martes, 25 de junio de 2013

Enrique Agüera y su circunstancia



El honor es la poesía del deber.
Alfred Victor de Vigny


Por Alejandro C. Manjarrez
El 4 de abril de 2008 publiqué lo que a continuación leerá, datos que, según yo, desvirtúan gran parte de lo que han escrito o dicho algunos detractores del ex rector, los que usan su sagrado derecho de opinar y los que opinan inducidos por sus patrones, enemigos políticos del candidato del PRI-Verde Ecologista. Va:
Yo soy yo y mi circunstancia, dijo José Ortega y Gasset. Un siglo antes Benjamín Disraeli había dicho que el hombre no es hijo de las circunstancias sino que las circunstancias son hijas del hombre.
El tiempo ha dado la razón a esos dos pensadores, ya que lo que ocurre en la política, la academia, la ciencia y la literatura, entre otras de las actividades del ser humano, confirma que son el hombre o la mujer quienes con su inteligencia y labor profesionales modelan, reinventan y crean las circunstancias de su ámbito de trabajo y, por ende, de ellos mismos.
Por ejemplificar con el caso más espectacular de México, ahí tiene usted a Felipe Calderón, el presidente que para bien o para mal (hizo) de su gobierno su propia circunstancia, curiosamente la misma de su partido.
Estas no son mas que unas simples reflexiones del columnista, surgidas después de conocer el resultado de la revisión contable y académica realizada por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) a la Universidad Autónoma de Puebla. El vínculo o el “botón mental” que trajo a mi memoria los nombres de Ortega y Gasset y Benjamín Disraeli, fue precisamente el comunicado de la BUAP que refiere el dictamen que emitió la ASF para de alguna manera “calificar” el rectorado de Enrique Agüera Ibáñez
En uno de los párrafos del comunicado de marras se lee que ”la Auditoría Superior de la Federación considera que, en términos generales, la BUAP cumplió razonablemente con el objetivo de orientar su actuación mediante los proyectos formulados al amparo del Programa Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI) y con las disposiciones normativas aplicables al ejercicio, registro y control de los recursos autorizados al amparo del PIFI y del Presupuesto de Egresos de la Federación para la adquisición de bienes y servicios y para la obra pública.”
Pero el resolutivo mencionado va más allá de lo que podríamos llamar un simple resultado contable y académico. Esto porque la argumentación solventa y valida la ética laboral tanto del rector como de su equipo de trabajo. También reconoce y respalda la “transparencia y eficacia con la que se manejaron los recursos destinados para la reconstrucción y equipamiento del Hospital Universitario de Puebla”, una de las obras que garantizan la trascendencia social de la función pública universitaria.
¿Y cuál es la circunstancia de Enrique Agüera?
Pues el ser rector de la universidad que lo formó, razón que (me dijo cuando lo entrevisté para Réplica) lo ha motivado a trabajar para responder con creces a la responsabilidad que tiene con su propia conciencia y con el proyecto a futuro de la Universidad Autónoma de Puebla. (Entonces era él y la Universidad).
Por lo que podemos percibir, en la misma situación de Agüera se encuentra su equipo de trabajo. Alfonso Esparza y Óscar Gilbón Rosete, por ejemplo, responsables directos del buen funcionamiento de la administración del dinero y su control estricto, lo cual incluye todos los programas que se sustentan en la liquidez de las finanzas universitarias, acciones que dependen del trabajo de la Tesorería General, la Dirección General de Obras, del Fondo de Aportaciones Múltiples, de la Dirección de Competitividad Académica y del Programa de Mejoramiento del Profesorado. Así pues, Esparza, Gilbón y cada uno de los vicerrectores y directores de las diferentes carreras, también son ellos y su propia circunstancia.
Esta validación del manejo de los recursos que entrega la Federación a la BUAP, se deriva de la rendición trimestral de cuentas que presenta la Universidad a ese órgano federal, el máximo revisor de las cuentas públicas del país (a la sazón gobernado por el PAN). Es un trabajo que, como lo manifestó Gilbón Rosete, contralor general, nunca termina. Y a ello agregue el lector que se trata de una labor cuyo éxito depende de cómo se pongan la camiseta los funcionarios de la Universidad, entendidos de que, debo insistir, ellos son su propia circunstancia...
Hasta aquí la larga cita.
Hoy Agüera es el candidato del PRI-Verde a la presidencia municipal de Puebla capital. También es el adversario del PAN-Gobierno cuyo objetivo es derrotarlo a como dé lugar. Cambiaron los tiempos y Enrique Agüera Ibañez sigue en la misma línea, es él y su circunstancia, en esta ocasión la del guerrero que ingresó a la batalla rodeado de traidores y enfrentándose al ejército de un general acostumbrado a ganar sus propias guerras, tal y como lo planteó Disraelí.


@replicaalex

 

domingo, 23 de junio de 2013

Puebla, de película





Por Alejandro C Manjarrez

La cámara enfoca la mesa de juntas de cedro rojo. Sobre ella reposan varios pares de manos. Unas toscas y sudorosas, otras tersas y bien cuidadas.

La cámara capta la imagen de los rostros atentos. Hace un recorrido oval que deja ver la decoración de la sala en cuyas paredes cuelgan varias pinturas costumbristas. Sale a cuadro la cara del gobernador. Sonríe. Lee algunos papeles. Hay silencio. Levanta la vista, adopta su papel de anfitrión y da la bienvenida:

—Gracias por su puntualidad. Siéntanse en su casa.

Se escucha un murmullo de voces y la cámara toma de nuevo los rostros de los asistentes. Unos sonríen y otros sólo observan.

—¿Qué dicen las encuestas, señor delegado? —pregunta el gobernador.

El delegado carraspea. Mira a su alrededor. Vuelve a carraspear y dice:

—Carro completo, señor Gobernador.

El mandatario toma la palabra para interrumpir la cascada de lisonjas que empieza a formarse.

—Ya saben que agradezco sus conceptos. Representan la amistad y respeto que nos une. Manifiestan la solidaridad que ha hecho de nuestro partido la fuente de progreso que mantiene a Puebla como un estado pujante cuyos ciudadanos obligan a dignificar la esencia del país, el concepto de República…

La voz se pierde entre ecos e imágenes de los rostros que miran arrobados al emisor del discurso. Vuelve a vibrar la voz del gobernador pero ya clara y firme:

—Hay que reprecisar la voluntad del pueblo, para confirmar su firmeza, revalorar su aquiescencia y poder en el sufragio. Tenemos que poner todo nuestro empeño con el fin de que el partido siga representando, con dignidad republicana, las demandas de la sociedad. El poder es un instrumento para servir a los que menos tienen...

Se ven rostros que asienten. Uno de los invitados pide hacer uso de la palabra y en ese momento se escucha un fuerte estruendo. La detonación proviene del salón contiguo.

—¿¡Qué pasó?! —pregunta alarmado el gobernador. Antes de que alguien hable ingresa a la sala de juntas uno de los ayudantes.

¡Se le fue un tiro a René, Señor! —dice el tipo con la impresión de la muerte clavada en el rostro.

—¡¿Cómo?! —espeta enérgico el mandatario. ¡Háblale a ese cabrón —ordena.

Está paralizado, Señor —responde el ayudante.

—¿¡Está qué?... Pues sacúdanlo, carajo! —espeta el todopoderoso.

Señor Gobernador —se atreve el ayudante temblándole la voz—, la verdad es que Picasso ya está bien muerto.

—¿Picasso? ¡No por favor! ¡Esto no puede ser! —se lamenta el gobernante. Deja su lugar y apura el paso para salir al lugar de los hechos. La cámara enfoca a Picasso tirado sobre una silla. Sus brazos cuelgan y por uno de ellos corre la sangre que le sale del pecho. Voltea hacia René y éste aparece compungido con la cara hinchada aguantándose el llanto que provoca la tristeza revuelta con el pavor y el sentido de culpa. La cámara regresa al rostro pálido y asustado del gobernador. Detrás de él se nota la confusión.
Recuperado de la impresión, Óscar, el más joven de la ayudantía, corre hacia el teléfono. Lo marca y con voz apenas perceptible dice. “Que venga una ambulancia a Casa Puebla, rápido. Es urgente”.
La sangre en el piso enmarca la mudez de los testigos. El gobernador voltea a verlos:
—Aquí no ha pasado nada, ¿están de acuerdo? dice.
Los rostros confirman.
—Pero tienen que ayudarme a pensar qué hacer solicita el Jefe.
¡Saquen el cadáver al jardín! —grita uno de los ayudantes.
¡Limpien el lugar! ordena otro.
¡Que vengan los de intendencia! dice un tercero.
Se escucha la sirena de la ambulancia.
—¿Quién jijos de la chingada llamó a la ambulancia? —pregunta el gobernador.
—Fui yo Señor —responde Óscar.

—¡Que alguien la despache! Aquí no ha pasado nada, ya se los dije —ordena tajante el mandatario—.  René, ¿dónde está René? —pregunta.

La cámara enfoca a René que está paralizado, demacrado y sin entender lo que ocurre. La confusión empieza a organizarse. Cuatro ayudantes sacan el cadáver al jardín y lo colocan debajo un frondoso laurel. Pujan por la robustez de Picasso.

Muertos pesan más —comenta uno de ellos.

Pues a cuántos te has cargado, güey —dice otro.

Los tres sonríen maliciosos.

En la escena aparece la luz de la luna; sus haces traspasan las ramas del árbol para proyectarse sobre la sábana que cubre el cuerpo de Picasso.

¡El Procurador… que venga el Procurador! ¡Héctor manda por él; no, mejor tú mismo ve por él, pero ya! ordena el mandatario como si acabara de darse cuenta del problema.

René vuelve en sí y su llanto apagado ablanda el corazón de sus compañeros. Uno de ellos, el más solidario, deja salir algunas lágrimas. Otro trata de consolarlo: “Ya güey, fue un accidente. Dios así lo quiso. Eres tú quien sirvió a su designio”. Varios se ponen a rezar en silencio. Se escucha una voz que le pide por el alma de su amigo.

El gobernador regresa a la sala de juntas y con voz cansina solicita a sus invitados:

—Vamos a deliberar sobre la versión oficial de este sangriento percance. ¿Dónde está el procurador. Qué pasa con él? pregunta.

No hay respuesta. La cámara toma varias escenas dándole agilidad al momento: el jardín con el cuerpo cubierto con una sábana; los compañeros del muerto a su ladorezándole fervorosos; el gobernador manoteando y moviendo la boca; los invitadosserios, expectantes.

La escena anterior se suple con otra: entra Héctor e informa a su jefe:

—Señor, el procurador está indispuesto.

—¡Cómo que indispuesto! ¡Pues tráelo de los güevos! ¡Urge su presencia! —grita el mandatario.

—Es que está demasiado pedo, Jefe. No se puede mover. Ni siquiera es capaz de hablar…

La cámara toma la cara de uno de los invitados cuando éste dice: —Que le den un pericazo.

—¡Me lleva la chingada! —Espeta el representante del poder Ejecutivo—. Pues entonces ve por el sub procurador…

—Ya está aquí, Señor, ya lo traje —responde Héctor con voz de satisfacción.

Pasa el tiempo y se aparecen a cuadro varias personas discuten. Entra el gobernador a la sala y pregunta:

—¿Cuál es la estrategia?

Uno de ellos dice:

—Hay que hablar con los medios de comunicación para ponerlos al tanto del accidente (enfatiza en esta última palabra). Tenemos que hacerlo antes de que una voz indiscreta se nos adelante.

Se ven rostros difusos confundidos en la oscuridad. Están reunidos en torno a la mesa de juntas. Se escuchan los siguientes comentarios:

“El mensaje debe basarse en la pena que embarga al gobernador por el accidente que sufrió Picasso”.

“El jefe de ayudantes de la primera dama limpiaba su pistola cuando se le escapó el tiro que le quitó la vida.”

“Hay que decir a los directores que el gobernador está muy abatido; que les pide su comprensión y apoyo para que el accidente no se convierta en un escándalo mediático”.

Esa noche termina como si nada hubiese pasado.

Empieza otro día.

La cámara toma los encabezados de varios periódicos. Éstos giran vertiginosamente hasta que todos confluyen en el siguiente título:

“Carro completo para el partido oficial

@replicaalex

miércoles, 19 de junio de 2013

El Valiente, el Patiño y el Cincho




Por Alejandro C. Manjarrez

La política en Puebla parece no tener chiste.

Todos saben a quién sirven los diputados, por citar uno de sus efectos.

Otra secuela: pocos ignoran que los dirigentes de los partidos políticos siguen la línea de Casa Puebla, disciplina que, en el caso del PRI y el Verde Ecologista, se rompió cuando el PAN perdió la Presidencia de la República.

El tercer “fruto”: la misma práctica forma parte de la conducta de los presidentes municipales que lo fueron gracias a la influencia electoral del entonces candidato, hoy gobernador en funcionesEs el caso de Eduardo Rivera Pérez, quien está obligado a ser obsecuente si desea prevalecer en el mercado electoral como uno de los activos de la política panista. Esto siempre y cuando los militantes logren sacar a su partido del pantano donde lo han metido Gustavo Madero y el grupo calderonista.

¿Y qué diablos decir de los conspicuos miembros de la burocracia dorada estatal?

Sólo que, excepto dos, la mayoría perdió su luz, digamos que intelectual, para lograr una consecuencia extraña: la añoranza de los políticos de otros regímenes, para no ir muy lejos el melquiadista del cual salió el actual mandatario precisamente.

Por esa pachorra o mediocridad producto del control absoluto del poder, resultaba alentador el proceso electoral que vivimos. Parecía que tendríamos una interesante guerra de ideas y propuestas, encuentros adornados con arengas brillantes y de alto contenido cultural, social, económico y políticoPero no pasó nada. Unos candidatos chafearon (perdón por el término) y otros cayeron en manos de los padrotes del marketing político (otra vez perdón); es decir, en las garras de los especialistas que produjeron los encontronazos mediáticos donde la supuesta deshonestidad ha sido el hilo conductor (polarización del electorado mediante el infundio y la difamación). Lo curioso es que ninguno de los principales se salvó de los baños de mierda (tercera disculpa).

El respiro frustrado
En medio de esas campañas de desprestigio ocurrió el debate entre los candidatos a la presidencia municipal de Puebla capital. Nuestro tozudo optimismo nos obligó a creer que tendríamos algo así como una bocanada de oxígeno. Pero no. Resultó una flatulencia apestosa (cuarta disculpa), regüeldo propiciado por el formato y la parcialidad de los organizadores del show. De ahí que el talento de Enrique Agüera Ibáñez pasara desapercibido; que la supuesta actitud aguerrida de Miguel Ángel Ceballos quedara en mera suposición; y que Tony Gali se encargara de demostrarnos que, como el ratón Macías, todo se lo debe a su manager, o sea a su paradigma y jefe.

El Valiente
Pierda o gane la elección, Agüera Ibáñez quedará como el candidato bizarro ya que no obstante la elemental trampa que le tendieron, él decidió afrontarla a sabiendas de que no le favorecía ni el formato, ni la estrategia mediática, ni las condiciones del plató, ni la “dirección” de cámaras. Todo estuvo en su contra, inclusive su asesor de imagen personal. Por eso resulta admirable su valentía, actitud que quizá obedezca a su interés y entusiasmo por llegar a la presidencia municipal de Puebla.

El Patiño
Ceballos se animó a entrarle a la candidatura y todo lo que ello implica consciente de que éste fue su último coletazo en la política seria. Su papel actual para el cual pudo haber sido contratado, es restarle al PRI los votos que podrían significar la diferencia en contra de ese partido y, obvio, a favor del gallo de Casa Puebla. El Profe no tuvo asesores y por ello su presencia y discurso resultaron lamentables, sin importancia. Es ya una anécdota política equiparable a las malévolas bromas yucatecas mejor conocidas como “cultivo”.

El Cincho
La envoltura de Gali está formada por la parafernalia gubernamental incluida la preparación que lo llevó a ser candidato de la mezcla política que lleva el nombre de Puebla Unida. Esa “trayectoria” influyó en los organizadores del fingido debate para, por ejemplo, presentarlo como un ídolo mediático cuya aparición ante el respetable fue arteramente preconcebida y coincidente con su criterio (dijo Gali de sí mismo: “Dios me hizo así y no puedo ser de otra manera”. ¡Ahí Papi!). Le favorecieron las tomas contrapicadas”, según criterio de los especialistas. Y también el orden de las preguntas que no fueron tales debido a que se las avisaron con tiempo (a los tres de acuerdo con la negociación). En su caso para que él abriera y cerrara con la estridencia retórica que esperaba el vigilante y celoso público de Casa Puebla. Si no ocurre el milagro ciudadano consistente en una rebelión en contra de la manipulación política, Tony ganará la elección por una nariz metrosexual.

Todo ello me lleva a insistir en lo que digo al inicio de esta entrega: que la política en Puebla no tiene chiste ni remedio ni recato, condiciones que le han ubicado en la puerta que da acceso a los terrenos de la mediocridad.

Es cuanto sobre el hipotético debate.

acmanjarrez@hotmail.com
@replicaalex



miércoles, 12 de junio de 2013

El burócrata, el académico y el tránsfuga

La política y la corrupción: http://bit.ly/1bxF6eC


Por Alejandro C. Manjarrez
Excepto las de Jorge Aguilar Chedraui y José Juan Espinosa, candidatos que medio se salvan de la atonía propagandística (aparecen hasta en la sopa cibernética), pareciera que en la “zona metropolitana” de Puebla (Cholula es un municipio conurbado) no hay más que dos campañas: la de Enrique Agüera Ibáñez y la de Tony Gali Fayad. A ellas incluya el estiércol que cruza el espacio poblano, boñiga lanzada por los “genios” del marketing que convirtieron a los ángeles alados en chamucos coludos.
Sólo falta que esos extraordinarios “estrategas” saquen a relucir su talento valiéndose de las características de cada uno de los adversarios en la lucha por la alcaldía de Puebla. Por ejemplo: que si gana Gali digan que la ciudad tendría los mejores camellones. O que si el triunfador es Agüera nos aseguren que ya no habría vueltas y menos aún recules en Ü (perdone usted la simpleza pero el ingenio no da para más debido a lo plano de las promociones de cada cual).
En fin, respetado lector: lo más interesante del momento político que vivimos —efecto consecuencia de la guerra negra— está en la difusión de la solvencia financiera de Tony y Enrique, riquezas las dos promocionadas primero en la televisión por Denise Maerker, y después en las redes sociales, arma “ultra secreta” de quienes integran los war room del PAN y del PRI.
En el caso de Tony, el reportaje televisivo puso al equipo a parir chayotes ya que el golpe mediático se basó en su chambona declaración de bienes. Se exhibió al candidato variopinto como un ciudadano que quiso mostrarse ante la sociedad como alguien que garantizaría que la corrupción es cosa del pasado (“robamos, pero ya no volveremos a robar”). También influyó la participación de los panistas desplazados cuyo desquite se basó en denunciarlo. De ahí que a los valedores de Tony les haya salido el tiro por la culata provocándole a su candidato una horrible joroba dromedaria, misma que nunca podrá quitarse. Incluso, en un descuido, hasta podría aparecerle otra más siempre y cuando la guerra en su contra incluya a sus hijos.
El académico
Respecto al ex rector podemos decir que el “balconeo” excesivo funcionó en su persona tal y como si fuese una vacuna. Ello gracias a que el recicle de la nota en el “canal de las estrellas” (entre otras de las informaciones diseñadas con la intención de desprestigiarlo), le permitió divulgar la resolución de la PGR dictada a su favor, investigación que avaló lo que en derecho se conoce como verdad jurídica. Dicho con otras palabras: la guerra sucia lo limpió tal y como alguna vez lo dijo don Jesús Reyes Heroles:
“En el ejercicio de la política hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia”.
Y ya que traigo a colación al ideólogo del PRI cuyo legado le ha sido útil a políticos de otros partidos, engarzo su pensamiento para formar una cita, la que a mi juicio cae como anillo al dedo a los contendientes referidos y debería poner en estado de alerta a quienes votarán el próximo 7 de julio.
Hay quienes esporádicamente intervienen en la política con ánimo de hacer una buena inversión económica. Intentan con estas intermitentes incursiones no sólo recuperar lo que consideran su inversión, sino multiplicarla de tal manera que produzca los más altos dividendos posibles en el mundo. Ni los negocios deben llevar a la política, ni la política a los negocios. Se puede ser político sin dominar todos los apetitos; pero no se debe ser político sin dominar, vencer, el apetito de la riqueza.
El tránsfuga
Preguntarán dos de cada cien lectores de esta columna (me baso en las encuestas electorales, que conste): ¿Y qué onda con Miguel Ángel Ceballos? ¿Por qué el columnista no lo ha mencionado?
Parto de que existe esa duda para responder con la verdad que, reza el refrán, no peca pero incomoda.
Él también es millonario. Declaró un patrimonio de 10 millones de pesos. Imagino que desde pequeño ahorró sus domingos o que, por austera, su vida privada contrastó con su estatura de basquetbolista.
El “Chiquilín”, como lo motearon en el Estado Mayor Presidencial (ahí trabajó un rato), entró a la contienda por la alcaldía poblana seducido por el canto de las sirenas (“cultivo yucateco”, diría el clásico). Lo políticamente trágico es que puede pasarle lo mismo que en la anterior elección local ocurrió a los priistas que abandonaron su partido después de que les pidieron trabajar para mantener el registro del organismo político de la maestra Elba Esther Gordillo (¡vaya paradoja!). Ninguno de ellos ganó y todos se quedaron como el perro de las dos tortas. Algunos tristes y con la cola entre las piernas debido a que su mentora fue encarcelada, acción que les impregnó el tufo a corrupción.
Con algunas variables, ése podría ser el destino del Profe Ceballos, candidato del PT, el partido cuya vida pública depende de la respiración boca a boca, técnica a cargo de quien ejerce o le ha sido delegado el poder político.
Concluyo pues con el siguiente pronóstico, mismo que acompaño con la cita que da pluralidad a la columna:
Quien gane la alcaldía será un presidente municipal con dinero de sobra (capital que no garantiza la comprensión del criterio reyesheroliano). Pero cuidado porque como lo sentenció Carlos Castillo Peraza, filósofo e ideólogo del PAN:
Twitter: @replicaalex

domingo, 9 de junio de 2013

Puebla y sus candidatos millonarios (II y última parte)



Por Alejandro C. Manjarrez
En la primera parte de esta breve serie escribí sobre Tony Gali Fallad, el candidato de Puebla Unida cuya fortuna declarada asciende a poco más de 77 millones de pesos. Sobra hablar de ello ya que Denise Maerker abundó sobre el tema y cualquier cosa que se diga sería un “refrito”. Así que mejor abordo la digamos que leyenda de Enrique Agüera Ibáñez, el otro candidato millonario que también pasó por el escrutinio periodístico de Denise, asunto que (él tuvo a bien informárnoslo) concluyó con la investigación realizada por la PGR, dependencia federal que determinó que no había ningún delito en la forma y fondo de la riqueza del entonces rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Tanto Gali como Agüera han sido mencionados en las redes sociales más por sus antecedentes de dinero que por las trayectorias personales, mismas que al final del día coinciden en la facilidad de ambos para construirse un estatus millonario. La diferencia es que una y otra habilidades están en las antípodas respecto al método y la fuente. Y que al primero le falta ingresar a la tortuosa ruta de la denuncia e investigación ministerial, mientras que el segundo ya pasó por ahí para, como diría Salvador Díaz Mirón, cruzar el pantano sin mancharse el plumaje.
El chisme
Porque me lo han dicho varias personas, sé que circula en las redes sociales un correo cuya intención es desprestigiar al candidato del PRI-Verde Ecologista. Su contenido fue diseñado para poner en entredicho su honestidad y por ende restarle votos, quita que supuestamente beneficiaría a su adversario. Como la hablilla es la misma de antaño permítame el lector recordar algunos de los antecedentes publicados hace años (en columnas y en el libro Puebla, el rostro olvidado, segunda edición), datos que tal vez aclaren las razones de la riqueza de Enrique y de otros poblanos que encontraron su “mina de oro” en la educación superior privada.
Cuando Manuel Bartlett llegó al gobierno de Puebla, lo hizo decidido a convertir a la BUAP en la mejor universidad pública, después de la UNAM (me lo dijo en una entrevista). Para ello contrató a varios especialistas y éstos hicieron el diagnóstico que determinó lo que llamaron excelencia académica y desmasificación (Proyecto Fénix). Phillip Coombs convenció a Bartlett y éste instruyó al rector de entonces (Pepe Doger) para que se redujera la matrícula y la Universidad pudiera adicionarse al proceso de excelencia. “Si es necesario –dijo el gobernador– habrá que convencer a los jefes de línea dándoles las prestaciones que nunca imaginaron”. Ocurrió e inició la mejora en el nivel profesional del cuerpo directivo instituyéndose el Proyecto Fénix.
La desmasificación produjo el caos en el medio estudiantil. Quedaron fuera los aspirantes que se había propuesto ingresar a la universidad. Miles no cumplieron con el promedio que requería el examen de admisión de la BUAP. Y esos miles formaron la masa estudiantil que demandó más espacios en la educación superior.
Varios maestros percibieron el fenómeno y lo que sucedería después. Algunos se animaron a crear la oferta, Agüera Ibáñez entre ellos. Ahí estaba la oportunidad que sin duda aprovechó Enrique y su familia para validar lo que ha manejado en sus entrevistas cuando cita a Ortega y Gasset: “el hombre es él y su circunstancia”.
El negocio
Es conocido el hecho de que con el apoyo de sus hermanos creó su propia universidad, lo cual le permitió incorporarse al sector privado a través de uno de los negocios más productivos de México: las universidades, precisamente. Si la memoria no me falla, por esos años fungía como director de facultad en la BUAP (Administración Pública). De ahí que su familia solicitara la autorización respectiva a la Secretaría de Educación Pública.
Agüera llegó a la rectoría y sus antagónicos decidieron denostarlo con la idea de evitar su reelección e incluso su permanencia en la BUAP. Fracasaron para, sin habérselo propuesto, fortalecerlo al grado de que fue rector nueve años.
En el 2008 pregunté a Agüera Ibáñez sobre su dinero y lo que opinaba de sus críticos (entrevista en Réplica). Me respondió:
“Soy un hombre de trabajo cuyos bienes están registrados en la página de transparencia de la Contraloría. Quien quiera saber la verdad sobre mi patrimonio, no chismes ni intrigas ni descalificaciones, que investiguen. A los chismosos y mentirosos yo les digo: vayan e investiguen. Mi patrimonio es resultado del trabajo y absolutamente comprobable e histórico…”
Esa historia incluye sus servicios de consultor y desde luego su incursión en el negocio de las universidades privadas. ¿Cuánto ganas por ello? Inquirí en aquella entrevista y él sólo sonrió (nadie dice lo que dejan los negocios, información reservada para el fisco). Así que tuve que usar la imaginación y calcular las utilidades que produce el negocio: según mis números serían alrededor de cinco a diez millones de pesos de ingresos mensuales netos familiares, caudal que tuvo que invertirse en la ampliación y mejora del campus así como la apertura de varias sucursales. Negocio redondo si sumamos las colegiaturas de la matrícula que, me dicen, asciende a poco más de 10 mil estudiantes.
Este es pues Enrique Agüera Ibañez, ahora un político controvertido gracias a que se habla de tú con la diosa fortuna. Igual que Tony Gali pero con una diferencia que desde luego es peligrosa: el panista le pellizca las nalgas.
@replicaalex

miércoles, 5 de junio de 2013

Giros negros, candidatos ¿blancos?



Por Alejandro C. Manjarrez
Tanta enjundia y en algunos casos maña para ganar la elección municipal, me motiva a preguntar a los candidatos: ¿por qué y para qué quieren ser presidente municipal de Puebla?
Es obvio que si contestan me dirán que para servir a los poblanos y construir el futuro y resolver los problemas urbanos y etcétera, etcétera. El mismo rollo que hemos escuchado de otros contendientes que después fueron alcaldes.
Lo curioso es que ninguno de ellos (el actual y los pasados) dijo (o han dicho): “acabaré con el apartado ése que se llama giros negros”. Esto porque de ahí salió, sale y seguramente saldrá (si no pregúntenselo a Eduardo Rivera) los gastos extras que no pueden (ni deben) comprobarse digamos que oficialmente. Y conste que no hablamos de cantidades menores. No. La recolecta ha dado para que algunos primeros regidores hayan podido resolver su problema económico e incluso invertir en su promoción personal para, por ejemplo, buscar la senaduría.
Le platico una anécdota:
Mariano Piña Olaya, entonces en campaña para gobernador, quería que Marco Antonio Rojas Flores fuera el candidato para contender por el gobierno de la capital del estado. Pero como Rodolfo Sánchez Cruz se la había prometido a Guillermo Pacheco Pulido, el ingeniero (hijo de quien hizo las veces de pie de cría de varios políticos importantes) llamó a su amigo el secretario de Gobernación Manuel Bartlett y le pidió el favor. Bartlett accedió (compromisos de familia) e instruyó a Mariano para que fuera a verlo allá a Bucareli donde le dio, para él, la mala noticia: “Pacheco Pulido deber ser el candidato y por ende presidente municipal de Puebla”.
Mariano aguantó vara; sin embargo, ya en el poder cobró la “afrenta” al designar como tesorero a uno de sus cómplices políticos, el que le había ayudado a tomarle el pelo mediático a Miguel de la Madrid: le dio instrucciones de vigilar al grupo de Guillermo y por ende el presupuesto. Empero, Piña no sabía que las participaciones e ingresos de la Comuna eran insuficientes para sufragar la obra pública, el gasto corriente, las deudas heredadas y otras obligaciones más. Así que tuvo que caerse con su cuerno interesado en que el tesorero (su cuate) no hiciera el ridículo.
En aquel trienio (como en muchos otros) la salvación fue precisamente el producto de los giros negros convertidos ya en la fuente de algo parecido a una “caja chica” cuya abundancia resolvió las preocupaciones financieras del grupo en el poder municipal.
Sueño guajiro
La ventaja de los actuales candidatos Enrique AgÜera y Tony Gali, es que ambos son políticos pudientes (nótese que uso sus apelativos de campaña con todo y la extraña “U” mayúscula intermedia con diéresis y la agringada contracción del nombre que usa la conjunción copulativa). La razón: en este caso, el que gane la elección no tendría necesidad de utilizar para su provecho los beneficios que producen los giros negros. Pero hay un problema: los colaboradores de cualquiera de los dos. Me refiero, obvio, a quienes miran el futuro (cuatro años ocho meses) como la oportunidad de sacarle provecho a la época de las vacas gordas, o mejor dicho engordadas con los extras provenientes de la corrupción.
Ahora bien, si los vemos como posibles aspirantes a la mini o tradicional gubernatura, ambos ya deberían haberse comprometido a regularizar los negocios que forman parte de la acepción “giros negros” (la honestidad –diría el guajiro soñador– antes que la necesidad o vocación de incrementar su fortuna). Lo complicado es que semejante intención podría restarles votos ya que, por un lado, están los inspectores del Ayuntamiento (grillos algunos y otros promotores electorales), y por otra parte aparecen los propietarios de antros y negocios afines (el dinero, poderoso caballero).
Por eso dije arriba que le pregunten a Eduardo Rivera. Su respuesta, creo, sería la de un honesto servidor público cuyo arrepentimiento por los pecados cometidos (pesa el Yunque), podría inducirlo a poner a sus órdenes el mapa de la corrupción municipal.
Ah, la intención presenta un problema más: la abundancia de militantes u operadores políticos avezados en la captación de votos y cooptación de indecisos. No dude el lector que alguno de ellos (o varios) diga e incluso argumente: “es que estamos en tiempos de sumar”.
Concluyo con otra anécdota:
Durante la administración de Blanca Alcalá hubo un desfalco que preocupó al grado de la pataleta tanto a la alcaldesa como al tesorero. El encargado de manejar esa llamémosle liquidez se había clavado la lana y nadie pudo hacer nada. ¿Cómo diablos decirle a la autoridad y a los gobernados que fulanito de tal se había llevado el dinero de los giros negros? Asunto peliagudo.
Ahí está pues el tema que forma parte de la honestidad que incluye la verdad. Ya veremos si alguno de los candidatos se atreve a manejarlo primero y después a resolverlo con la energía que incluye la testosterona que presumen don Ü y míster Y.
Twitter: @replicaalex

domingo, 2 de junio de 2013

La guerra sucia y sus asegunes



Por Alejandro C. Manjarrez
¿Se acuerda el lector de la guerra sucia en la elección que hizo gobernador a Rafael Moreno Valle Rosas?
Hubo de todo, desde videos-montaje hasta parodias que dejaron mal parados a los candidatos Moreno Valle y Javier López Zavala. Los equipos de ambos contendientes sacaron a relucir su “talento” en la elaboración de marrullerías propagandísticas, ya sea para defenderse o bien para atacar. Ganó Rafael por un amplio margen y sus “estrategas mediáticos” echaron las campanas a vuelo porque, según ellos, su “creatividad” había sido definitiva para derrotar a Zavala.
Pero se equivocaron porque ese tipo de artimañas poco o nada tuvieron que ver en la motivación de los miles de priistas que traicionaron a su candidato, en algunos casos dándole la mano al adversario y en otros absteniéndose de hacer la labor que les asignaron sus coordinadores burocráticos o partidistas. Tampoco influyeron en las urnas a la sazón vigiladas por las huestes del SNTE. Menos aún incidieron para que Mario Marín Torres sacara las manos (y el dinero) del proceso que al final del día perdió su ahijado y compadre. Y, obvio, no animaron a la estructura del gobierno calderonista, personal que desactivó las “bombas electorales” preparadas por priistas expertos en ese tipo de manejos. No. La verdad es que Rafael ganó porque ante las circunstancias políticas del país, Zavala resultó un mal candidato, un político de bajo perfil, un rival fácil de derrotar, mientras que él fue una muy buena alternativa.
Hoy se repite el esquema aquel basado en denostar a los contrincantes. La diferencia está en que, por un lado, el equipo de Tony Gali Fayad (el de la guerra sucia) vive y alimenta su ego con los “viejos laureles” que supuestamente les fueron otorgados después del triunfo del actual gobernador. Y por otra parte, Enrique Agüera Ibáñez, candidato del PRI, tiene mucho mejor perfil que el mencionado Zavala y desde luego un más selecto grupo de trabajo electoral cuyos integrantes aprendieron de la derrota que la gubernatura costó al PRI, con un plus: el apoyo indirecto de los panistas enemigos de Gali, que también lo son del mandatario estatal.
Ya lo sabe el lector, sin embargo, vale la pena recordarlo:
Agüera es el candidato que sufrió las primeras agresiones en las redes sociales: los partidarios de Tony subieron varios videos viejos y “refriteraron” lo que ya había tenido una puntual respuesta del ofendido (réplica contable y jurídica). Me refiero al tema que circuló en las redes sociales, entre otras razones para desprestigiar a la Universidad, institución que en aquellos entonces parecía el principal grupo enemigo de los morenovallistas preocupados por el anti panismo de la masa estudiantil y la mayoría de los dirigentes y académicos de la Buap. Vaya, hasta investigaron la vida íntima de Agüera con la intención de encontrarle algo que sirviera a su causa. Lo paradójico es que a dos años y meses de distancia, el bumerang que ellos mismos habían lanzado regresó con más violencia para estrellárseles en la cara, fuerza que tuvo dos ingredientes curiosos; a saber: a) la participación de los panistas Violeta Lagunes y Miguel Ángel Labastida, y b) la profusa difusión en el mismo espacio a cargo de la misma periodista.
A estas alturas resulta difícil predecir cómo podría afectar o beneficiar a cada candidato la guerra sucia basada en sacarse trapitos al sol. Ya lo veremos. Lo que salta a la vista es el efecto demoledor que en principio tuvieron las revelaciones a cargo de Denise Maerker, investigación realizada por Fátima Monterrosa y Víctor Olvera, datos que han puesto en entredicho la fortuna que ostenta el candidato de Puebla Unida, patrimonio que suma más de 77 millones de pesos. A esto agregue la nota de la misma Denise sobre la “intolerancia” que el candidato Gali demostrara cuando visitó la Udlap.
Veamos el impacto inicial:
El primer video (el de la “intolerancia”) que apareció en las redes sociales tenía (hasta antes de concluir esta columna) 109 mil visitas. Y el segundo ya había alcanzado las 35 mil. El total de 144 mil visitas iguala los números que resultan de la sumatoria de los varios videos en contra Agüera, mismos que llevan más de dos años en YouTube. De acuerdo con estos números, el balance favorece al candidato de la alianza PRI-Verde.
No sé cuál de los dos llegue a ocupar la presidencia municipal de Puebla. A priori parecería que cualquiera que sea el resultado éste no beneficiará al gobernador Rafael Moreno Valle. La causa: el triunfo de Enrique equivale a la derrota del proyecto morenovallista. Y la victoria de Gali propiciaría un gobierno municipal a contrapelo, presencia que por obvias razones se le achacaría al mandatario. En esto va incluida la supuesta corrupción denunciada por Denise Maerker, así como la parafernalia gubernamental que lo convirtió en un clon político de Rafael Moreno Valle.
De una u otra forma, creo, Puebla saldrá beneficiada. Después le digo por qué.
Twitter: @replicaalex