lunes, 25 de diciembre de 2017

El laberinto del poder


Amigos lectores:
El personaje principal de la novela es de origen popular. En él confluyen la personalidad y estilo de varios de los gobernantes que he conocido. También representa el deseo de superación que suele preocupar a los políticos de origen humilde.
El tipo platica su vida dándole a la autobiografía un sentido novelado.
Como cualquier gobernador, Herminio busca y logra establecer una buena relación con el presidente de México valiéndose de la influencia de una bella mujer.
Hay vivencias que presentan al personaje principal como un hombre ávido de reconocimiento, razón por la cual contrata y busca historiadores que lo ayuden a encontrar en su pasado a un mexicano o mexicana genéticamente relacionados con él. Entre ellos, por ejemplo, sor Juana Inés de la Cruz con la cual establece conversaciones imaginarias. También “descubre” a una campesina que participó en la revolución al lado de Aquiles Serdán. Por ello su raigambre lo presenta como un tipo con vínculos de chile, de dulce y de manteca.
Como la de cualquier gobernante, la vida de Herminio está llena de luces y sombras gracias a las acciones heterodoxas comunes en el ejercicio del poder.
La trama incluye a varias mujeres bellas y cachondas que él, el gobernador, contempla arrobado echando a volar su imaginación, sueños que en algunos casos llega a concretar.
La novela también tiene los pasajes amenos comunes en la personalidad de los políticos que juegan con su origen popular tratando de ocultar sus ambiciones de poder.
Desde luego esta mi novela incluye algo de la violencia criminal como la que estamos viendo pero con un toque lúdico, digamos que divertido. Su temática gira en torno a la autobiografía del personaje, hechos que incluyen pasajes históricos que el tipo trata de relacionar con su vida y trayectoria.
El clero no podía faltar. La trama considera a un arzobispo poblano preocupado por el crimen de su amigo íntimo.
Se trata pues de una novela que revela la forma de ser y comportarse común en los políticos que ejercen el poder, los mismos que mienten, sueñan, ambicionan, traicionan, hacen negocios, amagan, engañan, defraudan a sus electores, sufren y hasta disfrutan sus malévolas estrategias. En esta llamémosle historia se maneja un sistema de espionaje apoyado por una bella mujer, la cual influye en la psique del gobernador. La dama en cuestión representa el sueño sexual que Herminio de la Cruz y Tlacuilo, mismo que nunca puede hacer realidad debido a que Mary (así le dice de cariño a su asesora de cabecera) antepone su profesionalismo y profesión (la señora es doctora en políticas públicas, entre otras profesiones).
Esta es, insisto, la autobiografía de un gobernante que —diría Unamuno— se valió de mi pluma para escribirla y novelarla. Si el lector cómplice se animara a leerla (espero que así sea) encontrará en sus lìneas hechos que le recordarán la vida y milagros de personas reales, razón por la cual me amarro el dedo y digo en su epígrafe:
Cualquier semejanza con personas en ejercicio
pleno de su poder, o en la banca, o en retiro,
o congeladas, o muertas, no es casualidad.

Sólo es falta de imaginación.



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@replicaalex

sábado, 16 de diciembre de 2017

Kafka y su muñeca escritora*


Amigos lectores: comparto con ustedes una de las facetas poco conocidas del angustiado, inseguro, frustrado y genial Franz Kafka. Se trata de una anécdota que bien podría formar parte de las historias que se cuentan en los días navideños, cuando los rostros infantiles suelen mostrarnos las ilusiones de esta época con olor a pino. Y que conste: las tragedias también son parte de la Navidad:
Cuando Kafka caminaba por las calles de Viena, se encontró a una niña triste y llorosa que se quejaba por haber perdido a su muñeca. Impresionado por el llanto de la pequeña, el solitario escritor se le acercó para consolarla; le dijo que no se preocupara; que su muñeca acababa de irse a un interesante viaje; que él la había visto partir; que conversó con ella y que la mismísima muñeca le había prometido escribir a la niña para contarle sus aventuras. Finalmente Franz logró convencer a la pequeña y ésta dejó de llorar. Nos cuentan los biógrafos del escritor, que impresionado por ese venturoso encuentro, Kafka dedicó los últimos días de su vida a escribir las cartas que la muñeca envió a la niña.




*Esta historia, que por cierto he editado, aparece en la obra firmada por Juan Ignacio Alonso y Fran Zabaleta (99 Libros para ser más culto).