Por Alejandro C. Manjarrez
¡Aunque usted no lo crea!, un día de
estos nos amaneceremos con la noticia de que el gobernador de Puebla forma
parte de los anales de Ripley: dirán que ha cruzado todos los pantanos sin
manchar su plumaje variopinto.
¿Pantanos?, dudará el lector.
Pues sí, los pantanos, lodazales, ciénagas
o atascaderos políticos formados con la boñiga que se produce cuando el interés
personal rebasa o manipula el anhelo de equidad y justicia de los gobernados,
dicotomía que prevalecerá hasta que por ahí aparezca un Heracles decidido a limpiar,
valga la metáfora, los establos de este moderno Augías.
Si la alegoría mencionada se convirtiera
en realidad, el Guinness World Records podría establecer que nuestro mandatario
es el primero de los gobernantes mexicanos del siglo XXI que cambió las leyes
para hacer del suyo un gobierno distinto a los del resto del país llamado
México. O sea, que diseñó y puso a funcionar el sistema político que le
permitió establecer el control absoluto de los poderes, así como el manejo del
destino de los gobernados. Un nuevo despotismo, digamos que ilustrado.
¿Ilustrado? ¿Despotismo? Cuestionará
molesto, curioso o sorprendido el leedor de este columnista que insiste en usar
la definición histórica.
Con el deseo de responder las dudas
apuntadas (si acaso las hubiese), permítaseme brincar de la fábula griega hasta
el mito azteca:
Cual Tezcatlipoca, el dios de la noche o
espejo humeante, nuestro mandatario llegó del norte decidido a cambiar la
historia de Puebla. Y en esas anda. Argüirá que el fin justifica los medios,
criterio que me lleva a articular otra de las preguntas que andan de boca en
boca y de oreja en oreja y de corrillo en corrillo:
¿Logrará consolidar ése su ambicioso
objetivo para después aspirar a Los Pinos?
Tal vez siempre y cuando logre sacudirse
el estiércol que le salpicó Amado Yáñez Osuna, el de Oceanografía, mugre que
alcanzó a manchar el prestigio que antes ya había sido maculado por Elba Esther
Gordillo Morales, su impulsora y benefactora, la misma que lo sedujo para que
abandonara el PRI. Agregue usted el tema de las asignaciones directas a los
amigos que —dicen las fuentes
periodísticas supuestamente bien informadas—
participaron y colaboraron en la campaña electoral que sacó al PRI de la
gubernatura de Puebla. El empresario de los paraguas chinos (o sombrillas), por
ejemplo, el mismo que curiosamente resultó proveedor de los moto tractores.
Ahora bien, si a ello agregamos las
sonrisas de satisfacción que en el PRI-gobierno (ahora Quetzalcóatl) producen
los tropiezos del titular del poder Ejecutivo poblano, que por cierto sigue
siendo observado por la Auditoria Superior de la Federación, tendremos que
aplaudir la seguridad con que Moreno Valle manifiesta sus proyectos de
desarrollo social y económico, igual que celebrar las intervenciones de los
miembros de su gabinete que comparecieron en el Congreso local, todos ellos
protegidos por quienes antes fueron sus compañeros y hoy son dizque
legisladores.
Retomo a Ripley y Guinness para concluir:
No hay duda: el gobernador de Puebla es
un político de grandes recursos. Quizá por ello me recordó a Tezcatlipoca. Esto
porque porta y presume la capacidad para obsequiar y reclamar, para proponer y
negar, para mostrarse caprichoso, voluble y vengativo. Anda en todas partes.
Mueve guerras, enemistades y discordias. Atrae para sí las líneas ágatas,
positivas y negativas. Da y quita prosperidad y riqueza. Su gente le teme y
reverencia. Se trepa en el Agusta negro para recorrer el cielo azul que se
apropió. Otorga poder, anula y sacrifica al recipiendario de ese poder. Es juez
y verdugo. Vigila, premia y castiga las acciones de su gente. Su espejo azogado
asusta.
En fin. Poco falta para que veamos si la
gestión de Rafael convence a los incrédulos; si logra romper los estigmas y
establecer el referente mundial que en un descuido podría ubicarlo en los
cuadernos de Ripley y Guinness.
@replicaalex