Ningún pueblo cree en su gobierno.
A lo sumo, los pueblos están resignados.
Octavio Paz
Por
Alejandro C. Manjarrez
Después
de un sesudo análisis que incluye los sondeos de mi equipo demoscópico (más
fregón que el de Consulta Mitowsky); el cruce de información al estilo Cisen
(por no decir espionaje de altura o chismes y filtraciones documentadas); las
opiniones de los columnistas sin vínculos económicos o afectivos con el
gobierno (y también de los que alquilan su pluma); el criterio de doña Chona,
líder de opinión del Mercado La Acocota; el estudio y contraste de las
declaraciones de los políticos cautivados o no por el gobernante poblano; así
como las lecturas de nigromantes, brujos, videntes, médiums y hasta hechiceros
electorales, concluyo que Rafael Moreno Valle será el único perdedor del
proceso que pondrá en Casa Puebla a un gobernante efímero.
Hete
aquí las conclusiones de semejante tesis:
Si
ganara Blanca Alcalá Ruiz, aparecerían, por ejemplo, los manejos heterodoxos de
las finanzas públicas, no por venganza, que conste, sino para poder justificar el
incumplimiento de las promesas que aquí y en China requieren de dinero para
concretarse. Diría el o la vocera de la gobernadora: “Las arcas del estado fueron drenadas por la anterior administración.
Por ello hemos iniciado los juicios correspondientes. La intención de nuestra
gobernadora es que no haya impunidad en Puebla. De ahí que hayamos solicitado a
los diputados del Congreso local, su colaboración responsable, patriótica y
libre de compromisos”. Al final del día, Moreno Valle sería señalado con
dedo flamígero y quedaría como el negro aquel de la feria. Esto no obstante lo
que argumentaran o hicieran los veintitantos diputados que él inventó.
De
resultar triunfadora Ana Teresa Aranda, Puebla tendría 550 días de sorprendentes
noticias. Verbigracia: entre otras lindezas, Rafael sería el tirano y/o reencarnación
de El Chacal Victoriano Huerta porque —supongo que diría la ya mandataria— “asesinó a la democracia después de haberle
cortado la lengua a los comunicadores poblanos mientras urdía con extranjeros la
exacción del patrimonio estatal y hacía cómplices a los políticos indefinidos”.
Esta sería, pues, la forma más práctica y fácil para eludir las consecuencias
de recibir un presupuesto etiquetado y por ende más que comprometido. Es obvio
que el hombre del Cerro quedaría —para ser gráfico— en calidad de lazo de
cochino o palo de gallinero.
Si
ocurriese el milagro y llegara al poder Roxana Luna Porquillo, el PRD
aprovecharía la victoria para ponderar su política de no alianzas. Y saldrían a
colación los temas que la candidata ha venido manejando, tales como los presos
políticos, la persecución de líderes sociales, las acciones del gobierno morenovallista
en contra del pueblo y, según apunta, hasta podría pedir que se enjuicie al ex
gobernador por el homicidio del José Luis Tehuatlie, niño asesinado en San
Bernardino Chalchihuapan, así como por la muerte de Delfino Flores Melga, el
nonagenario campesino apresado por oponerse a los designios del gobierno. Si a
ello agregásemos la posibilidad de que Roxi encuentre vacías las arcas del
estado, el escándalo sería mayor que el pecado ése de ser un gobernante chicharronero.
Otro
milagro, el guadalupano, sería el triunfo de Abraham Quiroz Palacios, ex
perredista converso igual que López Obrador. Haría del gobierno un laboratorio
social en el cual se analizarían los dislates burocráticos y políticos de
Moreno Valle cuyas repercusiones, hay que subrayarlo, beneficiarían al líder y
dirigente de Morena. En este caso Rafael sería la muestra de lo que produce la “mafia
del poder” y cómo las malhadadas alianzas permiten usar el dinero público para
comprar helicópteros que ni Obama puede darse el lujo de adquirir. Y en un
descuido convertiría a Casa Puebla en el Museo de los excesos de la
plutocracia.
¿Y
si ganase Tony Gali?
Ah…
Eso no sería milagro sino plan con maña. Los detractores de Moreno Valle —ahora
en calidad de candidatos— utilizarían los veinte meses del mandato para sacarle
al sucesor y antecesor los trapitos al sol. El PRI aprovecharía la gran
oportunidad y, con miras al 2018, negociaría las observaciones de la Auditoría
Superior de Fiscalización; el PAN llevaría agua a su molino tratando de
sacudirse la hegemonía y “desprestigio” de Moreno Valle; el PRD (o Roxana Luna)
usaría lo que ellos llaman corrupción como campaña permanente cuyo objetivo
sería reorganizar y fortalecer a su estructura, también con miras al 2018; y
Andrés Manuel López Obrador incluiría a Rafael en su propaganda basada en la
corrupción política. Y a Tony no le quedaría de otra mas que quitarse el
sambenito de títere desconociendo a su progenitor político.
Todo
ello abona la posibilidad de que Rafael Moreno Valle sea el gran perdedor del
proceso que, paradójicamente, él impulsó pensando en el 2018, proyecto que le
indujo a crear presidencias municipales y diputaciones que duraran cuatro años
ocho meses, iniciativa que, según parece, se le revertirá debido a su
desparpajo para manipular la democracia y beneficiarse de la complacencia
nacional que, supuestamente, sería resultado de la auto promoción que le pagó
el pueblo, tema que, igual, en su momento procesal, aprovecharán los aspirantes
a suceder a Enrique Peña Nieto.
Agrego
inducido por lo que leyó en el primer párrafo, que gracias a las redes sociales
el pueblo abrió los ojos y, contra lo que dijo Paz, ya no está dispuesto a
resignarse y menos aún a olvidar.
@replicaalex