La política y la corrupción: http://bit.ly/1bxF6eC
Por
Alejandro C. Manjarrez
Excepto
las de Jorge Aguilar Chedraui y José Juan Espinosa, candidatos que medio se salvan
de la atonía propagandística (aparecen hasta en la sopa cibernética), pareciera
que en la “zona metropolitana” de Puebla (Cholula es un municipio conurbado) no
hay más que dos campañas: la de Enrique Agüera Ibáñez y la de Tony Gali Fayad. A
ellas incluya el estiércol que cruza el espacio poblano, boñiga lanzada por los
“genios” del marketing que convirtieron a los ángeles alados en chamucos
coludos.
Sólo
falta que esos extraordinarios “estrategas” saquen a relucir su talento
valiéndose de las características de cada uno de los adversarios en la lucha
por la alcaldía de Puebla. Por ejemplo: que si gana Gali digan que la ciudad tendría
los mejores camellones. O que si el
triunfador es Agüera nos aseguren que ya no habría vueltas y menos aún recules
en Ü (perdone usted la simpleza pero el ingenio no da para más debido a lo
plano de las promociones de cada cual).
En
fin, respetado lector: lo más interesante del momento político que vivimos —efecto
consecuencia de la guerra negra— está en la difusión de la solvencia financiera
de Tony y Enrique, riquezas las dos promocionadas primero en la televisión por
Denise Maerker, y después en las redes sociales, arma “ultra secreta” de quienes
integran los war room del PAN y del
PRI.
En
el caso de Tony, el reportaje televisivo puso al equipo a parir chayotes ya que
el golpe mediático se basó en su chambona declaración de bienes. Se exhibió al
candidato variopinto como un ciudadano que quiso mostrarse ante la sociedad
como alguien que garantizaría que la corrupción es cosa del pasado (“robamos,
pero ya no volveremos a robar”). También influyó la participación de los
panistas desplazados cuyo desquite se basó en denunciarlo. De ahí que a los
valedores de Tony les haya salido el tiro por la culata provocándole a su
candidato una horrible joroba dromedaria, misma que nunca podrá quitarse.
Incluso, en un descuido, hasta podría aparecerle otra más siempre y cuando la
guerra en su contra incluya a sus hijos.
El académico
Respecto
al ex rector podemos decir que el “balconeo” excesivo funcionó en su persona tal
y como si fuese una vacuna. Ello gracias a que el recicle de la nota en el “canal
de las estrellas” (entre otras de las informaciones diseñadas con la intención
de desprestigiarlo), le permitió divulgar la resolución de la PGR dictada a su
favor, investigación que avaló lo que en derecho se conoce como verdad
jurídica. Dicho con otras palabras: la guerra sucia lo limpió tal y como alguna
vez lo dijo don Jesús Reyes Heroles:
“En el ejercicio de la política hay que aprender a
lavarse las manos con agua sucia”.
Y
ya que traigo a colación al ideólogo del PRI cuyo legado le ha sido útil a políticos
de otros partidos, engarzo su pensamiento para formar una cita, la que a mi
juicio cae como anillo al dedo a los contendientes referidos y debería poner en
estado de alerta a quienes votarán el próximo 7 de julio.
Hay quienes esporádicamente intervienen en la política
con ánimo de hacer una buena inversión económica. Intentan con estas
intermitentes incursiones no sólo recuperar lo que consideran su inversión,
sino multiplicarla de tal manera que produzca los más altos dividendos posibles
en el mundo. Ni los negocios deben llevar a la política, ni la política a los
negocios. Se puede ser político sin dominar todos los apetitos; pero no se debe
ser político sin dominar, vencer, el apetito de la riqueza.
El tránsfuga
Preguntarán
dos de cada cien lectores de esta columna (me baso en las encuestas electorales,
que conste): ¿Y qué onda con Miguel Ángel Ceballos? ¿Por qué el columnista no
lo ha mencionado?
Parto
de que existe esa duda para responder con la verdad que, reza el refrán, no
peca pero incomoda.
Él
también es millonario. Declaró un patrimonio de 10 millones de pesos. Imagino
que desde pequeño ahorró sus domingos o que, por austera, su vida privada
contrastó con su estatura de basquetbolista.
El
“Chiquilín”, como lo motearon en el Estado Mayor Presidencial (ahí trabajó un
rato), entró a la contienda por la alcaldía poblana seducido por el canto de
las sirenas (“cultivo yucateco”, diría el clásico). Lo políticamente trágico es
que puede pasarle lo mismo que en la anterior elección local ocurrió a los
priistas que abandonaron su partido después de que les pidieron trabajar para mantener
el registro del organismo político de la maestra Elba Esther Gordillo (¡vaya
paradoja!). Ninguno de ellos ganó y todos se quedaron como el perro de las dos
tortas. Algunos tristes y con la cola entre las piernas debido a que su mentora
fue encarcelada, acción que les impregnó el tufo a corrupción.
Con
algunas variables, ése podría ser el destino del Profe Ceballos, candidato del
PT, el partido cuya vida pública depende de la respiración boca a boca, técnica
a cargo de quien ejerce o le ha sido delegado el poder político.
Concluyo
pues con el siguiente pronóstico, mismo que acompaño con la cita que da
pluralidad a la columna:
Quien
gane la alcaldía será un presidente municipal con dinero de sobra (capital que
no garantiza la comprensión del criterio reyesheroliano).
Pero cuidado porque como lo sentenció Carlos Castillo Peraza, filósofo e
ideólogo del PAN:
Twitter:
@replicaalex