Por Alejandro C. Manjarrez
Gustavo Díaz Ordaz se manifestó en
contra del dicho aquel que establece que los poblanos tenemos dos caras. Lo
hizo al responder la pregunta del periodista que lo cuestionó recordándole esa sentencia
producto del, a veces, malévolo ingenio popular.
¿Usted cree que si eso fuera cierto yo
traería puesta la que ve?, se defendió el hombre de Chalchicomula.
Démosle pues el beneficio de la duda al
ex presidente de México, empero, a cambio de ello pongámosle el “rostro
demoniaco del poder” (Gerhard Ritter, dixit),
máscara (ahora para él mortuoria) que suele aparecer colocada en casi todos los
mandatarios vivos —y aquí parafraseo a Maquiavelo— que ven a sus gobernados
como seres malvados… o tontos, en el mejor de los casos.
Camotilandia
Parto de lo que acaba de leer para dejar
asentado que el gobernador de Puebla, NO tiene dos caras aunque de repente nos
muestre su rostro demoniaco del poder. Y avalo este mi aserto mostrándole al
lector lo que fue, es y sigue siendo el mañoso plan diseñado en beneficio de
José Antonio Gali Fayad, estrategia que incluye —por qué no decirlo— la
gubernatura de Puebla, tamal que desde hace tres años se preparó basándose en
que uno le demostró al otro su disposición a jugársela con él, actitud que
incluyó alguna de las variables (financieras o promocionales) comunes en los
procesos electorales.
“¡Fuera máscaras!”, pudo haber sido la
consigna entre amigos. De ahí la profusa promoción que el otro hizo del uno
valiéndose de vistosos espectaculares y de enfáticas expresiones surgidas de la
propia voz del poder, dichos y hechos que pusieron a Tony en los cuernos de la
luna. Por ello la referencia a la definición de Ritter, frase apuntada líneas
arriba: “el rostro demoniaco del poder”.
Abundo, machaco y recalco en la tesis
referida valiéndome de tres de los movimientos de la gran estrategia
gubernamental, aromatizada —agregaría Nezahualcóyotl pensando en el pájaro de
las cuatrocientas voces— con el enervante perfume del poder:
1.
Marcelo García Almaguer
¿Por qué el mandatario se desliga
(eufemismo necesario) de su amigo Chelo, cómplice, publicista personal, cofrade
y miembro honorario de la familia Moreno Valle?
La respuesta es simple: lo mandó a
preparar el otro tamal, el del 2018, ubicándolo en el espacio público donde
prevalecerá cuatro años ocho meses,
primero como comunicador oficial del carismático presidente municipal (es un
hecho), y después manejándole a su brother
(esta es una suposición basada en la obviedad) el prolegómeno mediático al
relevo de Enrique Peña Nieto.
Aparte de ello, las características naturales
del buen Tony obligaron a su paradigma (léase Rafa) a establecer un método de
control para que la simpatía personal (o ambición) no aleje al primero del segundo.
Esto es, hay que cuidar que Gali eluda la tentación de irse por la libre para
tapar su cara con el antifaz demoniaco, precisamente.
2.
Los conscriptos de Rafa
Con el fin de fortalecer y garantizar lo
que podríamos llamar marcaje personal, se diseñó y puso a funcionar la segunda
parte de la estrategia Rafa-Gali-Chelo: el control del Congreso local. Se trata
de un excelente candado a las ambiciones personales que suelen aparecer en la
cabeza de los hombres carismáticos y pudientes, sobre todo en aquellos que
tienen facilidad para los negocios. En este ámbito fueron colocados como legisladores (disculpe mi segundo
eufemismo) los hombres y mujeres del gobernador. Diría el clásico de Camotilandia: Jorge Aguilar Chedraui
cierra la pinza que, casualmente, por culpa de la ética demostrada por Fernando
Manzanilla Prieto, ahora le disputa Eukid Castañón, el honorable portador (perdón por el sarcasmo) del temido garrote
morenovallista.
3.
El carnaval
Para que el final de esta mascarada no
siga la tradición del Rosario de Amozoc, se hizo necesario sacar a relucir
algunas caretas más, sobre todo las policromadas y festivas. Así apareció en la
escena mediática el figurín Cabalán Macari Álvaro, de ilustre prosapia
yucateca. Según mi modesta apreciación, la aparición en los medios de
comunicación del comodín sexenal, obedece a una estrategia distractora parecida,
por cierto, a las fiestas carnestolendas, como la de Huejotzingo por ejemplo:
unos bailan mientras que los otros disparan sus mosquetones. Todo ello para
divertir, asustar y sorprender al respetable.
Se preguntará el lector suspicaz sobre
el atrevimiento del columnista para suponer que el próximo mini gobernador será
aquel que designe y apoye el poderoso mandatario de Puebla, mismo que hoy
porta, insisto, “el demoniaco rostro del poder”.
Por aquello de las dudas respondo:
La razón de mis aseveraciones se basa en
los hechos que establecen que Rafael Moreno Valle ha sido claro. Su proceder no
deja lugar para otras conjeturas porque ese espacio se redujo desde el día en
que Tony Gali Fayad recibió el riesgoso espaldarazo político-preelectoral,
cuyos efectos y estrategias prevalecieron durante el proceso que, como a todos
consta, contó con el apoyo de la parafernalia morenovallista y de una que otra
estratagema, digamos que criminal. De ello escribiré en la próxima columna.
@replicaalex