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El periodismo es libre o es una farsa.
Rodolfo Walsh
Desde su primer día de gobierno, Rafael Moreno Valle Rosas
mostró su interés para cambiar lo que él pudo haber visto como el estereotipo
rústico de la provincia mexicana. De ahí su interés por maquillar a la capital y vestir
de lujo al estado dotándolos de una obra pública que pretendió ser
vanguardista. Lo malo es que semejante inversión y su esquema empresarial contrastó
con la pobreza de la entidad empujándola hacia la lamentable posición
estadística que hoy ocupa en las áreas de pobreza e inseguridad.
La prensa también formó parte de esas contradicciones
politicas. Se la consideró pastoril, pueblerina y por ende estorbosa, rebasada
e inservible: no encajó con el “alto perfil” del titular del poder Ejecutivo. Resultó
incómoda y molesta en virtud de su apertura y libertad para actuar, al
principio obligada por el trato, a veces ofensivo, y después entusiasmada por
haber “descubierto” el papel crítico que aplauden los lectores.
Este es pues un tema amplio e interesante debido a las
sombras que originan un alto contraste constituido por la opacidad del gobierno
y la luminosidad de la prensa estatal libre. Dejaron de ser anecdóticos los
ataques menores o graves —depende
en cuál espacio del poder se hayan concebido— para formar parte de la vergüenza nacional. Lo
bueno es que al final del día el estilo de los dos últimos titulares del poder
Ejecutivo de Puebla (uno mucho más inteligente que el otro) superó al de los
gobernantes que hoy forman parte de las páginas negras de la historia poblana.
Escribió el periodista y escritor Arcadi Espada: “El
periodismo nació de la sociedad para controlar al poder. Y ahora el poder
maneja al periodismo para controlar a la sociedad”. Cuando lo dijo las redes
sociales empezaban a conformarse como lo que hoy son: el contrapeso del poder
político. Quien no percibió este fenómeno fue porque la soberbia le obnubiló su
raciocinio o debido a que le faltó inteligencia para entender que el periodismo
empezaba a librarse de la hegemonía del poder. Esto —subrayo— gracias a las
redes sociales.
Mencioné al ex gobernador Moreno Valle porque él, sin habérselo
propuesto, fue el impulsor de la nueva prensa poblana formada por los
periodistas críticos cuyo criterio discrepa con el trabajo de los periodistas
modelados por los “cañonazos” de dinero procedente de las arcas públicas. Con
su menosprecio hacia la prensa, Rafael sacudió conciencias y puyó dignidades hasta
lograr lo que parecía imposible: fomentar la libertad y la capacidad analítica
del periodismo poblano.
Curiosamente el estilo aquel modeló a ciertos comunicadores
que desde su origen académico buscaron ocupar espacios de dirección en las
áreas de comunicación social gubernamentales. Buscaron la preparación no para
ser mejores seres humanos sino con el deseo de venderse a los gobernantes como
lo ultra del mercado laboral. La paradoja es que en varios casos cometieron el
error parvulario que, por ejemplo, dio fama nacional a Victorino Álvarez García,
uno de los alcaldes peor calificados de México, tanto que tuvo que dejar Puebla
y refugiarse en alguno de los más alejados rincones del Caribe. La razón: su
comunicador le vendió la idea de dejar que los periodistas lo criticaran: “No
los peles —le dijo—, entre más te golpeen mas fuerte e invulnerable te hacen.
—Y agregó parafraseando a Porfirio Díaz—: Esos pollos quieren más máis”. El
famoso Vitin le hizo caso y su fama pública quedó como palo de gallinero.
Según lo publicado por varios medios y distintos
articulistas o columnistas, en esas anda Claudia Rivera Vivanco, la ínclita
alcaldesa de Puebla Capital. La “modernización” en el manejo de su imagen
parece incluir aquella “estrategia” que puso en acción el comunicador de
Álvarez García. Como en los tiempos del ex mandatario hoy coordinador de la
fracción panista del Senado de la República, el estilo de gobernanza adoptado
por Claudia aparenta incluir el menosprecio a la prensa local.
El impacto del voto morenista que hizo triunfadores a muchos
de sus candidatos, muestra que éstos sólo son beneficiarios del fenómeno López
Obrador. Es algo que al parecer soslayan los asesores o empleados de la
alcaldesa poblana. Me refiero a quienes creen que Claudia está protegida por la
panoplia formada con su propio carisma más el apoyo o simpatía del “pueblo
sabio”. Y que gracias a ese súper escudo, las críticas y los señalamientos le
harán lo que el viento a Juárez. Craso error.
No hay duda. La presidenta municipal es una ciudadana
suertuda. Esto porque de sus limitados espacios de gestión social que le
permitieron relacionarse con el proyecto de Morena, brincó al gran escenario
donde los errores se magnifican y las cualidades se minimizan. Luego entonces le
está prohibido darse el lujo de repetir los errores de quienes viven asediados
por la mala fama pública, en algunos casos debido al lastre que formó el
consejo de sus allegados y, en otros, por causa de la tara llamada arrogancia,
actitud ésta que vulnera a quienes se sienten paridos por los dioses del Olimpo.
Sobran los ejemplos.
Por el bien de los habitantes de la capital del estado de
Puebla, ojalá que tanto en el entorno burocrático de la presidenta municipal
como en su propio actuar, se manifiesten los efectos de la inteligencia del
servidor público que lee, dialoga, consensa, se prepara, rectifica y suma
voluntades para evitar los errores del pasado. Se lo agradecería Andrés Manuel
López Obrador y (seamos optimistas) validaría lo que éste representa: el cambio
basado en la participación y opinión de los distintos sectores de la sociedad,
incluida la prensa desde luego.
@replicaalex