Por Alejandro C. Manjarrez
Por fin el poder Ejecutivo logró que el
poder Legislativo local reconociera a Juan de Palafox y Mendoza, el obispo que
amplió en Puebla los espacios de catolicismo y cultura.
Como bien lo sabe el lector, este importante
religioso y visionario político (por cierto de altos vuelos) formó la Biblioteca
que hoy lleva su nombre. También concluyó la Catedral angelopolitana cuya
edificación duró cien años, ni más ni menos; lo hizo, que conste, con dinero de
su propio peculio. Pero lo curioso de la historia catedralicia está en que tal
circunstancia acabó con el pretexto de los morosos que cínicos argumentaban:
“No te acongojes compadrito: te pagaré cuando se termine la Catedral” (aún no
se inventaban los PPS).
Pero lo más importante del hecho, digamos
que moderno, está en que Juan de Palafox y Mendoza ingresa al recinto laico
llamado Congreso Local para, desde ahí —aunque no le guste a los contlapaches de Rafael Moreno Valle— dedicar
sus centenarias palabras al gobernante más cabrón que bonito que haya tenido la
historia moderna camotera.
Hete aquí lo que dijo don Juan al jesuita
Andrés de Rada, Provincial de la Compañía de Jesús en la Nueva España, el
general en jefe del Ejército de Dios que manejaba desde la recaudación de la
lana de las ovejas del Señor, hasta los cargos y concesiones con tinte
religioso e incluso civil:
(Inténtese leer con voz de ultratumba las
palabras que podrían poner el cuero de cochino, cerdo, puerco o marrano a los
que orondos y cínicos han llenado —y lo siguen haciendo— sus alforjas
personales)
Ilustre
aspirante:
No es poder al
que no le contiene la razón; no es poder el que rompiendo los términos del
derecho, asalta a las leyes, impugna a los cánones sagrados, combate los
apostólicos decretos. ¡Ay del poder que no se contiene en lo razonable y justo!
¡Ay del poder que desprecia las cabezas de la Iglesia! ¡Ay del poder que a
fuerza del poder y no de jurisdicción, quiere también ejercitarlo dentro de los
sacramentos! ¡Ay del poder que no basta el poder del Rey ni el Pontífice para
humillar este poder! Este que parece ser poder (…) es ruina de sí mismo, porque
cuando parece que todo lo pisa y atropella, es pisado y atropellado de su misma
miseria y poder…[1]
Si José Antonio Gali Fayad llegare a
escuchar a Juan de Palafox y Mendoza, ¿será capaz —como dice— de construir un estado más tolerante e
incluyente?
@replicaalex
[1] García, Genaro. Documentos inéditos o muy raros para la
Historia de México. Ed. Vda. de Ch.
Bouret, México, 1906