han llegado a la conclusión certera de que una nación es más un hecho social que un hecho jurídico.  Y se dice ya que el fin último del derecho es la justicia social.

¿Cuál es la perspectiva ante este horizonte de auroras? Nuestra Revolución es un proceso que no ha terminado. En cincuenta años de Constitución y de leyes sociales, el problema agrario está en pie. Y otros problemas capitales se erizan de urgencias. México, en horas sombrías y en vientos de borrasca y huracán, encuentra siempre su camino, se yergue y sale al fulgor de sus resurgimientos, al patetismo hermoso de sus heroísmos históricos. Empuñaremos todos la bandera de las afirmaciones fundamentales. México ha sido siempre una afirmación ante el mundo.  Y nunca como en esta hora del mundo ha sido tan necesaria la reivindicación de sus grandes afirmaciones revolucionarias. Que la juventud del régimen revolucionario, en su totalidad nacional, y la juventud mexicana, toda la juventud mexicana, enarbolen con brazo y voz fuerte la verdad de nuestro tiempo, y asuman la responsabilidad de impedir que la revolución deje de ser corriente en cauce para ser estatua y aniversario, que deje de ser imperativo para ser recuerdo engalanado, que deje de ser pasión para ser desencanto, que deje de ser crisol de voluntades para ser un frío depósito de viejos laureles.

Hoy como ayer, nos duele la miseria del campesino, la ignorancia del pueblo, el opresor silencio del pueblo, la angustia del pueblo y la suspirada esperanza del pueblo. Y nos duele pensar que los dolores hondos de la masa son, a la corta o a la larga, magna germinal de justas rebeldías.

Nuestro deber es con la Revolución.

Nuestra deuda es con la Revolución.

Revolución profunda y patria plena. En la Revolución Francesa del 79 se definió el patriotismo como la defensa de una tierra que, por primera vez, siente el pueblo como enteramente suya. Que sea nuestra Patria, toda entera.

Entrevista realizada el 20 de julio de 1992, por Pablo Espinoza para La Jornada:

Nuestro siglo ha sido el siglo de las Revoluciones. Revoluciones de bandera alta bien desplegada. Un pensamiento que caminó a lo largo del siglo xx con sus componentes que han derivado para cerrar el siglo en algo que considero una verdadera desgracia: hacia una constitución de orden técnico.

Este final de siglo es el de los técnicos y de los mercaderes. Final triste para un siglo. Porque en principio el técnico es un  mutilado de la inteligencia…
Este siglo se queda con una penuria de grandes filósofos ¿en donde están?, como no hay tiempo ya los grandes estadistas, los grandes líderes también se acabaron. Se acabaron con Clemenceau y De Gaulle.

Yo creo que mientras dure este siglo de la historia del hombre, tiempo técnico, mercantil, es la oscuridad en que se termina este siglo. Ya Malraux había dicho que vamos a llegar al siglo de la oscuridad, que será el siglo xxi, porque sus raíces son estas: es triste que nuestros países se hayan reducido a ser dirigidos por los técnicos y los mercaderes y ahora todo es economía de mercado y todo es empresa y mercado.

Ha habido otros tiempos en que ha florecido el pensamiento, en que el hombre se ha integrado en necesidades de alimentación y de inteligencia y de justicia social. Ahora todo está deshumanizado. Las cosas de ahora están fuera de los tiempos del Hombre, de los seres humanos. Es cruel el régimen: de explotación, de presión, de injusticia social hacia las grandes mayorías, hacia el componente mayor del planeta. Esta es la realidad que estamos viviendo. Es triste pensar que estamos viviendo estas antesalas de un siglo de oscuridad.


acmanjarrez@hotmail.com
@replicaalex

*Se permite su reproducción siempre y cuando se cite la fuente

martes, 28 de julio de 2015

Enrique Doger Guerrero



Recupero esta entrevista que retrata al que entonces era alcalde de Puebla, hoy diputado y mañana, quizá, candidato a gobernador
Por Alejandro C. Manjarrez
Enrique Doger Guerrero es un tipo lleno de sorpresas. Y no precisamente las políticas donde ha provocado diversas controversias.
En esta entrevista muestra otro rostro, el humano, el que está obligado a ocultar para no hacerse vulnerable y por ende víctima de los enemigos de todo aquel o aquello que los rebase, incluida la inteligencia.
Imagínelo de niño comunicándose con su abuelo paterno de origen libanés, un hombre mayor y enfermo, alto de ojos claros y con una personalidad “muy fuerte”. Dice Doger que lo recuerda con cariño porque entre los dos se logró una muy buena comunicación a pesar de que uno casi no hablaba español y él no entendía el árabe. El día de mañana este recuerdo, que para Enrique es muy un “grato”, podría formar parte de sus memorias usándolo como una de las paradojas de su vida, ya que aquella facilidad para comunicarse no funciona con los políticos cuyo estilo de plano no entiende o entiende a medias. Vea usted el por qué de mi apreciación:
Dice Enrique que se ha enfrentado a la política; que ha visto su cara amable y también su cara bastante desagradable; que ha conocido la falsedad política en todas sus formas. “Hay mucha perversión en esto”, sentencia. Y agrega que ha conocido a quien compite por ser el más perverso pensando que así se es mejor político, actitud que no contribuye a nada. “Hay mucho de destrucción en la política”, concluye.
La última frase produjo la pregunta obligada, necesaria para tratar de establecer el motivo o la razón de semejante sentimiento:
¿Alguna vez te han amenazado?
—Si, directa e indirectamente...
¿Cómo?
—Pues como todavía sigo activo eso mejor lo dejaré para mis memorias, las escribiré...
Después de pensarlo dos segundos Doger se animó a ampliar la última respuesta que, intuyo, será parte de ése su libro personal:
—Una de las primeras (amenazas) que recibí fue: “Tú no eres político, no sabes los códigos”.
Justo en ese momento los claxonazos de los automóviles ingresaron hasta el despacho del alcalde como si se tratara del aviso de “arrancan” que se escucha en los hipódromos. Y Doger Guerrero “arrancó” para ampliar su revelación:
—En efecto quizás no sepa los códigos, pero en lo que sí creo es en principios y en ideas. Y si se tienen los principios y las ideas ya vas avanzando. Pero hay quienes sin principios ni ideas quieren defender un código que raya en lo mafioso.
Ahí quedó el mensaje “a quien corresponda”; el saco para el que desee ponérselo. Cambié de rumbo la entrevista y le pregunté:
—¿El personaje que más admiras?
Su respuesta fue tan amplia que de manera digamos que sucinta recorrió la historia universal, desde la Grecia antigua hasta el Renacimiento citando varios de los nombres de filósofos (“sus ideas siguen vigentes”, dijo). También se refirió a artistas como Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci; uno, acotó, además de genio fue obsesivo y perfeccionista, y el otro polifacético. La cápsula histórico-cultural terminó cuando nos metimos al tema de la política actual, que por cierto no tiene nada de histórica. Vea usted lo que dijo:
—Entre los políticos poblanos con los que he logrado convivir y aprender está Manuel Bartlett que, sin duda, es de los más completos que hay: polémico, agudo, inteligente, culto, políglota. Alguien con mucha sensibilidad es Melquíades Morales, un hombre sensible, sencillo, que sigue activo en política y que ha dado mucho a los poblanos. Y de quienes ya fallecieron y que tuve oportunidad de tratar, recuerdo a Alfredo Toxqui Fernández de Lara, el político que logró conciliar en una época muy complicada en Puebla.
La mención de los tres ex gobernadores cuya edad sumaría poco más de doscientos años, obligó al entrevistador a preguntar sobre la nueva generación, y no precisamente la política:
¿A los jóvenes qué les dirías?
—La juventud es una parte de la vida inolvidable porque es una etapa formativa; es una etapa en la cual uno despega y se asoma al mundo de los adultos que uno rechaza cuando se es joven, pero que inevitablemente va uno a llegar ahí. En la juventud está mucho de la creatividad y de la fuerza que tiene la nación. Preocupa que no se involucren en política, pero a veces es natural en los jóvenes. Ser joven es sinónimo de ser rebelde. Quien no es rebelde no fue joven. O sea rebelarse contra el statu quo, contra las cosas. En ocasiones se pelea uno hasta con los padres, pero de adulto uno entiende las cosas, cómo es la vida real. Me preocupa (ya en mi juventud empezaba a suceder pero no con la gravedad de ahora) el auge de las drogas. Es un fenómeno grave de salud pública que afecta al tejido social. Igual que el tabaquismo y el alcoholismo.
El panorama que expuso, negro por cierto si lo vemos con los ojos del pragmatismo, se atemperó con el espíritu optimista de quien parece empeñado en buscar el poder para, ha dicho, resolver los problemas sociales:
—Pero también hay grandes oportunidades. México tiene un gran número de jóvenes que seguramente van a transformar este país porque les ha tocado vivir una época en la cual ya no hay bipolaridad, no hay guerra fría...
El alcalde sintetizó lo que ocurre en el mundo y comparó los hechos con lo que pasaba en sus años mozos. El auge de la violencia en México fue la rúbrica al recorrido generacional:
—Es gravísimo lo que vemos. Antes se podía caminar por la ciudad de México, algo que hoy implica un gran peligro, sobre todo para los jóvenes... Es un fenómeno social que como autoridades debemos atender, pero con el apoyo de toda la sociedad... Hay peligros para los jóvenes de hoy pero también hay grandes oportunidades... Este es un país que encontrará un mejor desarrollo gracias al empuje y la vitalidad de sus habitantes, en especial sus jóvenes.
La referencia le recordó al escritor Bertrand Russell, Nobel de Literatura en 1950, un viejo joven que a los 90 años participaba en las protestas contra las armas nucleares. Lo leyó y al parecer quedó marcado por sus opiniones y criterios.
—Russell decía que hay jóvenes viejos y viejos jóvenes; es decir, jóvenes con mentalidad de viejo que son conservadores, conformistas, que no hacen nada. Y viejos de espíritu joven que siguen luchando. Y él era uno de ellos. Eso para mí –dijo Doger– es un modelo vivo de lo que se puede hacer, de alguien muy respetado en su época y todavía vigente...
La de Russell fue la época en que Doger usaba el cabello largo y los pantalones acampanados, los días en que nuestro entrevistado tocaba la batería, ritmo y gusto que tanto a él como a sus cuates les hizo pensar en la posibilidad de formar un grupo musical. Pero aquel que quiso ser músico y físico hoy es el alcalde de Puebla y de paso aspirante a la gubernatura. De joven, dice, era afecto al entonces deporte de ligar a las gringas que en los setenta venían a cursar los veranos “calientes” de la Universidad de Las Américas. Y hoy en esta su época de madurez es probable que muchas mujeres quieran ligárselo motivadas por el enervante y afrodisíaco perfume del poder.
Le tienes miedo al miedo, le pregunté:
—El miedo es una condición fisiológica, de defensa. Son reacciones... automáticas. Y es también una característica del Ser humano.
La respuesta fue tangencial pero lo ubicó en el rango de cualquier mortal con una diferencia: no teme a la política e incluso la ve con el estilo de los deportistas aventureros afectos a los deportes extremos. Quizá por ello simpatiza con Felipe Calderón quien, asegura convencido, está por  buen camino para afianzar a su gobierno dándole sobriedad a la presidencia de la República. “Lo más grave en un hombre público, o una mujer que se dedica al servicio público –sentenció–, es hacer gala de ignorancia”.
Después de escuchar lo que piensa de Calderón se imponía preguntar:
¿Si tuvieres oportunidad de hacerlo, qué le aconsejarías a Mario Marín Torres?
Su respuesta fue más política que académica si tomamos en cuenta los antecedentes que a uno y a otro los ubican en las antípodas:
—Mario Marín –dijo– es un político con larga experiencia, con una trayectoria muy bien definida en Puebla... y conoce perfectamente el ámbito político. Yo creo que difícilmente alguien que recién ingresó a la política partidista pudiera decirle algo parecido a un consejo. No, no tendría consejo que darle porque es un hombre con experiencia, con una carrera muy definida y que sin duda está, creo yo, tratando de hacer las cosas lo mejor que puede en beneficio de Puebla.
¿Cómo ve Enrique Doger a Enrique Doger?
—Uyy, soy el peor juez de mí mismo. La subjetividad es algo que generalmente trato de hacer a un lado porque en los juicios subjetivos casi siempre se cometen errores. Yo siempre dejo el juicio sobre un servidor a los demás. Trato de ser sensible a la crítica, de escuchar las opiniones. A veces es difícil, a veces incomoda, a veces hay críticas muy duras, pero eso te va ayudando a conducirte porque en ocasiones uno ve el bosque y no ve los árboles o a la inversa. Lo que puede decir Enrique Doger de Enrique Doger es que es un hombre que ha sido afortunado por tener muchos amigos... Además estoy muy satisfecho por los puestos que he desempeñado: fui rector en la principal Universidad del sur del país, de la cual yo egresé, y después la oportunidad de servir a mi ciudad. Imagínate qué orgullo: la ciudad que eligieron mis abuelos paternos para vivir; la ciudad donde mis padres crecieron, y la ciudad donde yo nací...
Recordó con cariño a sus padres; a su madre que murió cuando apenas iniciaba su mandato de presidente municipal. El mencionarla le indujo a hablar de la mujer, “sin duda es uno de los seres humanos más maravillosos”, dijo:
—La mujer merece un mejor y mayor reconocimiento... La mujer poblana en especial, es una persona muy participativa que sabe de política y que decide elecciones. En otras palabras: yo gané la elección de la presidencia municipal gracias en buena medida al apoyo de las mujeres.. ”.
Para saberlo con sus propias palabras, había que conocer lo que piensa sobre su deseo de suceder a Mario Marín.
—A la pregunta ¿si llegarás a ser gobernador cuál sería tu primera acción?, respondió con risa nerviosa:
—Mira, ese es un tema muy delicado que genera ámpula, preocupación e inquietud. Falta todavía poco menos de cuatro años para tener nuevo gobernador. Es un largo camino. Yo seguramente seguiré en la política y en su momento decidiré si participo o no. Por la circunstancias políticas que se viven ahora no es conveniente ni deseable manifestar esa pretensión...
Antes de concluir la entrevista envió dos mensajes, uno a quienes tratarán de sucederlo o que aspiran al gobierno, y el otro con dedicatoria personal para quienes no resisten que los políticos ejerzan su libertad de expresión:
A los primeros:
—A veces se privilegian las campañas de lodo, o de ataque cuando lo deseable es ver la trayectoria, la capacidad de los candidatos, qué cosas han hecho en su vida personal o profesional y sobre todo qué proponen, cuál es su plan, cuál es su compromiso...
A los otros:
—Lo que yo veo es una sociedad cada vez más participativa, más exigente. Nos exige a los políticos, a los funcionarios y a los medios de comunicación. Antes era cállate. Vivíamos una práctica nefasta como en la época, de sumisión, de los aztecas; yo soy el jefe y usted no diga nada, ¡cállese! No... Yo creo que dentro de los cauces legales se puede hablar... Y el día que los políticos sí le pongamos pasión, le pongamos emoción y dejemos a un lado la víscera, seguramente muchas cosas caminarán. ¿Sabes que he visto de lamentable? Que mucho de política se mueve con base en la víscera. ‘¡Ah, me cae mal, es mi enemigo!’. Y a combatirlo aunque te lleves en medio a la ciudad, al estado.... Pero bueno, es intrínseco de la naturaleza humana..
Aunque no me lo crea, sonaron las campanas de Catedral, y se escuchó el tañido lamentable de la María...

@replicaalex

jueves, 9 de julio de 2015

El laberinto de Manuel Bartlett


Por Alejandro C. Manjarrez
Tiene sus consecuencia eso de ser crítico del gobierno. Una de ellas consiste en que el poder programe una campaña de desprestigio valiéndose de las plumas alquiladas y, a veces, utilizando a los “cadáveres” políticos cuyo oxígeno suele ser el dinero o, en el mejor de los casos, la necesidad de “revivir” aunque para ello tengan que mentir o tergiversar la verdad.
El ejemplo más reciente del llamémosle cobro de facturas, es el senador Manuel Bartlett Díaz, un ex priista cuya información lo convirtió en el crítico más incómodo del gobierno peñista dado que conoce las tripas y cañerías del sistema político mexicano y desde luego del PRI. Por eso, supongo, el señor Héctor Berréllez abrió el viejo expediente, en su momento resuelto tal y como se explica más adelante.
Primero un antecedente:
“Manuel Bartlett necesita aclarar a los poblanos el por qué la DEA lo involucra con el narcotráfico y el asesinato de Kike Camarena”, escribí en diciembre de 1992 (Periódico Sintesis)
A la mañana siguiente se llevó a cabo la rueda de prensa en la cual el entonces gobernador electo rompió el silencio que él mismo se había impuesto para no meter ruido al gobierno que vivía su último suspiro; el de Mariano Piña Olaya.
Ese día Bartlett habló fuerte, seguro y enérgico. Se le notaba convencido de lo que decía. Recicló y puso de moda el dicho “al que no le guste el calor que no se meta a la cocina”. Su rostro tranquilo, seguro y sonriente enmarcó cada una de las respuestas y opiniones que articuló y gesticuló.
Sólo una pregunta, la del reportero de Proceso, le obligó a usar el gesto duro que tenía preparado para cuando la ocasión lo ameritara:
— ¡Claro que tengo la calidad moral para gobernar a los poblanos! —dijo enfático el ya gobernador electo.
El hecho ocurrió días antes de que tomara posesión del cargo que Carlos y Raúl Salinas de Gortari le habían concesionado para alejarlo del centro neurálgico del poder político nacional. Su presencia parecía provocarles prurito, desazón, inseguridad e inquietudes de carácter personal. Los hermanos Salinas seguramente estaban ciertos de que el ex secretario de Gobernación conocía muy bien las entrañas del Estado; que su información confidencial era abundante; y que había recopilado cientos de fichas sobre la vida secreta de los miembros del gabinete, incluidos ellos. “Si Manuel sigue cerca de nosotros —deben haberse dicho—, nos causará graves problemas; quiere ser Presidente.”
Off the record
Cuando concluyó la rueda de prensa fui tras la entrevista exclusiva puyado por lo que me había dicho casi en secreto mirándome a los ojos y blandiendo su dedo flamígero: “Afile la pluma para que escriba bien lo que voy a declarar”. “Ya está afilada, licenciado”, le respondí en el mismo tono pero sin el brusco movimiento del índice.
Entré a su oficina después de media hora de antesala. Lo flanqueaban Jaime Aguilar Álvarez y Jesús Hernández Torres, sus dos colaboradores de absoluta confianza. Tres bromas y otro tanto de preguntas me abrieron el camino para “interrogarlo”:
— ¿Por qué lo involucraron con el crimen de Camarena? —pregunté.
Otra vez su mirada penetrante y de nuevo su dedo flamígero.
—Mire usted. Lo que le voy a decir es off the record. Pero tome nota para que sepa las cuatrocientas razones de esa patraña…
Y empezó su relato:
El calor de la cocina
—Cuando llegué a la Secretaría de Gobernación, encontré que en la Dirección Federal de Seguridad habían cuatrocientos agentes inmersos en la corrupción. Nombré como jefe a un general, y éste también fue corrompido. Analicé el problema y la solución más adecuada para resolverlo fue desaparecer la dependencia. Pero para poder hacerlo sin sospechas ni protestas tuve que echar mano del jefe del archivo. ‘Hágase cargo de la liquidación de aquella oficina brutalmente corrompida’, le dije. Y lo instruí para que cesara a los agentes previa invitación a que reingresaran a la Secretaría mediando las solicitudes que llenarían el equipo secretarial. La única condición para su reingreso fue que aceptaran ser investigados y sometidos a exámenes psicológicos y médicos. Nadie, ninguno de ellos hizo la solicitud. Y así se acabó la Dirección Federal de Seguridad.
Las caras de Jaime y Jesús mostraban la sorpresa que les provocó la confidencia de su jefe y paradigma. Puede ser que lo supieran, sí, pero como información reservada del influyente secretario de Estado.
Bartlett, que parecía disfrutar con el asombro de sus dos alfiles, decidió rematar su testimonio y dijo endureciendo la expresión de su rostro:
—A esos agentes corruptos, muchos de ellos socios de los narcos, debo la calumnia que se ha venido manejando desde hace varios años. Quisieron desprestigiarme, les pagaron para que lo hicieran. O les prometieron impunidad.
Cuatro años después de aquellas revelaciones, Raúl Salinas de Gortari cayó en la cárcel. Su hermano, ya ex presidente, no pudo evitarlo.
El prestigio de la otrora poderosa familia se había ido al sótano de la política nacional: los nombres de Carlos y Raúl figuraban en una o varias de las líneas de investigación sobre los crímenes del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Francisco Ruiz Massieu y Luis Donaldo Colosio Murrieta. La sociedad civil compartió las sospechas.
De haber querido, Bartlett habría revelado algunos de los secretos que guarda en su archivo personal. Sin embargo, prefirió callar porque ése no era el momento para desnudar al sistema político mexicano. Además deseaba ser candidato del pri a la presidencia de la República, intención que le impidió sacar a la luz las historias de aquellos “muertos”, antecedentes que pudieron haber “matado” a los vivos; es decir, a quienes se habían pasado de listos.
Como lo dijo Bartlett en aquella entrevista (off the record sólo durante su mandato): decidió aguantarse, sin rechistar, los calores de la cocina de la República hasta que ingresó al Senado (la primera vez). Ahí se mutó para, al fin inteligente y hábil, mostrarse como el más cáustico crítico del sistema político mexicano valiéndose, obvio, de su información privilegiada y de lo que aprendió en el útero gubernamental, espacio donde se formaron hombres como él y los hermanos Salinas de Gortari.
Lo que acaba de leer hizo las veces de preámbulo al siguiente comentario publicado en mi libro La Puebla variopinta, conspiración del poder (Ed. Cruman, 2015), datos ampliamente difundidos en Internet, mismos que resumo y comparto con el propósito de mostrar al lector el antecedente de lo que intenta ser un escándalo mediático, en apariencia auspiciado por los enemigos políticos del senador y los comunicadores amigos del gobierno u hostiles al senador.
“En 1990 la dea lo inculpó en el caso de su agente Enrique Camarena, mencionándolo en la misma lista donde aparecieron el ex procurador Enrique Álvarez del Castillo y el general Juan Arévalo Gardoqui.
“Según algunos analistas, la publicación de esta información fue promovida por Carlos Salinas de Gortari a través de una filtración que realizó la dea, organismo al que Bartlett demandó ganándole un juicio civil para enseguida entablar uno penal contra el ex director de la Agencia de marras. Sin referirse al hecho, Carlos Salinas desmintió esta versión en su libro Un paso difícil a la modernidad, obra en la cual publica los pormenores del affaire diplomático entre su gobierno y el de Estados Unidos.
“Un testimonio certificado por la Notaría Pública del condado de Los Ángeles, mismo que se utilizó para reabrir el caso Camarena ante el Gran Jurado de California en 1998, reveló que el grupo especial de agentes de la dea encargado de la Operación Leyenda, decidió destruir al entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, porque éste tenía mucha influencia política en México. Su interés: evitar que llegara a la Presidencia.”
En octubre del 2013 la prensa estadounidense publicó que la cia había planeado y mandado ejecutar el crimen de Kiki Camarena, agente de la dirección Federal Antidrogas (dea, por sus siglas en inglés). Se dijo que la agencia quiso cubrir las huellas de sus acciones contra la guerrilla centroamericana, actos financiados con dinero del narcotráfico.
“En su declaración notarial número 1075901, Héctor Manuel Cervantes Santos, testigo estrella del juicio que se desarrolló en Los Ángeles (agosto de 1991 a septiembre de 1992) para identificar a los culpables del asesinato de Enrique Camarena, narra el cómo fue preparado por la dea para involucrar a Bartlett Díaz y al secretario de la Defensa, Juan Arévalo Gardoqui. Los señaló como narcotraficantes y ser parte de la conspiración criminal, declaración que dio a la justicia estadounidense los elementos claves para poder detenerlos y enjuiciarlos. Cervantes Santos, ex policía y guardaespaldas del narcotraficante Javier Barba Hernández, relató la presión usada por los agentes de la dea Antonio Gárate y Héctor Berréllez, así como el fiscal Manuel Medrano. En 1995 Berréllez confirmó a su testigo que recibiría un total de 200 mil dólares, pero en dos pagos, más seis mil dólares mensuales como pensión. Y en efecto, en septiembre de 1995, David Devore de la dea entregó a Cervantes antes un cheque por 100 mil dólares; empero, nunca completaron la suma de los 200 mil ofrecidos y eso fue lo que convenció al testigo estrella de la dea para ‘desenmascarar a sus antiguos patrones’”.
Respecto al crimen de Manuel Buendía, los reporteros de Excélsior hicieron la investigación que puso en evidencia al autor intelectual del asesinato que en principio le endilgaron a Bartlett. El propio José Antonio Zorrilla había filtrado los nombres del entonces secretario de Gobernación y de Cirilo Vázquez. Su intención: desviar las investigaciones para esconder su autoría intelectual (el asesino material fue Juan Rafael Moro Ávila). No le dio resultado su estratagema gracias a los periodistas que descubrieron la trama.
Hoy vuelve a ser tema debido, creo, a poderosos intereses en cuya agenda hay otros políticos también incómodos y desde luego dos que tres periodistas. Por ello es válido recordar lo que usted leyó y ver con ojos de sospecha la disposición del viejo agente de la DEA quien le pide al presidente Enrique Peña Nieto que meta a la cárcel al senador Manuel Bartlett.
Tiene razón Bartlett: el que no le guste el calor, que no se meta a la cocina.
@replicaalex