Cartón de Julián Andres Rivera Sulez, Colirio
El periodismo es libre o es una farsa.
Rodolfo Walsh
“Desde su primer día de gobierno, Rafael Moreno Valle Rosas
mostró su interés para cambiar lo que él pudo haber visto como el estereotipo
rústico de la provincia mexicana. De ahí su interés por maquillar a la capital y vestir
de lujo al estado dotándolos de una obra pública moderna, cara pero eficiente y
tan digna como vanguardista. Lo malo es que semejante inversión resultó
contrastante con la pobreza que mantiene a la entidad en una lamentable
posición estadística (según Coneval
—2012— el cuarto estado con mayor pobreza y séptimo en marginación). Este
empeño en el que incluyó la privatización de las carreteras y el usufructo de
los bienes públicos, rebasó las expectativas de los sorprendidos gobernados y
sacó de su modorra a los celosos vigilantes de nuestro patrimonio histórico.
Unos asombrados por la rapidez y urgencia por construir lo que habría de servir
como símbolo arquitectónico de los 150 años de la Batalla de Puebla. Y los
otros indignados debido a que jamás fueron tomadas en cuenta sus opiniones a
priori y posteriori, dictámenes relativos a la conservación de la herencia
histórica que, entre otros galardones, dio a Puebla el título de Patrimonio
Cultural de la Humanidad. El choque frontal del poder concentrado en un
gobernante, contra la opinión pública opuesta a la manipulación mediática que
acostumbra el gobierno, el que sea.
“La prensa también formó parte de esos desacuerdos o
contradicciones. Primero se la consideró pastoril, pueblerina y por ende
estorbosa, rebasada e inservible: no encajó con el “alto perfil” político y
social del titular del poder Ejecutivo. Y segundo resultó incómoda y molesta en
virtud de su apertura y libertad para actuar, al principio obligada por el
trato a veces ofensivo y después entusiasmada por haber “descubierto” el papel
crítico que exigen los lectores. Podríamos decir que Moreno Valle se transformó
en algo parecido al doctor Frankestein ya que formó la criatura que se rebeló
contra él, su “creador”.
“Eso fue parte de lo que pensó la mayoría de los trabajadores
de los medios de comunicación escrita y también de los electrónicos cuyos
propietarios, según trascendió, aceptaron limitar la libertad de expresión de
sus comunicadores y periodistas, condición sine qua non para firmar los
llamados convenios de publicidad.
“En fin.
“La “política y el periodismo”, como se intitula este
capítulo, es un tema amplio, además de interesante, debido a las sombras que
originan el alto contraste que da más luz a la libertad de prensa. Por ello
dejan de ser anecdóticos los ataques menores o graves —depende en cuál espacio del
poder se hayan concebido— y
pasan a ser parte del hito plasmado en nuestras historias. Lo bueno es que al
final del día los gobernantes siempre quedan expuestos, e incluso como si
fuesen réplicas mal hechas o superadas del molde que troqueló la política de
comunicación de, por ejemplo, Gustavo Díaz Ordaz.
“Recordemos…”
*Parte de uno de los
capítulos del libro de mi autoría La Puebla variopinta. Ya está listo para quien le interese adquirirlo. Estoy a sus órdenes…
acmanjarrez@hotmail.com
@replicaalex
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