“Un hombre no es desdichado a causa de
la ambición, sino porque ésta lo devora”.
Por
Alejandro C. Manjarrez
Hace
cuatro años los expertos en imagen pensaban que Rafael Moreno Valle tenía todo
lo que un político necesita para ser presidenciable. Televisa y TV-Azteca
también lo vieron con ese talante.
En
la empresa de Azcárraga lo consideraron una buena “inversión”, razón por la
cual ocurrió el trueque comercial basado en que el gobierno morenovallista
“colaborara” para la construcción y mantenimiento del CRIT. Así fue como la
televisora decidió difundir cualquier cosa que pusiera a Rafael en la pantalla
de cristal. Y además lo consintió en exceso.
Dos
años después Enrique Peña Nieto lo empezó a mirar con la curiosidad del
político celoso. Incluso, en alguna de las reuniones de la Conago, el
presidente dijo que varios mandatarios buscaban seguir sus pasos para llegar a
Los Pinos. No mencionó quiénes pero volteó hacia donde estaba el poblano.
Pa’luego es tarde
Motivado
por aquel digamos que reconocimiento acompañado con las melodiosas voces de la
sirenas cantadoras, Rafael puso a trabajar a su equipo instruyéndolos para que buscaran
aliados con intereses políticos afines y —lo supongo apoyándome en la regla que
le hemos visto aplicar— dotándoles de algún tipo de financiamiento, en efectivo
para no dejar huella.
En
esas andaban los operadores del gobernador cuando apareció el espíritu de
Montesquieu. O mejor dicho una de sus sentencias, en este caso la aplicable al
tema de la sucesión del 2018: “Un hombre no es desdichado a causa de la
ambición, sino porque ésta lo devora”.
El que tiene hambre en PAN
piensa
Moreno
Valle parecía devorado por las ambiciones de poder. Apareció la sombra del
fracaso. Los hados de la política empezaron a darle la espalda. E inició la
digamos que debacle que hoy lo tiene confundido, encabritado y, creo, hasta con
conflictos existenciales derivados de las reacciones imprevistas. Verbigracia:
la actitud de reclamo de los miles de burócratas que corrió porque —diría
George Soros— se basó en el fundamentalismo del mercado, por cierto causa del
fracaso de la política. Igual se ganó el repudio de los líderes sociales
encarcelados por representar los intereses de la sociedad, circunstancia que lo
ubicó entre los represores más destacados del país y dio a Puebla el récord
nacional de presos políticos.
En
ese escenario aparecieron las nuevas cuotas del agua hoy en manos de
empresarios insensibles, voraces. Y el crimen del niño José Luis Alberto
Tehuatlie, asesinato perpetrado por la policía del gobierno morenovallista, acto
que detonó la represión gubernamental, precisamente.
Además
salió a la luz pública lo que ha sido considerado como un muy bien urdido plan destinado
a exterminar al verdadero panismo poblano, operación a cargo de los operadores
políticos cuyo trabajo —por cierto bien remunerado— primero causó confusión y
después el repudio de los custodios del PAN.
Por
si fuera poco lo apuntado, también se hicieron públicos los privilegios
concedidos a sus hombres de confianza, ahora beneficiados con candidaturas a
cargos de elección popular, varios de ellos ex priistas habilitados como
panistas, políticos y “juanitos”. Asimismo trascendieron las decisiones chicharroneras que atentan contra los
principios constitucionales de autonomía municipal y soberanía legislativa y
judicial.
Otra
de las acciones difíciles de entender, es el presupuesto estatal destinado a la
obra pública, dinero que en muchos casos y de manera transexenal fue entregado
a y/o comprometido con empresarios, constructores e inversionistas
inmobiliarios no poblanos, actos validados por el Congreso Local cuyos
integrantes han demostrado ser eficientes subordinados del gobernador.
Ya
para que le cuento sobre la cooptación de dirigentes de casi todos los partidos
políticos, y del negocio de los verificentros, y de las “emboscadas” a cargo
del concesionario de las foto-multas cuyas cámaras móviles suelen ocultarse
detrás de postes, árboles, basura, escombro y piedras. La obvia intención de
estos actos, es sacar dinero extra del bolsillo de los ciudadanos para meterlo
a la bolsa del gobierno morenovallista encariñado, ya lo dije, con el
“fundamentalismo del mercado”.
Chirrión por el palito
Esta
gama de hechos —más el carácter especial del mandatario— me llevan a concluir
que mermaron sus posibilidades presidenciables. Hoy los ciudadanos lo ven como
un tirano, impresión que, gracias a los medios de comunicación, ya es del
dominio público nacional. Quizá por ello el Presidente de México le alce pelo,
sobre todo después de la expresión que le asestó Martha Erika Alonso de Moreno
Valle cuando lo refirió al decir que la sociedad había votado por un guapo que
no sirvió de nada a los mexicanos.
¿Qué
le pasó a la Primera Dama de Puebla? ¿Acaso escuchó la frase en voz de su
marido y fue una expresión consensuada? ¿O simplemente se le chispoteó la idea al repetir sin pensar
lo que dijeron en alguno de los desayunos privados de Casa Puebla? No lo sé.
Pero lo que sí sé es que esas palabras indignaron al habitante principal de Los
Pinos. En fin…
El
resultado político de los cuatro años del gobierno ya deben haber producido en
Moreno Valle algo parecido a un conflicto existencial. Lo curioso es que este efecto
sicológico fue pronosticado por los periodistas que no mordieron la brida
gubernamental, mismos que son vistos como enemigos del poder en lugar de
considerarlos portadores del sentir de la sociedad.
Como
a estas alturas cualquier pronóstico del columnista podría tomarse como una
perogrullada, concluyo con la siguiente pregunta que el lector podría responder
allá en su íntima intimidad:
¿Podrá
Rafael recuperar aquella posibilidad que lo hizo uno de los mejores clientes de
las televisoras y adversario político con espolones para gallo?
Yo
digo que no pero…
@replicaalex