Por Alejandro C. Manjarrez
¿Cómo resolver el problema
de Rafa?
Es la pregunta que se
repite en el ámbito del gobierno poblano; el reto para los “genios“ que le
rodean y cobran por elogiar y glorificar la figura, inteligencia y talento
financiero de su jefe, el Gobernador.
La escuchó uno de los
“garganta profunda“ que así como dota de información a este columnista (me
amarro el dedo por aquello de las coincidencias), también se la filtra a otros
periodistas, los que están prestos a escuchar para escribir sobre los “chismes“
del búnker de Los Fuertes.
Esa mi “oreja“ de postín tuvo
a bien pasarme algunas de las minucias sobre el follón y la incertidumbre que
se vive en Casa Puebla donde, por cierto, las ventanas tienen cristales
blindados contra celularazos internos y mentadas de madre externas. Confieso
sin rubor que la confidencia del tipo logró inquietarme. Simplemente no pude
resistir la tentación de poner mi granito de arena en algunas digamos que soluciones.
Así que me di a la tarea de preguntar por aquí y por allá las opiniones de
politólogos y desde luego la de doña Chona, una de las comadres que trabajan en
los puestos del mercado La Acocota (no tomé en cuenta al brujo de Cholula
porque está muy enojado por las acciones del góber). Después de ponderar el
resultado, me puse a meditar profundamente valiéndome de la soledad nocturna donde
el canto de la noche sosiega el alma.
El resultado de este
diálogo con mi daimon, más el sesudo sondeo que hice, mismo que rivaliza con
los estudios de Consulta Mitofsky o BGC Ulises Beltrán, fue en el sentido de
que el tema en cuestión resulta tan complicado que encaja perfecto con la frase
que hoy le endilgo al manejador de la imagen de Hitler, Joseph Goebbels,
basándome en la eufonía teutona: ¡Esta cabrón!
Y vaya que lo está. Mire
usted algunas de las causas:
Lo primero que Rafael
tendría que hacer, sería ponerse en los zapatos de Melquiades Morales Flores. O
sea acercarse al pueblo, apapacharlo, ofrecerse como padrino de todo y de
todos, perdonar a sus adversarios (incluidas Ana Teresa Aranda y Roxana Luna),
humedecer sus ojos con la emoción que produce compartir experiencias con los
pobres a quienes debería pedir su perdón (la madre de José Luis Tehuatle Tamayo,
en primer lugar). Bueno, en una de esas hasta animarse a mirar a las mujeres
campesinas como si debajo de las enaguas hubiera un cuerpazo similar al de
Michelle Lewin. ¡Está cabrón!
El segundo reto consiste
en acercarse a los periodistas críticos para tratar de convencerlos de que él
no fue el inventor del infierno y el paraíso que anduvo vendiendo su cofrade
Marcelo García Almaguer. ¡Está cabrón!
La tercera acción:
platicar con los empresarios locales, los académicos de las universidades de
Puebla, los dirigentes y líderes sociales, los grupos organizados de
campesinos, obreros, profesionistas y, además, establecer una sinergia con los
sindicatos de la industria poblana. ¡Está cabrón!
El cuarto punto: tendría
que acercarse a los liderazgos partidistas y a las distintas corrientes
políticas decidido a convencerlos de que nunca
más –diría Edgar Alan Poe– meterá su sacrosanta cuchara en los procesos
internos, ni enviará a quintacolumnistas para que hagan de las dirigencias una
olla de grillos, ni ocupará los buenos o malos oficios de personajes como Eukid
Castañón, por ejemplo. ¡Está cabrón!
El quinto propósito: dar
libertad de acción a los munícipes que él inventó, construyó y promovió con el
ánimo que inspira a los titiriteros. La muestra: Tony Gali. A pesar del riesgo
que implica quitarles el guión que escribió Luis Maldonado Venegas, lo mismo
tendría que hacer con los diputados y diputadas (casi tod@s) que llegaron al
cargo gracias al poder, manejo electoral y dinero del gobierno que él encabeza.
¡Está cabrón!
Sexto y último: le urge
reinventarse para que se quite los sambenitos y las definiciones que hace unas
horas le endosó la dirigencia nacional del PRI, calificativos que lo desdoran.
Helos aquí: soberbio, intolerante, con corazón de concreto hidráulico,
insensible y manipulador de los derechos humanos. ¿Cómo? Pues adoptando algunos
de las actitudes (las buenas) de Mario Marín Torres ¡Está cabrón!
En fin, debería conceder a
los poblanos la expresión facial y la cautivadora sonrisa y la simpatía y bonhomía
política que ofrece, así como los propósitos de servir… Todas estas
manifestaciones o actitudes que él, comedidamente, ha obsequiado a Enrique Peña
Nieto. Está cabrón, ¿o no?
@replicaalex
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