Por Alejandro C. Manjarrez
A veces, el silencio es peor que la mentira
Unamuno
¿Cómo hablar del libro La fuerza del cambio?, pregunto a mi daimon.
Para hallar alguna respuesta me puse a hurgar en las redes sociales. Al final del día no encontré cómo ser
original. Lo único que se me ocurrió fue copiar el estilo de Miguel de Unamuno.
“Si él dialogó con sus personajes —me dije— quizás yo pueda hacerlo con Herminio
de la Cruz y Tlacuilo, protagonista de mi novela El laberinto del poder, autobiografía de un gobernante.
Le di vueltas al tema y colegí que Rafael
Moreno Valle ostenta, igual que Herminio, la calidad de ex gobernador de
Puebla. Lo curioso es que también es autor de su propia biografía (eso anda diciendo).
La diferencia está en que De la Cruz es un simple mito literario mientras que
Rafael está inmerso en el proceso que, consciente y casualmente, diseñó para
ingresar a la misma galería donde encontramos al represor Gustavo Díaz Ordaz y al
vengativo Maximino Ávila Camacho.
En fin, hice el ejercicio y obtuve las
respuestas de Herminio de la Cruz y Tlacuilo, el actor novelesco que sin
habérselo propuesto abrió la brecha de la ficción por donde hoy transita
Rafael, su ostentoso y estridente compañero de fantasías librescas, He aquí sus
“respuestas”:
Pues qué te cuento mi querido amanuense. Te
diré que cuando empecé a escribir mi autobiografía se me vino a la mente
ilustrarla con coloridas fotografías. Empero, al visualizar tanto cromo mental
dudé sobre el método. ¿Qué inventar entonces?, me cuestioné. Si hacía del libro
un álbum fotográfico con pies de foto breves, o si me apoyaba en las palabras
para crear imágenes. Vaya disyuntiva.
Te consta que eché a volar la imaginación y
que hice un sesudo ejercicio ético. De inmediato deseché la idea de respaldar
mi vida con los cromos que suelen retratar la egolatría personal. Concluí que
debería escribir mis experiencias y éxitos aunque el ordenador no me aplaudiese.
Lo hice convencido. Disfruté lo que se convirtió en el reto de suplir las
instantáneas fotográficas con palabras bien articuladas. Así que decidí usar los
26 soldados de plomo que —lo dijo Gutenberg—, pueden formar un gran ejército
capaz de conquistar al mundo.
El libro La
fuerza del cambio, obra escrita por el
colega Rafael Moreno Valle, trajo a mi mente lo que acabo de decir. Me reservo
la primera frase surgida ante semejante aventura. Prefiero omitirla porque se
trata de una vulgar y escandalosa onomatopeya. Lo importante, bien lo sabes, es
exhibir el drama que hay detrás de un montón de fotografías, simpleza que suele
evitarse con la participación de los ghostwriter, esos talentosos
escribientes a sueldo, los mismos que deambulan
por los atajos donde la literatura suele hacer milagros.
Ya lo sabes pero te lo repito: al meditar sobre
las causas que produjeron la publicación de la apología morenovallista, entendí
que el tipo escuchó el canto de las sirenas cuya voz reproduce el eco del
propio destinatario. Las expongo y tú, mi creador y amanuense querido, te
comprometes a difundirlas. Va:
Primera
Estoy seguro que cuando el susodicho
planteó el tema, sus inteligentes asesores coincidieron en usar el mensaje
cromático para difundir la extraordinaria obra gubernamental. “Cada foto —dijo
orondo el coordinador del grupo, un tipo bajo de estatura pero con alta
autoestima— llevará una nota explicativa brevísima; debemos partir del miedo a
los libros que agobia a nuestro mercado meta, target o público objetivo”.
Segunda
Se les ocurrió argumentar que es
prácticamente imposible promover un libro con frases y textos. “Sería como lanzar
rosas al mar”, concluyeron. De ahí que optaran por ilustrar el libro para
facilitar su comprensión y promover la vida y obra de Rafael Moreno Valle.
Tercera
A la gente le gustan las historias
caricaturizadas. Esta podría ser la solución para llegar al pueblo y
engancharlo en los episodios de este gran tema que denominaríamos: "El
góber chingón". (Semejante sugerencia, por cierto basada en el uso del
léxico popular, fue desechada debido al riesgo que implica competir con los
cartonistas de México. Su autor metió la cola entre las piernas).
Cuarta
“La profusa difusión de la autobiografía
provocará a los críticos en calidad de periodistas”, dijo uno de los miembros,
el visionario, de aquel tanque de cerebros. De ahí que decidieran apoyarse en
lo dicho por Oscar Wilde: "Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo
peor: que no hablen". Este tipo de menciones —espetó otro de los asesores,
el experto en comunicación y mercadeo— darán al líder la oportunidad de responder
y por ende abundar en el asunto. Es la técnica que tanto éxito le produjo a
Joseph Gobbels.
Quinta
Las aclaraciones que sin duda serán
necesarias, también servirán para, entre otras acciones, sacar a colación el
peso económico familiar, peculio que así como sirve para sufragar becas,
también puede aplicarse al apoyo del proyecto político del primogénito. Si la
Heritage Fundation financia actividades políticas, ¿por qué no hacerlo con la
fundación de casa?
Sexta
Convencieron al editor para que el tiraje
del libro superara los 50 mil ejemplares. La estrategia les ayudó a invadir los
anaqueles de las librerías y de paso a provocar el comentario de los
periodistas críticos. Abrieron los espacios mediáticos y las aclaraciones fueron
utilizadas para ampliar la difusión de la imagen del aspirante presidencial. “No
importa que hablen mal —repitió el culto del grupo pensando en Wilde—.
Prepararemos al equipo de respuesta inmediata e invadiremos las redes sociales”.
Esta
es parte de la conversación imaginaria con Herminio de la Cruz y Tlacuilo, el
ex gobernador de la legendaria Puebla de los Ángeles. Ya no quise involucrar al
personaje con las consecuencias que han llenado los espacios de la comunicación
electrónica y prensa escrita, hechos que avalan aquello de que la realidad
supera a la ficción. No obstante, debo agregar que, de vivir, Carlos Fuentes
estaría encabronado soltando sus inteligentes ironías, y Gabriel García Márquez
inspirándose en su realismo mágico para mostrar a su ahora competidor comercial,
el dedo anular sobresaliente de los otros tres aprisionados por el pulgar.
¡Que
Unamuno nos redima!
@replicaalex