Por
Alejandro C. Manjarrez
¿Por
qué se cayó la imagen del gobernador Rafael Moreno Valle?
La
respuesta a bote pronto sería: porque un sector de la prensa local publicó e
incluso publicitó sus tropiezos, notas que han servido de fuente a los medios
nacionales e internacionales cuya línea editorial se sustenta en la crítica
política o en el análisis de la problemática social mexicana.
El
origen del problema también podría encontrarse en la fobia del gobernante hacia
la prensa, actitud derivada de la formación, estilo y características
personales de quien hoy es el titular del poder Ejecutivo.
En
fin, como no pretendo que esta columna se convierta en un ensayo fallido, bosquejaré
con una anécdota el germen que
produjo la divergencia entre los periodistas
libres y los miembros de la burbuja morenovallista:
Con tufo azufrado
Empezaba
el gobierno de Rafael Moreno Valle cuando escuché la siguiente frase en boca de
Marcelo García Almaguer, su amigo, espejo y manejador de imagen: “Tienes que escoger: el paraíso o el
infierno”. Entonces Marcelo buscaba prosélitos dispuestos a promover la
imagen del mandatario, acogiéndose al proyecto de “comunicación” que, supongo,
ambos, jefe y operador, habían concebido y puesto a funcionar.
Aquella
burda consigna trajo a mi memoria los días aciagos de Maximino Ávila Camacho
pero con una venturosa diferencia: el general mandaba matar a tiros a sus
críticos mientras que éste sólo decreta su “muerte civil” valiéndose, desde
luego, del poder que el pueblo le confirió. Entre otras cosas ordenó que nadie
contratara publicidad a los medios que publicaran opiniones incómodas o
molestas para él. De ahí que quien no escribiera loas al Gobernador, jamás tendría los “beneficios” que produce el poder y,
obvio, habría escogido vivir en el averno.
“¡Válgame
Dios¡”, diría Martín Villavicencio Salazar, el pilluelo que se disfrazaba de
cura para robarse los ingresos de la Iglesia, el poblano cuyas aventuras inspiraron
a Vicente Riva Palacio a escribir su novela “Martín Garatuza”. De vivir en esta
época, el tal Martín seguramente ya habría sido gobernador.
La
amenaza “infierno o paraíso” no fue exclusiva. Semanas más tarde pude comprobar
que era el estilo del gobierno. Así fue como el gobernador definió y estableció
su relación con la prensa.
Pero
como siempre ocurre cuando aparecen los nubarrones, hubo algunos colegas que se
impresionaron con el mensaje y sin rechistar acataron la “sugerencia”. No
querían formar parte del Inferno Camotero
que inventó uno de los remedos de Dante.
A
contrario sensu, no obstante la terrorífica amenaza, hubo otros que decidieron ejercer
el periodismo como lo que es: un oficio que reclama inteligencia y libertad
para informar a la sociedad sobre lo que ocurre en su entorno, incluido desde
luego los excesos de los gobernantes.
Las apariencias engañan
Parecía
que iba a dar resultado el proyecto oficial diseñado a partir de la estrategia oficial
más que chambona. El exceso de confianza del gobierno se manifestó en el
menosprecio a los periodistas poblanos. Marcelo y Rafael (o Rafael y Marcelo) creyeron
que los pondrían de rodillas. Fracasaron. El tiro les salió por la culata dado que
el periodismo poblano adquirió un nuevo brío y, valga la expresión, renovó sus
votos laicos para propiciar lo que resultó un interesante e histórico
contraste: los “bien portados” optaron por el sello (o estigma, ya veremos) que
los etiquetó como servidores de un gobernante contradictorio en muchos
sentidos, mientras que los ajenos a ese “paraíso” se dedicaron a escribir y expresarse
sin el lastre intelectual que forman las dádivas, chayos, igualas y convenios.
Dije
arriba: “salió el tiro por la culata”. Pensaba en La Divina Comedia de Dante Alighieri. Esto es porque en tres años de gobierno (número mágico en
la obra) Moreno Valle construyó su propia “selva oscura”, o sea su infierno
político.
En
la estrategia enunciada (“infierno o paraíso”), por cierto muy parecida a la que
inventó Goebbels, el manejador de la imagen de Hitler, participaron varios
comunicadores oficiales y/o voceros, todos controlados por Marcelo. ¡Duro
contra los periodistas incómodos!, parecía ser la instrucción de él o de su
jefe. Pero…
Por
esos extraños giros de la vida, el infierno tomó el espacio del paraíso (y
viceversa). Y en un santiamén Rafael Moreno Valle Rosas quedó expuesto al fuego
eterno del “abismo” dantesco. Lo peor para él fue que su futuro gira en torno a
la pluma de los periodistas que, según se percibe, aborrece tanto o más como en
sus tiempos los despreciaba Maximino Ávila Camacho.
@replicaalex