La peor clase es la que consta de un solo
hombre.
George Bernard Shaw
Por
Alejandro C. Manjarrez
Los
protagonistas de la política parecen ignorar la historia y por ello —diría
Confucio— están condenados a repetirla. Los periodistas y comunicadores de
cierta edad, vivimos algo parecido a un déjà
vu debido a la falta de
originalidad (o ignorancia, usted dirá) con la que actúan quienes ejercen el
poder, la mayoría vinculada con los eslabones que forman la gran cadena de la corrupción.
De ahí que con alarmante frecuencia veamos cómo los políticos de hoy repiten
las acciones que desprestigiaron a los políticos de ayer, con un agregado: la
necedad que les induce a convertir su error en algo parecido a un dogma.
En medio de ese
estilo que parece surgido del pantano que poetizó Salvador Díaz Mirón,
encontramos una “perla” cuya iridiscencia plateada y dorada es producto —valga
la metáfora— del choque de las aguas turbias que recorren los túneles
financieros de Nueva York. Me refiero a quien cambió la Gran Manzana por la
entidad donde nació su abuelo, estado que hoy gobierna con formas que creíamos
superadas pero dándoles el toque de modernidad que suple lo cruento por, valga
el eufemismo, lo jurídicamente injusto. Por ello la escena pública poblana parece
la sede de una nueva versión del grupo aquel conocido como “Los Científicos” de
don Porfirio, individuos que podrían ser considerados como los nuevos “niños bonitos” —ahora de don Rafael—, camarilla distante de la
vida provinciana y, en consecuencia, del pueblo al cual suelen mirar con
soslayo y a veces hasta con menosprecio.
Plan con maña
Para evitar caer en lo burdo de regímenes tan
longos como el de Díaz o tan malvados e irracionales como el de Victoriano
Huerta (el chacal), en Puebla se legislaron leyes articuladas con la intención
de conservar el poder y formar una nueva clase política cuya función es proteger
el plan político-financiero de su líder, propósito que incluye la captación de
inversionistas dispuestos a integrarse al ambicioso proyecto que busca su
consolidación en el 2018. Son, de hecho, los integrantes de la nueva clase
política, también en calidad de “perlas” pero sin el brillo dorado o plateado aunque,
eso sí, empeñados en validar el estilo de gobierno que Mario Vargas Llosa catalogara
como dictadura perfecta. Veamos:
Jorge Aguilar Chedraui —ex priista que se
formó en los meandros del gobierno de Melquiades Morales Flores— brincó de la
comarca poblana al escenario nacional impulsado por la influencia de Elba Esther
Gordillo y la recomendación de Rafael Moreno Valle a quien, desde hace dos
lustros, le ha sido leal porque —diría John William Cooke— sabe que no le
conviene ser desleal. Su presencia en el ámbito de poder local perdurará hasta
el 2018, precisamente por ser uno de los beneficiarios de la legislación que
establece 4 años 8 meses para el ejercicio de diputado local, cambio impulsado
por el gobernador. Le espera, tal vez, la postulación para ocupar un escaño en
el poder legislativo de la República, obviamente por el PAN y como parte de las
concertaciones de su jefe y paradigma.
El hoy ex priista Luis Banck Serrato —político
nacido en el seno de las huestes de Luis Donaldo Colosio—, fue designado por
dedazo y contra cualquier pronóstico ético-legal, presidente municipal de
Puebla capital, posición que ejercerá hasta el 2018 cuando —también por dedazo
y concertación— resulte postulado por el PAN como candidato a un cargo de
elección popular.
Eukid Castañón cuyo origen
político-genético también es priista, ahora militante del PAN, es quizá el
beneficiario estratégico del poder político de Moreno Valle, beneficio que
responde a la reciprocidad del gobernante poblano cuya carrera y ascenso la
debe, en buena medida, a los trabajos electorales y propuestas políticas de
Eukid. Por la sangre del hoy diputado federal corre, insisto, el ADN priista,
razón por la cual conoce los intríngulis del poder y domina el llamémosle arte
de detectar las coyunturas por donde suele filtrarse aquello que podría ubicar
en el umbral de la cárcel a los servidores públicos, sobre todo a los que
trabajan en la frontera de la ilegalidad.
Cabalán
Macari Álvaro es uno de los beneficiarios del afecto que profesa a sus amigos el
titular del poder Ejecutivo. Y él le corresponde comportándose como el
subordinado idóneo y eficaz en eso de cumplir los encargos personales de su
jefe, órdenes que incluyen la delegación de funciones burocráticas de alto
nivel. Es un pícaro simpático que ha hecho de la actividad pública la rutina
que le ayuda a fortalecer el músculo político; un sagaz cuya vida personal
contrasta con la de su abuelo, aquel campechano que se enriqueció dándole
trabajo a los jodidos, como diría el Tigre Azcárraga. Esta nueva versión de los
Macari, aprendió a impulsar la productividad de los ricos, en especial de los
constructores.
Marcelo
García Almaguer conoció a Rafa en las reuniones de estudiantes mexicanos en
Boston, Massachusetts. Conectaron bien y desde esos años forman un dueto
dinámico cuyo éxito se basa en que ambos conocen sus debilidades y fortalezas.
No hace falta que se hablen para explicar sus actitudes políticas o personales,
talantes provocados por los blancos o negros del ámbito donde se mueven,
espacios en los cuales las acciones y consecuencias producen algo parecido a una
digamos que bipolaridad política. Si buscásemos un parangón, encontraríamos que
Chelo sería el Goebbels de su führer.
La suerte de ambos se debe a que sus negativos aún no se han viralizado, circunstancia ésta que García
ha convertido en marketing político.
José
Antonio Gali Fayad es el suertudo del grupo. Quizá se deba a su calidad de
histrión de la empatía, característica que le ha permitido brincar de uno a
otro partido o escenario político, igual que su jefe. O tal vez su suerte tenga
algo que ver con su bonhomía financiera en los prolegómenos a la gubernatura de
su entonces nuevo amigo. Puede ser, incluso, por qué no, que la diosa fortuna
también le haya puesto en suerte a Rafa. A ello habría que agregar la coraza
que le ayudó a asimilar el efecto de los bombazos verbales de su protector,
promotor, amigo, socio y cómplice político, descargas ésas que ponen en
entredicho a la más indigna de las dignidades. Se trata de una relación de
película cuyo final feliz se dará el día en que Tony proteste como gobernador,
cargo que aumentará la lista rafaeliana de logros o metas cumplidas, pero, como
en todo thriller político, hay un suspense: ¿qué dominará en la cabeza de Gali:
la pasión por el poder o el poder de la pasión? ¿Será víctima o se convertirá
en verdugo del Padrino? Ya veremos.
Estas
son, pues, algunas de las rutilantes estrellas de la nueva clase política
poblana, “mulas” con las cuales tendremos que arar.
@replicaalex