domingo, 31 de marzo de 2013

“A mayor gloria de Dios"


San Ignacio de Loyola rodeado de jesuitas. José de Páez. Museo Soumaya
 
Por Alejandro C. Manjarrez
El Papa Francisco rompió los paradigmas del viejo esquema católico. Con lo poco o mucho que ha hecho logró disminuir el efecto de programas como aquel que nació en la reunión del Celam en Puebla, cuando el Vaticano diseñó la Teología del Cautiverio con el interés de combatir a la Teología de la Liberación. Me refiero a la época en que se trató de influenciar a las estructuras de poder, metiendo la “santa chuchara” en las decisiones gubernamentales, además de poner en acción mecanismos tendientes a restar fuerza e influencia a personajes como Don Helder Cámara (el “obispo rojo”) y Sergio Méndez Arceo.
Los viejos curas reaccionarios tuvieron éxito y echaron para atrás acuerdos como el de Medellín (la opción por los pobres). Después, en la Conferencia de Ejércitos Americanos (1987), se declaró la guerra a cualquier modalidad católica que infiltrara “comunistas” en la religión; o sea sacerdotes que —como hoy lo hace José Mario Bergoglio— se preocuparan por abatir la pobreza y eliminar el boato religioso.
Era pues la continuación de la lucha que, curiosamente, en el siglo XVII había emprendido contra los jesuitas nuestro admirado Juan de Palafox y Mendoza. El mismo pleito que en el siglo XVIII llegara al culmen cuando se suprimió a la Compañía de Jesús que entonces representaba el poder económico, religioso, político, social e intelectual. Ya lo dije en este espacio pero vale la pena recordarlo: Carlos III fue el autor de lo que Fernando Benítez llama la tragedia cultural de México. Esto porque ninguna otra orden religiosa pudo reemplazar a los jesuitas, ni como administradores ni como educadores de Nueva España. Y lo peor: “el odio y la envidia en el seno del clero llegaron a tal extremo que ningún obispo ni miembro alguno de la Iglesia protestó contra la expulsión y ni siquiera la lamentaron. Más bien celebraron en silencio la desaparición de su gran rival e intentaron aprovecharse de sus despojos” (El peso de la noche, Ediciones Era, 1996).
Pero eso es historia.
Ahora viene lo bueno y no por lo que diga el columnista sino debido a las reacciones de la clerecía que (hasta antes de que Francisco llegara a Roma) le hacía fuchi a los jesuitas. Igual como lo acostumbraron los ministros “ilustrados” de Carlos III, asesores que vieron en la Compañía una gran amenaza contra la Corona.
En fin.
Dejemos al viejo Vaticano con todo y sus aromas a dinero, y ubiquémonos en la todavía levítica Puebla de los Ángeles.
El “Padre Nacho”
Desde hace más de dos décadas conozco a Ignacio González Molina, el sacerdote jesuita que no tuvo pelos en la lengua para manifestar lo que hoy dice el Papa Francisco. (Hablo en pasado porque la autocrítica hacia el boato y la riqueza eclesiástica, será parte del nuevo discurso parroquial). Lo he escuchado señalar los errores de sus pares, actitud que le ganó desde gestos adustos hasta las malas vibras que poco a poco lo fueron marginando del ámbito de poder representado por el jerarca católico en funciones de arzobispo. Incluso, debido a esa franqueza manifestada en público y a veces desde el púlpito, Nacho fue separado de la “cotizada” iglesia del Camino para marginarlo y, oh paradoja, darle la oportunidad de anticiparse a la directriz de vicario de Roma.
Menciono al Padre Nacho por ser él la víctima a la mano del proceder de sacerdotes que —diría Ignacio Echarte, figura importante de la Compañía en Roma— prefieren la vida contemplativa, el cantar en coro y estar aislados del mundo, lo cual los ha llevado a rechazar la intemperie y el tránsito por los caminos de barro. Y además lo tomo como ejemplo de lo que han tenido que sortear los jesuitas, ahora en una posición muy interesante, por no decir de privilegio. Como lo refirió Jesús Rodríguez (El País, 17 de octubre de 2007), este nuevo viraje eclesiástico llamará a los “marines del Papa” siempre dispuestos a ser parte de la vanguardia para seguir el credo jesuita: “A mayor gloria de Dios".
Y conste que no es cosa menor esta llamémosle nueva campaña de la Compañía de Jesús. No. Como hace seis años lo escribió el mencionado Rodríguez, “la Curia General de la Compañía de Jesús, en el número 4 del Borgo Santo Spirito de Roma, es un enorme y frío palazzo en cuyo sombrío interior, el sacerdote holandés Peter-Hans Kolvenbach, de 78 años, (dirigía) a 20.000 religiosos (sacerdotes y hermanos), 200 universidades, 700 colegios y miles de obras sociales, culturales y religiosas en 127 países.”
En esas andaba el argentino Bergoglio, igual que el poblano González Molina y varios miles más de jesuitas de otras latitudes. La simbólica rueda de la fortuna que ojalá gire en beneficio de los jodidos, católicos o no.
@replicaalex

jueves, 21 de marzo de 2013

Aciertos (y asegunes) de Moreno Valle


 

Por Alejandro C. Manjarrez
El aplauso a los políticos es una manifestación prácticamente prohibida en los periodistas críticos. Se trata de una regla que no existe en los manuales o códigos de ética periodística. Sin embargo, algunos la “rompen” cuando la acción del gobernante, líder o legislador va más allá del simple cumplimiento del deber. Quite el lector de esta digamos que excepción (que debe ser sensata y coherente) a quienes se ganan la vida e incluso que se han hecho millonarios valiéndose precisamente del elogio burdo, desmedido y constante, cebollazos que sólo se los creé el destinatario y con frecuencia promotor financiero de su propia alabanza.
Sobran los ejemplos.
Dándole vueltas a la memoria encuentro algunos gobernadores que por su trabajo y actitud personal se ganaron uno o dos aplausos. Por ejemplo: Alfredo Toxqui Fernández de Lara y Manuel Bartlett Díaz. El primero sin regateo ni revire compensatorio (crítica), ya que el tipo se conservó con los pies en la tierra y nunca escondió la cara. Y el segundo con ciertos reproches, más que justificados.
Otro gobernante merecedor de la adulación fue Melquiades Morales Flores, tanto por su estilo populachero que nunca lo separó de la gente (imitó a Toxqui), como por su entusiasmo y deseo de trascender a la historia como uno de los mejores mandatarios de Puebla. Esto último le falló (y feo) debido a que varios de sus amigotes usaron su influencia para hacerse millonarios. Diría alguno de sus compadres y paisanos de Chalchicomula (tiene cientos): Melquiades borró con la cola lo que había dicho con la boca.
En este arbitrario balance no entran ni Mariano Piña Olaya ni Mario Marín Torres, por las razones que el lector bien conoce, pruebas a las cuales el columnista agrega: Mariano dejó los negocios del gobierno y también la gobernanza (que pesado vocablo) a su amigo y asesor Alberto Jiménez Morales, quien –como ya lo he escrito– se despachó con el cucharón. Y Mario manejó el poder y la administración pública acompañado de sus cuates, cómplices o socios. Antes de este par de mandatarios, estuvo al frente del Ejecutivo, Guillermo Jiménez Morales, un político cuya ortodoxia lo mantuvo arraigado a los tiempos del PRI hegemónico, autoritario y anecdótico.
Rafael Moreno Valle
Según mi apreciación, el actual gobernador ha roto la tradición política que durante décadas navegó en las aguas del populismo y la futilidad. En primer lugar porque se mostró selectivo y excluyente, circunstancias que lo alejaron de las masas y de la oratoria tradicional que acaricia el ego de aquellos que representan a los poderes fácticos. En segundo término debido a que se auto impuso la condición de convertir a Puebla, en la entidad más dinámica y de mayor crecimiento económico, de acuerdo con su particular punto de vista.
Dos hechos que por novedosos tienen sus asegunes. Uno de ellos: su mala relación con la prensa (fallaron los asesores y, obvio, su percepción sobre los periodistas y el periodismo local). Otro: la ejecutividad que no incluye la cortesía (consulta y consenso) con los grupos poblanos cuya opinión había sido importante hasta antes de su llegada al poder. Uno más: la espectacularidad de sus acciones, estilo que sacudió a los ciudadanos atrapados por su indolencia o comodidad. Y el último de esta entrega: su oído sensible a las lisonjas de aquellos que las emplean como –dice la Biblia– Josué utilizó a los siete sacerdotes para, con el sonido de sus trompetas, derrumbar las murallas de Jericó, en el caso de Rafael, las barreras que protegen al sentido común del elogio mañoso y perverso.
Respecto al choque con la prensa local, Moreno Valle nos sorprendió al cambiar la estrategia para, supongo, corregir errores y actitudes derivadas de los malos consejos. Como este talante forma parte del manual de buenas costumbres políticas (no se ha escrito pero existe), el acto deberá tomarse como una rectificación digamos que inteligente y ante lo que viene más que necesaria.
Ahora bien, con relación a transformar Puebla para hacerla trascender y –diría Manuel Bartlett– recuperar su grandeza, además del beneficio de la duda creo que el mandatario se ha ganado un cuidadoso y moderado aplauso. Señalo dos de las causas:
1.     La atracción del complejo industrial Audi cuyo impacto social y económico es incontrovertible.

2.     La gestión y organización del Tianguis Turístico que ubicó a Puebla en el escenario internacional, circunstancia que deberá acercar inversiones y capitales que habrán de servir como detonadores del desarrollo en todas sus variantes.
Para alcanzar este par de logros, Moreno Valle Rosas tuvo que impulsar otras acciones que, a pesar de su impacto y trascendencia, forman parte de las obligaciones del gobernante. No son motivo de reconocimiento pues. Y menos aún de encomio ya que simplemente cumplió con el deber que le asignó el pueblo. Para eso fue electo.
Dirá el lector suspicaz que detrás de todo lo que ha hecho el gobernador del estado de Puebla, hay intereses electorales. Y sí pero de ello hablaremos en otro espacio.
@replicaalex

martes, 19 de marzo de 2013

El palenque político de Puebla


 
Por Alejandro C. Manjarrez
¿Ya le dieron la luz verde a Enrique Agüera Ibáñez o éste, precavido y estratega como lo es, presentará su dimisión a la rectoría de la BUAP para estar en condiciones de elegibilidad?
Cualquiera de las dos circunstancias es válida. Sin embargo, como se atraviesa el periodo vacacional de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y ante la posibilidad (si acaso no se lo ha dicho el influyente pajarito) de escuchar las “palabras mayores”, Agüera tomó la decisión de adelantar la sesión del Consejo Universitario para que los tiempos no le agarren papando moscas. Esto porque la ley exige que el aspirante a cualquier candidatura renuncie a su cargo público noventa días antes de la elección. En este caso la fecha fatal caerá precisamente en los días del asueto de la Benemérita.
Conociéndolo como se le conoce, es obvio que el rector no daría paso sin huarache. Así que veámoslo ya como candidato del PRI a la alcaldía de Puebla capital. Y además como oponente de Tony Gali Fayad, sin duda el hombre que postulará el PAN.
Si este fuere el escenario tendríamos entonces una contienda llena de encuentros y desencuentros entre dos “civilizados candidatos”. Pero…
Dejo el acartonamiento del análisis político y acudo al símil boxístico porque, supongo, los dos se habrán de pegar hasta con la cubeta mediática:
En este contexto veo a Gali como el fajador que buscará un golpe de suerte para noquear a su rival. Y Agüera se me figura como el estilista que medirá la pelea esperando que su oponente no baje la guardia en pos de cuidarse el rostro dejando sin protección la zona blanda, donde curiosamente podría estar su debilidad. Me explico:
Al todavía rector le han dado todo tipo de golpes bajos, razón por la cual ya está curtido y difícilmente le haría daño su rival cuyo entrenador –hay que subrayarlo– le dirá que dirija sus golpes a esa zona e incluso ordenará a sus ayudantes que pongan en acción todas las mañas posibles. Si esto ocurre el panista recibiría una sopa de su propio chocolate y entonces sí que quedaría expuesto a recibir el golpazo que lo deje con las piernas de trapo y el prestigio en los suelos.
Diría un experto en marketing político: tanto uno como el otro tienen sus negativos. Y puede ser que le asista la razón. La diferencia está en que Agüera los ha resuelto mediática, fiscal y contablemente, mientras que a Gali aún no se los han sacado a la luz pública a pesar de sus presunciones de multimillonario (posee la mejor casa del condado y de la entidad y puede ser que hasta del país).
Ya sabemos que Agüera Ibáñez es un emprendedor que en ocho años logró cambiar el rostro de la BUAP a partir de las calificaciones de organismos nacionales e internacionales, así como de la obra arquitectónica cultural que él concibió y consensuó de acuerdo con los lineamientos de la Ley Orgánica de la Universidad. Lo mismo es del dominio público que es socio de universidades privadas, mismas que sin tener ningún vínculo con la BUAP le han redituado pingües ganancias.
Gali Fayad también es un tipo hacendoso pero condicionado a las instrucciones y directriz de su jefe el Gobernador. No hace nada sin el visto bueno del Jefe.
Otra de las peculiaridades del par, es que Enrique lleva ocho años en el ajo de la difusión del trabajo universitario, en tanto que Tony fue metido en una especie de olla exprés publicitaria. O sea que mientras el primero ha forjado su imagen institucional, el segundo lo ha hecho a la sombra del mandatario poblano.
¿Cuál de estos gallos es el bueno?
Antes de responder con un viejo chiste, le comento que con cualquiera de los dos Puebla tendría un despegue definitivo. Los cuatro años ocho meses que durará el gobierno municipal, impedirían la búsqueda de obras modestas y acciones de relumbrón, como las que hemos visto en el ejercicio municipal que corre. Lo paradójico es que Rafael Moreno Valle podría convivir en paz y en excelentes términos con cualquiera de ellos.
Ahora el chiste:
Le pregunta el novel jugador a uno de los galleros del palenque:
Oiga, ¿y cuál de los gallos es el bueno?
–El giro, mi amigo. Ése es el bueno –responde el amarranavajas.
El apostador mete todo su dinero al giro y nada que su gallo pierde la pelea. Va a ver al asesor casual y le reclama airado:
–¡Ya ni la jode usted! ¡Me engañó! ¡Perdió el giro!
–No amigo, no lo engañé –contestó el increpado–. Usted preguntó cuál era el bueno y yo le respondí. Si me hubiese preguntado cuál ganaría le habría dicho que el colorado, que es un gallo jijo de la chingada.
Así que hagan sus apuestas.
@replicaalex

domingo, 17 de marzo de 2013

El Papa vs la corrupción


 

La religión mal entendida es una
fiebre que puede terminar en delirio.
Voltaire
Por Alejandro C. Manjarrez
La gaviota que se paró en la chimenea de la Capilla Sixtina, no era una ave cualquiera. No. Llevaba el mensaje de miles de navegantes y viajeros muertos en el mar, entre ellos varios de los jesuitas cuya misión en la tierra debería conducirlos hacia la santidad. “José Mario Bergoglio será quien salve a la Iglesia”, pudo haber sido el recadito captado por el subconsciente de los cardenales del Cónclave, mismos que ignoraban el hecho a pesar de que las imágenes del pájaro estaban siendo vistas por millones de seres humanos.
¿Casualidad, suerte, señal divina, coincidencia, buenos deseos, magia?
Sólo Dios lo sabe. El caso es que la estampa del palmípedo sobre el chacuaco dio cuerda a la imaginación creadora de religiones y fábulas. Una de éstas es la de la gaviota que porta el espíritu de los marineros desaparecidos en el mar.
La otra mano de Dios
Nos cuenta Carlos Fuentes (Cinco soles de México) que cierto periodista preguntó: ¿cuándo empezó México? La pregunta fue para el grupo de mexicanos donde él participaba. Preocupado por su respuesta, Carlos pidió el consejo del escritor argentino Martín Caparrós. Éste le contestó primero con una humorada: “Los mexicanos descienden de los aztecas. Los argentinos descendimos de los barcos”. Después agregó ya con la seriedad que exigía el momento: “La verdadera diferencia es que la Argentina tiene un comienzo, pero México tiene un origen”.
No obstante esa diferencia, las dos naciones comparten historias que las relacionan. La migración europea una de ellas. Otra: la influencia española. Y la tercera, quizá la más importante: la religión católica, creencia cuyo objetivo primario fue la evangelización del indígena (según los primeros frailes, había que dotar de alma a esos “seres infelices e idólatras”). El contraste es que allá en la Argentina predomina la influencia europea, mientras que acá en nuestro terruño impera la mezcla racial cuyos credos se amalgamaron para fomentar el sincretismo, o “alma nacional” como lo definió Alfonso Reyes.
El catolicismo es “incomprensible sin sus máscaras indias”, escribió Fuentes en el libro de marras. Una de esas “máscaras” es la que surgió de los cruces imaginarios entre la Gran Tonantzin y María, la madre de Dios, encuentro que, ni más ni menos, produjo el guadalupanismo o “alma nacional”.
Regreso a la gaviota:
Una vez que el pájaro voló y salió el humo blanco por el tubo que apuntaba al cielo, vimos y escuchamos cantos, gritos, rezos, ruegos, alegría e incluso hasta el ingenio de quienes todo convierten en chiste, como el que aludió a la condición de argentino del nuevo Papa: “Debió llamarse Jesús II, che”.
Así, en poco menos de media hora, la presencia de la gaviota coincidió con el voto de las eminencias, hombres supuestamente dirigidos por la mano derecha de Dios (la izquierda ya la había quemado Maradona). El consenso favoreció al cardenal argentino-italiano.
Fue sin duda un acto de justicia y equilibrio religioso si consideramos el origen jesuita de quien se hizo llamar Francisco, nombre que adoptó sugestionado por la vida de Francisco de Asís, el santo que hizo votos de pobreza. Por boca del propio Papa nos enteramos que la sugerencia fue del cardenal brasileño Hummes: éste le pidió tener presente a los pobres.
Daños colaterales
No debemos olvidar que hubo muchos jesuitas perseguidos y asesinados en China, India y África e incluso en América. Tampoco podemos soslayar que la desgracia y la incomprensión persiguieron a los miembros del Ejército de Dios: cientos de ellos murieron en altamar cuando naufragaron los barcos que los transportaban. A este mal fario hay que agregar la tragedia cultural que también produjo enormes daños económicos: sin darse cuenta e influido por sus ministros “ilustrados” que le recomendaron expulsar a la Compañía de Jesús de la Nueva España, arguyendo causas “gravísimas relativas a la obligación de mantener en subordinación, tranquilidad y justicia a sus vasallos”, Carlos III propició lo que primero fue el sentimiento de independencia y después la pérdida de la mitad del territorio mexicano. La expulsión de los jesuitas había dejado sin control político la parte norte de México y, en consecuencia, inoculado en los mexicanos la pasión anti yanqui que el tiempo aderezó con el deseo de recuperar lo perdido, misión que llevan a cabo nuestros prolíficos migrantes.
Todo ello me lleva a suponer que el espíritu de miles de sacerdotes muertos y la energía de millones de mexicanos vivos, se unió al mensaje de la gaviota para —como ocurrió— lograr que por primera vez en la historia de la Iglesia romana, un jesuita ocupe el trono de la sede de San Pedro.
La mano de Ratzinger
Dejo atrás la magia que contagia (cacofonía válida) y pongo los pies en la tierra para suponer que el ahora Papa Emérito metió su santa cuchara con la intención de favorecer a Bergoglio. Es probable. Incluso hasta pudo haber inducido el voto de los cardenales aún influenciados por su ex papado (quite al mexicano Norberto Rivera). Tal vez hasta pensó en que José Mario sería el único Obispo capaz de limpiar la casa de Dios.
El ex Papa sabe que el argentino mira a los niños, no como objetos para saciar los bajos instintos pederastas, sino como los seres impulsores en potencia de la tradición católica que así como enseña también moldea los cerebros tiernos hasta convertirlos en promotores de la fe y, ahora, quizás, en miembros activos o adherentes del Ejército de Dios. Igualmente conoce y le consta la austeridad con que vivía el hoy vicario de Cristo, modestia que podría hacer las veces del escudo que lo proteja de la corrupción imperante en el Vaticano.
Como buen teólogo y filósofo, Joseph Ratzinger debe haber concebido la estrategia para desarticular la red de poder que a él lo mantuvo atado de manos, pies y lengua obligándolo a pensar en alguna estrategia que acabara con la corrupción en la Santa Sede. De ahí su sorpresiva y bien meditada renuncia. Y por ello su inteligente inducción para inclinar la balanza hacia el cardenal argentino (desechar esta posibilidad implica menospreciar la inteligencia y preparación del hoy Papa Emérito, el mismo que con Juan Pablo II hizo las veces de eficaz y acertado consejero político y teológico).
Me lo dijo un pajarito
Preguntará el lector de dónde saco tantas figuraciones. La verdad es que no me resultó complicado ya que a pesar de los controles, juramentos y amenazas de excomunión para los cardenales lenguaraces, al final del día trascendieron los trascendidos (declaro válida la redundancia); es decir, pudo más el protagonismo personal que la misión pastoral o los dictados del Espíritu Santo. Además es obvio que la indiscreción fue producto de las decepciones que atraparon a los cabecillas de grupos ajenos al nuevo Vicario. De igual manera es incuestionable que la llegada del jesuita al poder, indujo a sus enemigos a “soltar la sopa” para —sin habérselo propuesto claro— demostrar al mundo que son tan humanos como cualquier pecador empedernido.
Ya lo sabe usted pero no está por demás repetirlo:
Lo anterior salió a la luz pública gracias a que fue revelado por el cardenal austríaco Christoph Schönborn, declaración que tamizó con la siguiente frase: “Una de las primeras tareas del papa Francisco, debería ser acabar con la divulgación de secretos del Vaticano a la prensa”. Como Christoph estaba en la lista de los papables, debemos suponer que, tal vez por despecho, el jerarca se arrogó la condición del pajarito que delata a la parvada. A esto atribuyo la otra confesión del susodicho cardenal: "Es un escándalo que se pueda leer lo que pasó en el cónclave palabra por palabra en los medios".
Argentina, México, Roma
Aparte del orgullo de la nacionalidad y demás coincidencias de carácter intelectual (como la de Fuentes y Caparrós), entre José Mario Bergoglio y Jorge Luis Borges existen varios vínculos que los relacionaron en el tiempo debido a sus primeros encuentros con la religión. Por ejemplo:
Borges escuchó a su abuela de origen inglés citar de memoria la Biblia, lo cual —como él mismo se lo dijo a María Esther Vázquez, su biógrafa— le indujo a entrar en la literatura por el camino del Espíritu Santo. Y Bergoglio ingresó a la literatura precisamente a través de las lecturas de la obra de Borges.
Otras concordancias:
Ambos tuvieron una infancia bilingüe, uno en español e italiano, y el otro en inglés y español. Los dos enfrentaron a la dictadura con su propio estilo: el hoy Papa valiéndose de las parábolas religiosas, y el literato criticándola sin piedad intelectual consciente de que —lo dijo ante un nutrido grupo de escritores— ese tipo de gobiernos fomentan la opresión, el servilismo, la crueldad y la idiotez.
Traje a colación a Borges debido a que éste admiró al mexicano Alfonso Reyes, tal y como lo dejó asentado en las líneas finales de su artículo en la revista Sur (año 1960); a saber:
“… la memoria de Alfonso Reyes era virtualmente infinita y le permitía el descubrimiento de secretas y remotas afinidades, como si todo lo escuchado o leído estuviera presente, en una suerte de mágica eternidad. Esto se advertía, asimismo, en el diálogo.”
De la gaviota a la lechuza
Las coincidencias entre México-Argentina me llevan a concluir con la pregunta que se hacen los mexicanos agraviados por la omisión o la complicidad en los delitos de pederastia:
¿Francisco, el Papa, castigará al cardenal mexicano Norberto Rivera Carrera?
Puede ser siempre y cuando el jesuita quiera empezar a rescatar el prestigio de la religión católica.
Ya veremos si la lechuza se posa en las almenas de la Catedral Metropolitana. Y podremos comprobar si el poder de la sotana permite al Papa limpiar la casa de Dios, empezando por la sucursal México.
 
@replicaalex

martes, 12 de marzo de 2013

Peña Nieto y Moreno Valle se parecen



Por Alejandro C. Manjarrez
Al inicio del año pregunté en este espacio:
¿Dejará Rafael Moreno Valle que la política electoral de Puebla se maneje bajo el azar producto de la democracia libre; es decir, sin dirección, manipulación o adjetivos?
¿Maniobrarán sus eficaces operadores para que se cumpla el proyecto transexenal?
¿Sacrificará a los sacrificables de su gobierno con la intención de taparle el ojo al macho?
¿Decidirá ser un gobernante democrático?
El tiempo de las respuestas se abrevió debido a la estruendosa caída de Elba Esther Gordillo Morales, circunstancia que puso en alerta roja a los dieciséis gobernadores identificados con el poder que ejercía la Maestra, incluido, obvio, el de Puebla.
En esa misma entrega dije que Moreno Valle necesitaba afinar su relación con el presidente Enrique Peña Nieto y, al mismo tiempo, deslindarse de la lideresa magisterial a quien de sopetón se le oscureció su porvenir político (sobra mencionar las razones).
Antes, en el 2012, apunté que el gobierno poblano requería mejorar su relación con la prensa local ya que —dije entonces— de ello dependía la buena o mala fama de su gestión, así como su prestigio personal que por aquellos días estaba en proceso de deterioro debido, precisamente, a los errores en la política de comunicación social (también sobra referir las causas).
La escuela de Moreno Valle
No se necesitaba ser brujo para intuir ese necesario cambio. Tampoco había que consultar a los especialistas en el comportamiento humano para darse cuenta de que en Rafael se impondría el pragmatismo, escuela que forma parte de su entrenamiento profesional. Diría el filósofo de Chalchicomula, en su calidad de vidente, alquimista y taumaturgo: “Ya se veía venir, chingao”.
El golpe de timón ocurrió el pasado diciembre cuando el gobernador decidió mejorar su relación con los medios de comunicación, al nombrar a Marcelo García Almaguer como su enlace con la prensa, la una rebelde y la otra sumisa. A partir de ello Marcelo —amigo y colaborador de confianza del titular del poder Ejecutivo— empezó a operar para armar el rompecabezas que produjo lo que fue un brutal choque con los periodistas ajenos a los intereses de Rafa, como se le conoce en el grupo que se formó en Boston donde, creo, los principales armaron el proyecto político todavía en funciones.
Marcelo se puso la chaqueta y actuó con eficacia el llamémosle primer acercamiento. Hizo las veces de puente. No le costó trabajo porque conoce el medio y la lleva bien con la mayoría de los periodistas. En esas estaba cuando ocurrió lo que menciono arriba, o sea la estruendosa caída de la dirigente del magisterio nacional.
¡Ay cabrón!, fue la expresión que resume las decenas de palabrotas que seguramente estremecieron los muros de la casa del poder, locuciones que apuraron los trabajos destinados a deshacer ese imprevisto, vertiginoso y aterrador perjuicio cuya secuela pudo haber ocasionado un irreversible desgaste político.
Adiós Elba
Semejante ramalazo obligó a rediseñar el esquema que había empezado a mejorar la relación prensa-gobierno. Urgía hacerlo a partir de ése que fue un evento cuyos daños resultarían irreparables para el grupo siempre y cuando éste se hubiese atolondrado. En el necesario reacomodo reapareció el nombre de Fernando Alberto Crisanto, de los comunicadores de casa quizá el más cercano a los afectos de Moreno Valle. Así se amalgamaron el pragmatismo con la necesidad de llevar la fiesta en paz y el apremio de quitar aristas, limar asperezas y dar papachos o palmadas que nutran el optimismo de los otrora llamados tundemáquinas. Ello además de los siguientes temas de cuyo impacto —positivo o negativo— dependerá del manejo de la comunicación oficial:
  1. No meter ruidos extraños en la percepción sobre el ejercicio de la democracia. Esto para que en Puebla se afiance como una actividad libre, sin dirección ni manipulación.
  2. Conservar el proyecto transexenal ya sin los lastres que produjo el cacicazgo de la Maestra.
  3. Sacrificar a los sacrificables del gobierno en aras de la democracia y la buena relación con el poder presidencial.
  4. Crearle a Moreno Valle la imagen de un gobernante concertador, incluyente, socialmente sensible, laboralmente amable y tan amistoso como Melquiades Morales, por citar un político (perdón si exagero) paradigmático.
Aparte de lograr lo que acaba usted de leer, está la apreciación que sobre el gobernador poblano tenga Enrique Peña Nieto, por ahora el político pragmático más importante del país, el presidente cuya filosofía —valga la propuesta del columnista— incluye el histrionismo empático.
En abono a lo de histrionismo empático, le recuerdo al lector una de las frases que registró la prensa escrita, palabras atribuidas a Peña Nieto (regañó al escolta que maltrató a la mujer que quería abrazar al candidato presidencial): Chingada madre, estos son tiempos de política”.
Si usted los observa, verá que allá en el fondo Peña Nieto y Moreno Valle se parecen ya que los dos son pragmáticos y saben que la política llegó para desplazar a la tecnocracia revanchista e irreflexiva.
Ojalá.
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domingo, 10 de marzo de 2013

“Puñales y maricones”



Por Alejandro C. Manjarrez
El príncipe Félix Yusupof encontró la oportunidad de salvar su prestigio cuando Rodzianko, presidente de la Duma, le dijo: “¿Qué se puede hacer cuando todos los ministros y todos los que rodean a Su Majestad son hijos de Rasputín? La única probabilidad de salvación sería matar a ese miserable, pero en toda Rusia no se encuentra un hombre que tenga el valor de hacerlo. Si yo no estuviera tan viejo me encargaría de ello”.
Estas palabras detonaron la conjura que encabezó el príncipe referido, autor del crimen más espeluznante de la Corte rusa de aquellos entonces. Primero lo envenenó con cianuro. Al ver que el veneno no surtía efecto, disparó su arma en pleno corazón, pero el monje loco siguió vivo. Uno de los cómplices del príncipe jaló el gatillo dos veces más; sin embargo, el odiado asesor de la zarina se negó a morir. Preocupados por la resistencia física de la víctima, Yusupof decidió envolver con un tapete al agonizante místico y atarlo para entre varios aventarlo al río. Finalmente Gregorio Efimovitch Rasputín murió ahogado.
Lo espeluznante de este crimen está en que el propio príncipe contó la historia en el libro que publicó ex profeso (El esplendor perdido). Quiso librarse así de los rumores que ponían en duda su virilidad e incluso aseguraban que él había sido sodomizado por el monje. Por eso el odio y su extrema y malévola forma de defenderse de la homofobia que existía en la corte rusa, actitud común en las mentes poco iluminadas o con algún problema de identidad sexual.
La Suprema Corte
De alguna manera ese tipo de historias son parte del entramado del tema que recién abordó la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). De ello ha dado y seguirá dando cuenta Carlos Meza Viveros, abogado consultor de la causa en cuestión que en última instancia ganó Armando Prida Huerta.
Seguramente el lector se enteró de que los ministros determinaron que independientemente de que las expresiones sean coloquiales, su sola manifestación en un medio de difusión masiva tiene una connotación homofóbica y por ello lesiona los derechos humanos de ese sector social. Asimismo ha quedado establecido que las palabras “maricón” y “puñal” representan expresiones de odio frente a quienes tienen preferencias sexuales no heterosexuales.
Como al lector le costa, la resolución de la SCJN ha sido comentada en los medios de comunicación de México, España y Latinoamérica. En algunos casos por “defensores de la libertad de expresión” que no entendieron o no quisieron entender el fondo de la sentencia porque, supongo, la decisión de la Corte atentó contra su falta de ingenio o inteligencia para expresarse y escribir sin hacer uso del insulto procaz y burdo.
Lo que viene
Ahora sigo con el digamos que proemio al tema que ampliaré cuando se cumpla la otra sentencia, la que antes se dictó a mi favor misma que no fue recurrida. Mientras llega ese día le cuento que mi demanda fue consensuada con mi esposa e hijos ya que ellos compartieron conmigo la indignación de semejante referencia, epítetos sin más sustento que la absurda imaginación aderezada con el deseo de ofender.
La inteligencia en la expresión escrita permite el uso de figuras incluso mucho más agresivas que los rústicos vocablos “puñal” y “maricón”. La de sor Juana Inés de la Cruz, por ejemplo, una mujer vilipendiada por quienes envidaban su talento e hicieron mofa de su origen paternal. A esos seres menores la poetisa les mandó el siguiente mensaje que bien podría interpretarse como una sutil pero contundente mentada de madre:
Más piadosa fue tu madre / que hizo que a muchos sucedas; / para que, entre tantos, puedas / tomar el que más te cuadre.
Refiero a sor Juana porque no ha faltado el historiador que haya supuesto en la musa un cierto lesbianismo. Si acaso esa fue su condición, es obvio que ésta hizo las veces de pie de cría intelectual al talento literario de poetas y escritores homosexuales. Es el caso de Óscar Wilde, André Gide, Marcel Proust, Paul Verlaine, Arthut Rimbaud y Salvador Novo, por citar a cuatro talentosos europeos y un mexicano. O de otros que aún viven a los cuales respeto aunque yo sea heterosexual.
Bueno, hasta aquí la introducción que busca atemperar los efectos de la boñiga periodística condenada por la SCJN, expresiones comúnmente usadas con la deliberada intención de insultar no así para señalar la condición de las personas. O peor aun cuando detrás del vilipendio existe algún titiritero que le molesta el ejercicio responsable y honesto de la libertad de prensa.
Se lo comento después.
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martes, 5 de marzo de 2013

Elba Esther, una bomba peligrosa



Por Alejandro C. Manjarrez
Elba Esther Gordillo Morales no supo leer los mensajes políticos del presidente Enrique Peña Nieto. Además se olvidó de que el dinero no proporciona amigos, sino enemigos de mejor calidad. Su mal habida su riqueza personal le tapó los ojos para no ver las novedades en el escenario político nacional.
Ese su estilo le ganó varios de esos enemigos de calidad, como por ejemplo Andrés Manuel López Obrador. Ya lo sabe el lector pero vale la pena recordarlo: cuando candidato, AMLO dijo que Peña Nieto era cómplice de ella. Y agregó que Gordillo sería secretaria de Educación Pública, siempre y cuando el PRI ganara la Presidencia de México. La Maestra quizá no entendió que las palabras del Peje la apartarían del hoy Presidente que por aquellos días quería alejarse de todo lo que le restara votos y simpatías, razón por la cual canceló su trato con el Partido Nueva Alianza (Panal). A Peña le urgía librarse de ése y otros sambenitos que, de haber persistido, le habrían quitado los votos que lo llevaron a la victoria.
Primer mensaje
Tal vez por soberbia o quizá por menospreciar a quien tropezó en la Feria Internacional de Libro de Guadalajara (2012), Elba Esther no quiso tomar en cuenta los sentimientos políticos de Enrique Peña Nieto, un hombre cuya esencia y entrenamiento lleva la carga del priismo a ultranza; es decir, la vocación u oficio que incluye el castigo ejemplar a los traidores y que, además, sabe cómo manejar los tiempos para cobrar afrentas. Elba Esther omitió esa y otras circunstancias a pesar de haber sido parte de la “cultura” priista. Y lo peor es que se olvidó de su trabajo en contra del PRI, partido que, gracias a su mano negra, perdió la elección presidencial del 2006 y varias estatales como Puebla y Baja California, por ejemplo. En este último caso, el candidato derrotado fue Jorge Hank Rhon, beneficiario y digno representante de la herencia Atlacomulco.
Además de otras señales, la señora Gordillo también cerró los ojos cuando el presidente de México nombró a Emilio Chuayffet Chemor como titular de la Secretaría donde ella metía mano y decidía o negociaba posiciones. Le valió un soberano cacahuate que este mensaje fuera reproducido hasta el hartazgo por exégetas, comentaristas y analistas políticos.
Segundo aviso
Aparte del actual secretario de Educación Pública, Elba Esther tenía en José Antonio Meade Kuribreña, a otro servidor público adverso a sus intereses. Como secretario de Hacienda que fue de Calderón (noviembre de 2011 a diciembre de 2012), el hoy titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, pudo haber integrado el expediente que usó el gobierno actual para denunciarla y consignarla. Fueron pues luces de alerta que la Maestra tampoco percibió. Igualmente soslayó las denuncias que hubo en su contra meses antes de la conclusión del mandato calderonista, delitos cuyas evidencias (varias) pudieron ser las mismas que formaron parte de la averiguación que la tiene en la cárcel. (Dicen que le echó la mano Marcelo Ebrard Casaubon, entonces Jefe de Gobierno y, junto con Manuel Camacho Solis, uno de sus viejos promotores).
Agregue a esos acuerdos otro hecho conocido: el que un mandatario hereda al sucesor los expedientes de asuntos en trámite. Podría ser el caso del viejo legajo (2010-2011) sobre la investigación de la riqueza de la dirigente. Eso de que en 90 días las autoridades hacendarias y de justicia descubrieron la trama financiera de Elba Esther, parece un cuento chino que ni Scotland Yard, el Mosad, la CIA o el FBI se lo creerían.
Tercera señal
La historia sindical fue otro de los mensajes tachado con las crayolas de la soberbia: Elba ignoró el hecho de que Carlos Jonguitud Barrios se hiciera senador para obtener el fuero que al final del día le dotó de impunidad. Gordillo vivió aquel momento y su cerebro lo borró. Se supuso eterna pues. Igual se sintió elegida de los dioses. Y en un acto de amor filial hizo senadora a Mónica Arriola, su hija, cuando, por aquello de las dudas y deudas políticas, ella debió serlo de acuerdo con las lecciones de quien fuera su paradigma, el que la hizo y le enseñó el camino del sindicalismo y cacicazgo magisterial.
Lo absurdo de semejante actitud de menosprecio al Estado y a su poder, ocurrió en el momento en que la señora cerró sus oídos a los avisos, señales o amenazas directas del secretario de Educación Pública. Dos de éstas salieron al aire y fueron nota de todos los medios de comunicación que difundieron los mensajes del discurso sobre la Reforma Educativa; a saber: “La no sujeción de la evaluación a caprichos e intereses particulares”. Y: “La imposibilidad de pactar o diferir la evaluación”.
Ese mismo funcionario le soltó la segunda advertencia en su discurso del aniversario luctuoso de Francisco I. Madero (100 años): valiéndose de su retórica ampulosa, facunda, Emilio arremetió contra la líder del SNTE al sugerir que ella impedía el desarrollo educativo. Elba Esther, insisto, soslayó u olvidó que Chuayffet es un miembro del gabinete y que sus palabras como tal fueron y serán palomeadas por su jefe, el Presidente o ventrílocuo del poder nacional.
La bomba
Como palo dado ni Dios lo quita, a la Maestra no le queda de otra mas que desquitarse y revelar (en vida o post mortem) lo que vio, negoció o pactó con los políticos que corrompió. Si así fuere, lo primero que tendría que hacer es correr la cortina a los acuerdos que tuvo con Felipe Calderón. Esto permitiría que la sociedad mexicana supiera cómo y por qué el ciudadano que representó a la institución presidencial, cometió un acto ilegal al aceptar la participación de los mapaches electorales del magisterio. Y los ciudadanos nos enteraríamos de que manera y en qué condiciones el gobierno de la República mercantilizó las posiciones administrativas y las concesiones políticas que se le otorgaron a la señora Gordillo. O sea el pago de favores.
Asimismo conoceríamos los acuerdos que condujeron a la creación del Panal, y desde luego los tratos que su dirigencia hizo con gobernantes y candidatos. Igual saldría a la luz pública cuánto dinero recibieron de ella esos candidatos a cargos de elección popular y cómo se aplicó el recurso para poder negociar desde dignidades hasta impunidades. Todo esto, que conste, sin que el IFE metiera su digna cuchara. En fin.
Creo que, de vivir, Carlos Fuentes, autor de un libro financiado por Elba Esther Gordillo Morales (Por un progreso incluyente, 1997), ya habría expresado algo para atemperar su demoledora opinión sobre Enrique Peña Nieto (“no puede ser presidente a partir de la ignorancia") y lo que años antes había dicho exaltando el trabajo de la maestra Elba Esther Gordillo Morales. No se hubiese quedado con esas dos espinas clavadas en su intelecto, aguijones enterrados con la fuerza del marro de la Maestra.
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domingo, 3 de marzo de 2013

Y Moreno Valle la libró


 
Por Alejandro C. Manjarrez
Forbes la catalogó como la mujer más poderosa de México (2012). He aquí las razones:
Ella había manejado varias elecciones incluida la presidencial que ganó Felipe Calderón Hinojosa. Intervino asimismo en la entronización de 16 gobernadores del país. Encabezaba al sindicato más poderoso de América Latina. Durante años la cortejaron presidentes y líderes políticos de chile, de dulce y de manteca. Creó su propio partido y cooptó políticos de buen nivel. Hizo diputados y senadores a sus amigos, compañeros y familiares. Y al final, en un acto de soberbia o sobreestima, que es casi lo mismo, con sus 68 años a cuestas, se opuso a la Reforma Educativa retando así al poder presidencial. La respuesta no se hizo esperar y fue sorprendida por el terrible “zape” que hoy la tiene encarcelada, desprestigiada, satanizada, más enferma y mucho más “apestada”.
Ocurrió lo que siempre sucede cuando la ley alcanza a los políticos: la dama en cuestión fue abandonada por casi todos sus “amigos”, excepto algunos como el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, el político cuyo proyecto a futuro (buena parte de él) se sustentaba en el apoyo irrestricto del magisterio nacional, en este caso representado por su presidenta vitalicia.
Chueco o derecho, Elba Esther Gordillo Morales ya forma parte de la historia y de las anécdotas de nuestra patria. En esos sus claro-oscuros predominan los nubarrones negros, pero también aparece un hecho que para ella, a pesar de su tragedia personal, debe ser alentador. Me refiero a la actitud de sus amigos (apunte al mandatario poblano), los cuales, dadas las circunstancias que menciono en el primer párrafo, probaron que la traición no encaja en su concepto de amistad.
Convulsión en Casa Puebla
Rafael Moreno Valle estuvo varias horas bajo la lupa de periodistas y analistas políticos. En varios medios —incluido Televisa y Milenio Televisión se le mencionó como el gobernante más cercano a la Maestra. A partir de estas referencias todo parecía indicar que Moreno Valle iba a trastabillar o a equivocarse presionado por el acontecimiento y la forma en que éste sucedió (hubo un operativo nacional e internacional —aviones, espías, colas y guardianes especiales— para seguir, vigilar y aprehender a la señora Gordillo). Empero, el mandatario no sólo resistió sino que también asimiló el infortunio de su amiga sin traicionarla o negar su cercanía amistosa.
Trascendió que lo de Elba Esther produjo en Moreno Valle uno de los golpes existenciales más fuertes de su vida pública. Esa llamémosle crisis debe haber encendido los focos rojos y la alarma de Casa Puebla, luces y escándalo que pusieron en estado de shock a los miembros del gabinete morenovallista, por cierto dos de ellos amigos cercanos de la profesora Gordillo Morales.
¿Qué va a pasar?, supongo que se preguntó el equipo de primer nivel. ¿Cómo enfrentar este descalabro? ¿Cuál debe ser la declaración para abordar el tema? ¿De qué forma responder a los señalamientos, algunos con intenciones malévolas, oportunistas e incluso revanchistas?
¡Vaya soponcio!
Es obvio que hubo todo tipo de propuestas y opiniones para abordar este súper follón. Sin embargo, lo que vimos fue lo que al final del día prevaleció: una respuesta en apariencia simple basada en la amistad, comentario que de alguna manera atemperó los efectos del complicado trance político. Por ejemplo: apareció en El Sol de Puebla la declaración del mandatario poblano sobre el tema. En ella aludió a su amistad con la Maestra Elba Esther Gordillo Morales, aprecio que, él lo sugirió, nunca habrá de negar. Esto aminoró la presión. Y los comentarios en principio dirigidos empezaron a bajar el tono local para resaltar el conflicto en el magisterio nacional y el barullo que provocó el acto de poder protagonizado por el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Quizá se haya preguntado el lector: ¿La actitud de Moreno Valle será la correcta? ¿Hablar de la amistad es una forma de justificar su cercanía?
Yo creo que sí. Finalmente responde a su forma de pensar, talante que bosquejó en el periódico referido, palabras que confirman lo que dijo a la revista Réplica en el 2009. En aquella entrevista habló de sus amigos y citó a Elba Esther como uno de ellos. Los otros fueron Fernando Manzanilla Prieto, Marcelo García Almaguer, Cabalán Macari y Roberto Moya. También expuso su criterio sobre la traición, mismo que enseguida transcribo:
 Lo que me molesta es la traición, el juego sucio, el incumplimiento de acuerdos. Para mí en política los acuerdos valen todo. La palabra empeñada se tiene que cumplir…”
La crisis pasó
Dado el tono de la denuncia contra la Maestra, la lógica indicaba que su red de amigos y ahijados iba a sufrir el efecto dominó. Empero, no ocurrió semejante debacle porque la acción legal emprendida por el gobierno federal, quedó como si fuese un “ataque selectivo”. De ahí que no hubiera daños colaterales y que la estructura federal cuidara las formas, precisamente para no causar problemas en el ámbito político, alteraciones que sin duda se le hubieran revertido. De una u otra forma Enrique Peña Nieto puso en la mesa el criterio de que la corrupción sólo se dio en el círculo laboral-sindical de la presunta delincuente. Hasta hoy ése parece ser el mensaje oficial.
Una semana después del batahola mediática nacional e incluso internacional, las aguas recobraron su nivel y bajó la presión en el ámbito de Rafael Moreno Valle. Lo único notable es la crisis elbista, que a lo mejor modifica el esquema del gobierno poblano: quitará de sus prioridades cualquier enlace o referencia al futurismo político que involucraba a Elba Esther.
Ahora permítame especular:
Rafael Moreno Valle podría dejar en hibernación lo del 2018 para avocarse de tiempo completo a los programas estatales. A final de cuentas todavía le quedan poco menos de cuatro años para dar solidez a su trabajo de gobernante. Si así fuere, su equipo operaría para que la próxima legislatura y los ayuntamientos a renovar “compren” el proyecto del gobierno morenovallista. Puede ser si partimos de que durante cuatro años ocho meses, los próximos alcaldes y diputados gobernarán acompañados de dos mandatarios, el actual y el efímero.
Por eso es que digo: y Moreno Valle la libró.
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