miércoles, 28 de septiembre de 2016

Las piernas en la política


Por Alejandro C. Manjarrez
Escribió Mario Benedetti que las piernas de la amada son fraternas/ cuando se abren buscando el infinito/ y apelan al futuro como un rito/ que las hace más dulces y más tiernas.
Sin haberlo dicho y menos aun escrito, en su momento los López (Mateos y Portillo) y antes Gustavo Díaz Ordaz, coincidieron con el poeta: los tres cayeron en las “cavernas donde el eco se funde con el grito”, piernas todas que juntas hicieron historia gracias al cargo que ostentaron las amantes con quienes compartieron un poco de su poder político.
Adolfo, Gustavo, José, Carlos, Ernesto y Vicente “trazaron los signos” de la vida presidencial a partir de los rasgos de gloria propiciados por las piernas de sus amantes mujeres.
Cuenta el chisme, maledicencia, testimonios y en una de esas hasta la confesión de parte, que las piernas de las Serrano, Gutiérrez, Alegría, Noriega, Buenfil y Sahagún, fueron fraternas con el espíritu de la República materializado en un hombre, en un macho; que buscaron el infinito y desde luego el privilegio de compartir con los mandatarios que cayeron en sus redes las decisiones del poder presidencial después, supongo, de los orgasmos republicanos.
Son damas que forman parte de la memoria colectiva que las ha desdeñado o vistas con la envidia que es hijastra de la necesidad, hija putativa de querer ser lo que otros son y estar en o compartir el eco de las placenteras “cavernas”.
El reportaje “Amantes y esposas” publicado en la revista Réplica, me indujo a recordar para compartir con usted algunos de los pasajes donde el amor furtivo cambió o estuvo a punto de modificar el trayecto de varias administraciones. Por un lado los gobernantes que cayeron bajo el influjo del deseo sexual exacerbado por el enervante perfume del poder político. Y por otra parte las mujeres que se dejaron seducir o que conquistaron al servidor público en funciones de mandatario. Omito nombres para no incomodar a los protagonistas que, a final de cuentas, fueron víctimas de su propia influencia o carisma, los unos entusiasmados por el hecho de ser importantes, y las otras impresionadas por lo que rodea y genera el cargo de quienes primero eran su objetivo personal y después el mecenas o padrino que, además de amarlas, en muchos casos decidió resolverles su problema económico. Para ellos, obvio, hubo que cometer lo que es el ilícito que casi nunca trasciende: tráfico de influencia producto de los secretos que se fermentan bajo el calor de la sábanas.
Acudo a mi memoria y me viene a la cabeza varias diputaciones federales y estatales y algunos cargos en la burocracia dorada. Mujeres que sin haberlo imaginado se convirtieron en representantes populares. U hombres que encontraron abrigo y comprensión en las tiernas y dulces piernas de la amada (o del amado). La República convertida en tálamo, diría Cayo Valerio Catulo.
¿Y después qué?
Si ese tipo de amor no produce hijos, las historias suelen ser tristes, dramáticas, aparatosas. Pero como abundan los melodramas “después de” dejaré que el poeta romano citado –o sea Cayo Valerio– nos cuente el final de muchas de las historias que empezaron en una “caverna” y concluyeron en el vacío que se forma con el olvido, abandono, deterioro físico o la redondez de la edad y el tiempo que acaba con la belleza del cuerpo para, si la hay, sólo dejar la belleza del espíritu:
Ay de ti, desdichada, ¡qué va a ser de tu vida!
¿Quién va a estar junto a ti? ¿Quién te verá bonita?
¿Ahora a quién vas a amar? ¿De quién dirán que eres?
¿A quién vas a besar? ¿Morderás en qué labios?
@replicaalex


 se abren buscando el infinito/ y apelan al furo como un rito/ que

miércoles, 7 de septiembre de 2016

El muro de Trump, vaya ingenuidad


Por Alejandro C. Manjarrez
Dolia Estévez realizó una serie de entrevistas con varios de los embajadores de Estados Unidos asignados a nuestro país en los últimos 34 años. El libro contiene diversas opiniones y experiencias, criterios que definen a México como un socio estratégico y, por ende, respetado por necesidad u obligación diplomática. No cuesta trabajo entenderlo si tomamos en cuenta lo dicho por Carlos Pascual, por ejemplo, embajador de 2009 a 2011: “Ninguna otra relación afecta más directamente las vidas de los ciudadanos estadounidenses que la relación con México” (El embajador, Ed. Planeta, 2013).
A partir del contenido de las nueve entrevistas publicadas en el libro de marras, tenemos que concluir que la relación del vecino país con México se basa, precisamente, en la estabilidad económica, política y social de nuestra nación, principio que nos muestra el por qué los gobiernos de ambos países se han visto estimulados u obligados a llevar la fiesta en paz. Esto no obstante los desencuentros de los mandatos de ambas naciones, colisiones en parte consecuencia de las Constituciones, en un caso, la que privilegia el interés privado, y en el otro, la que antepone a lo privado el interés de la sociedad.
A partir de ello se puede decir que la propuesta de Donald Trump está destinada al fracaso. Es probable, pues, que lo del muro quede registrado en la historia como una de las tantas puntadas del candidato lenguaraz cuyo discurso lleva el tufo que despiden las acciones de los comerciantes de armas empeñados en convertir a Estados Unidos en una ínsula bélica rodeada de murallas equipadas con tecnología de punta. Empero, si acaso Trump llegara a habitar la Casa Blanca, la historia, los intereses políticos y la política internacional de su país, lo obligarían a tragarse sus amenazas o, de concretar lo que por ahora parecen balandronadas, a detonar la inestabilidad, la desesperanza y las desigualdades políticas, sociales y económicas que acompañan a los gobiernos tiránicos.
He ilustrado este breve comentario con la bandera rasgada por un rayo, gráfico que forma parte de un revelador estudio sobre México, trabajo que usted puede leer en la página http://www.voltairenet.org/article192953.html .
En efecto, como lo muestra ese estudio en particular y otros más que señalan los daños ocasionados por los personeros del capitalismo de cuates (legión preparada en la misma escuela económica del candidato Trump), México padece el embate de grupos de tensión (financiados o no) cuyo éxito se basa en hacer fracasar al gobierno, circunstancia ésta que —de acuerdo con lo dicho por los embajadores entrevistados por Dolia Estévez— propiciaría que el gobierno estadounidense se avoque a lo que siempre ha hecho para que México resuelva sus problemas, antes de que se convierta en un vecino cuyos conflictos internos trastoquen la economía de Estados Unidos de Norteamérica (y la del mundo globalizado). Por eso digo que lo del muro en la frontera norte es una ingenuidad rayana en la estupidez, actitud que, además de perturbar a las sociedades de uno y otro lado, causaría un daño terrible a las especies endémicas y, obvio, al equilibrio ecológico.
Así que para qué buscarle chichis a las víboras
@replicaalex