lunes, 27 de junio de 2016

“LOS REMEDIOS PARA REMEDIAR” *



El hombre piensa, aun cuando no tenga conciencia de ello.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel

He intentado formar con trazos, borrones y enmendaduras el perfil político de Rafael Moreno Valle Rosas, el poblano que podría figurar en los anales de la política nacional si dan color los vuelos de la imaginación limitada por su propia conciencia y creatividad. Así que no sabremos si fue bueno o malo su talante hasta después de que sea analizado su gobierno, incluido el impasse entre el fin del mandato y las elecciones del 2018. A ellas deberá llegar bien armado siempre y cuando no le falle la estrategia que, además de la obtención del máximo poder en México, dio oxígeno espiritual a quienes forman parte del equipo de quien piensa en Los Pinos como la meta de su vida.
De cualquier manera, cuando menos hasta el arranque de la lucha presidencial del 2018, persistirá la duda sobre si Moreno Valle Rosas podrá consolidar su proyecto. A estas alturas todavía resulta difícil hacer un pronóstico preciso. Sobre todo porque falta que el gobierno de Enrique Peña Nieto esté políticamente estabilizado. Cuando ello ocurra, Rafael iii y sus adversarios quedarán expuestos a la crítica nacional, misma que mostrará lo que los poblanos hemos observado como si fuésemos testigos de piedra, o si usted quiere muy atentos a las reacciones del gorila referido en el contexto de este libro.
¿Dictador, mandatario populista, gobernante de élite, político demócrata?
No lo sabremos hasta que ocurra (si es que pasa) lo que planearon los miembros de su equipo de cerebros pensando en la primera etapa que incluye los seis años del gobierno de Puebla.
Permítame el lector “adornar” y bosquejar una respuesta a las dudas enunciadas. Lo hago con el curioso diálogo entre George Bernard Shaw y Hayden Church, periodista del New York Times, cuando la duda expuesta por el entrevistador fue de tal simpleza que descontroló al entrevistado cuya reacción de molestia incluyó insulto:
Si usted fuera dictador de Inglaterra, ¿qué haría? preguntó Church.
Probablemente volverme loco, como Nerón respondió el controvertido y brillante escritor. ¿A qué viene una pregunta tan estúpida? atacó.  
Arrepentido por su agresiva reacción, Shaw agregó los conceptos que resumen el objetivo de cualquier gobernante:
“Todo estudioso serio del tema (la economía) sabe que la estabilidad de una nación depende en última instancia de la sabiduría con la que distribuye su riqueza y asigna la carga de trabajo, así como la veracidad de la educación que se administra a sus niños (…) Los remedios para remediar (sic) las consecuencias de nuestra demencia son impuestos, inflación, guerras, vivisecciones e inoculaciones, venganzas, violencia, magia negra”.[1]
La sabiduría con la que distribuye la riqueza y el trabajo… Ésa es la cuestión. En la primera mitad del sexenio no hubo tal sabiduría, cuando menos para los poblanos que se quedaron al margen de la derrama económica promovida por el gobierno. Los constructores, por ejemplo, y todo lo que de ellos dependía. También los burócratas que fueron suplidos por otros trabajadores ajenos a la poblanidad que presumió el entonces candidato y después gobernador.
Eufemismo
Como lo habrá notado el lector, he referido varias veces el vocablo “eufemismo”. La intención: resaltar lo que en este tipo de análisis resulta complicado ajustar a lo políticamente correcto. La verdad no peca pero incomoda, dice el refrán, lo cual sin duda es otro de los eufemismos que sirven para atemperar los efectos de la crítica hacia los servidores públicos que olvidan que su gestión es efímera.
También he adicionado citas y experiencias con la intención de aportar datos que van más allá del pragmatismo político común en los gobernantes. Es el caso de quien quizás sin habérselo propuesto podría ser el impulsor del desarrollo político de Puebla. Esto porque, insisto, a Rafael Moreno Valle le tocó en suerte vivir los cambios sociales y políticos que mejorarán la comunicación entre los mexicanos. Por ello, lo repito, le guste o no a sus amigos o adversarios, la gestión morenovallista es o fue, depende la época de la lectura de este libro, el parteaguas de la política poblana del siglo xxi.
Para darnos una idea de lo que bien o mal influyen los gobernantes en sus entidades, tomo la descripción que hace Phillipe Brenot en su libro El genio y la locura[2].
Lo que llamamos genio es, sin duda alguna, esa mezcla de infinitas potencialidades y milagros del azar. Ahora ya vemos más nítidos los perfiles del genio. Sea pintor, músico, escritor, inventor, político, místico…, se define ante todo a través de una obra innovadora, transgresora, que rompe con el contexto social que la ha engendrado, y de una continuidad en la obra. El genio es reconocido de forma duradera por todos en virtud de su alcance universal o, como mínimo, de su contribución a la herencia de la humanidad…
En los últimos renglones de la cita podría encajar la personalidad de Rafael iii, sólo porque él ha sugerido que su labor como gobernante habrá de ser reconocida por las generaciones por venir.

*Texto tomado de mi libro La Puebla variopinta, conspiración de poder, obra publicada en enero de 2015. Alejandro C. Manjarrez




[1] Silvester, Christopher. Las grandes entrevistas de la historia, Ed. Aguilar-El País, 2001
[2] Brenot, Phillipe, Op. Cit.