Mezcladas andan
las cosas:
junto a las
ortigas nacen las rosas.
Señor
candidato:
Por
su actitud y discurso salta a la vista que usted es un caballero respetuoso de
las mujeres. Nunca habla mal de ellas a pesar de que Martha Erika Alonso de
Moreno Valle sea su principal adversario en la disputa por la gubernatura. Por
ello es justificable que al calor de la improvisación usted haya soltado
algunas frases cuya jiribilla le ganó una demanda ante el órgano electoral de
Puebla, trámite que derivó en la precisa instrucción de la autoridad apercibiéndolo
para que se abstenga de formular conceptos que pudieran poner en entredicho la dignidad
política de la esposa de Rafael Moreno Valle Rosas. Con ello el colegiado en
comento afirma que la candidata postulada por cinco partidos es ajena a los
dislates políticos y burocráticos de su señor marido. Así que usted está
limitado para articular definiciones peyorativas, circunstancia que forma la
ficción jurídica que, en este caso, le prohíbe usar la libertad de expresión enunciada
en nuestra Carta Magna.
Dicho
lo anterior permítame, señor candidato, hacerle las siguientes preguntas:
¿De
dónde diablos sacó que Martha Erika y Rafael son lo mismo, que votar por ella
es la reelección de Moreno Valle? ¿Acaso algún morenovallista infidente le
confió algo que la sociedad poblana ignore? ¿Se fue con la finta que construyó
Andrés Manuel respecto a que el ex gobernador es el titiritero que mueve
cruceta e hilos de las marionetas políticas que cobran en las nominas del
gobierno?
Como
es obvio que tardará en responder esta misiva (si es que lo hace), me tomo la
libertad de compartirle las contradicciones que rodean la vida pública del
matrimonio; a saber, que ella es independiente de él y que él tiene el control
absoluto sobre ella y su equipo de campaña.
Ubicándome
pues en el espacio habitado por los partidarios de la candidata en cuestión, especulo:
Marta
Erika pudo haber ignorado la orden que derivó en la muerte del niño José Luis Tlehuatle Tamayo (Ley Bala). Si
acaso, cuando llegó a enterarse, tuvo que callar para evitar que su armónico
físico fuera blanco de un celularazo. Es complicado asegurarlo, empero, puede
ser que allá en la íntima intimidad de Casa Puebla, después de enterarse de esa
brutal barbaridad, la esposa haya regañado al marido a pesar del riesgo que corría por
criticar a quien entonces tenía en sus manos su carrera política. Incluso, por
qué no, hasta señalar enfática la transgresión a la filosofía del DIF encabezado
por quien dijo —léase Martha Erika— que lo más importante había sido y sigue
siendo el bienestar de la infancia poblana.
Senador:
a partir de las apariencias sería un error suponer que ella metió la mano en u
opinó sobre los nombramientos de diputados, consejeros y magistrados determinados
por él. Sin embargo, debemos considerar que dicha conjetura puede ser válida si
tomamos en cuenta que varios de ellos hoy forman parte de su estructura
electoral, ya sea como colaboradores o bien como candidatos a diputados o
senadores dispuestos a ayudarla para que, a fuerza de trabajo e ingenio,
obtenga la votación necesaria que la lleve a encabezar el poder Ejecutivo.
Asimismo,
sería una simpleza pensar que Martha Erika haya estado de acuerdo e incluso
apoyado las decisiones de su querido esposo. Me refiero a dejar como sucesor
intermedio a Tony Gali (su operador personal), o designar como alcalde sui
generis a Luis Banck (su fiel mosquetero), o expulsar de su entorno familiar a
Fernando Manzanilla y cónyuge, u obstaculizar la candidatura de Blanca Alcalá
Ruiz así como las aspiraciones políticas de Ana Teresa Aranda, o sacar del
atolladero a Cabalán Macari (el guapo de Palacio), o —refiere la prensa— escoger
para la Audi los terrenos de San José Chiapa aledaños a propiedades de la
familia Alonso, o intervenir los teléfonos de amigos y enemigos, u ordenar al
Congreso local la legislación de leyes que dieran impunidad, certeza y
comodidad a las decisiones atrabiliarias del poder Ejecutivo (entre ellas la
expropiación fast track), o meter a la cárcel a sus críticos sin importar la
legalidad de su actuar y menos aun su edad e inocencia, o arrogarse el control
político de casi todos los partidos con sede en Puebla (por cierto instituciones
políticas que apoyan la candidatura de Martha Erika)…
Es
posible, pues, que la adorada pareja de Martha la haya marginado de los excesos
del poder, empezando, como diría el clásico, por el principio. Por ejemplo: no informarle
el gasto inusual que el gobierno aplicó en la remodelación de Casa Puebla,
mejoras que incluyeron lujos comunes en hoteles de Dubai o en hogares de
millonarios como Donald Trump. Si así ocurrió es probable que su adversaria del
PAN (y partidos anexos) se haya supuesto beneficiaria del buen gusto de Mario
Marín quien, amable y visionario, hubiese decidido acondicionarla para quedar
bien con los nuevos inquilinos.
Por
todo ello usted tiene prohibido echar a volar la imaginación. Si lo hace sabe que
podrían etiquetarlo como machista irredento, además, claro, de perder el
registro de la candidatura e incluso del partido que lo postuló. Esto aparte de
ser multado y encarcelado conforme lo establece el protocolo para la atención
de la violencia política de género. Pero no se preocupe: por si lo olvidó le recuerdo
que los consejeros electorales de nuestra pujante Puebla son ajenos a los
dictados de la hegemonía morenovallista cuyo control se basa en parar de tajo a
políticos y líderes sociales que hacen uso de su derecho a disentir.
Señor
senador con licencia: no hay que soslayar que en esta fiesta (o carnaval
electoral) sólo hay una reina y que ésta vive rodeada de corifeos, todos ellos prestos
a elogiar desde su independencia de criterio hasta sus aportaciones políticas. Los
mismos que sin rubor podrían asegurar que el futuro senador no rechistaría si
su apreciable esposa le designa presidente del DIF poblano.
En
fin, confiemos en que el próximo gobernante de Puebla se desligue de las malas
influencias y que, libre y autónomo, llegue al poder con el ánimo de rescatar
la cultura que otrora hizo de la entidad una referencia mundial, época en que,
verbigracia, el poeta poblano Pérez Salazar y Venegas (s.XIX)
legó a la literatura humorística su sátira que, dijeron los cronistas de la
época, hería como un ramo de rosas…
Le
deseo salud e inmortalidad política.
@replicaalex