El periodismo es libre o es una farsa.
Rodolfo Walsh
Desde su primer día de gobierno, Rafael Moreno Valle Rosas
mostró su interés para cambiar lo que él pudo haber visto como el estereotipo
rústico de la provincia mexicana. De ahí su interés por maquillar y vestir de
lujo a la capital del estado dotándola de una obra pública moderna, cara y digamos
que vanguardista. Lo malo es que la inversión resultó contrastante con la
pobreza en Puebla.
El empeño morenovallista incluyó la privatización de las
carreteras y el usufructo de los bienes públicos. Rebasó las expectativas de
los sorprendidos gobernados y sacó de su modorra a los celosos vigilantes de
nuestro patrimonio histórico. Unos asombrados por la rapidez y urgencia en
construir lo que habría de servir como símbolo arquitectónico de los 150 años
de la Batalla de Puebla, por ejemplo. Y los otros indignados debido a que jamás
fueron tomadas en cuenta sus opiniones a priori y posteriori, dictámenes
relativos a la conservación de la herencia histórica que, entre otros
galardones, dio a Puebla el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad. El
choque frontal del poder concentrado en un gobernante voluntarioso, contra la
opinión pública opuesta a la manipulación mediática que acostumbra el gobierno,
el que sea.
La prensa también formó parte de esos desacuerdos o
contradicciones. Primero la consideró pastoril, pueblerina y por ende
estorbosa, rebasada e inservible: no encajó con el “alto perfil” político y
social que se arrogó. Y segundo le resultó incómoda y molesta en virtud de su
apertura y libertad para actuar, al principio obligada por el trato a veces
ofensivo y después entusiasmada por haber “descubierto” el papel crítico que
exigen los lectores. Podríamos decir, valga la alegoría, que Moreno Valle se
transformó en algo parecido al doctor Frankestein ya que formó la criatura que
se rebeló contra él, su “creador”.
Así pensó la mayoría de los trabajadores de los medios de
comunicación escrita y también de los electrónicos cuyos propietarios, según
trascendió, aceptaron limitar la libertad de expresión de sus comunicadores y
periodistas, condición sine qua non para firmar los llamados convenios de
publicidad.
En fin…
Cuando escribí lo que acaba de leer lo hice pensando en que
el tiempo haría recapacitar al gobernante. Me equivoqué. Los errores o
caprichos fueron y, creo, serán recurrentes dado que su visión sobre los
gobernados sigue siendo la misma que cuando los ubicó en el peor nivel de sus
peregrinas apreciaciones. Uno de sus cercanísimos colaboradores, mismo que cayó
de su gracia debido a un desaguizado sentimental, me manifestó su preocupación por
el futuro de Puebla: “Rafa nos ve como si todavía usáramos taparrabos”, dijo el
hoy ex amigo del gobernante.
Lo que nunca imaginé es que el empeñoso buscador de poder
llegara a ubicarse ante la disyuntiva nada agradable para él dado que ahora su
futuro depende del presidencialismo forjado en la fragua priista. Me refiero al
sistema que gobierna y ha demostrado repudiar a los traidores (Moreno Valle lo
es), a quienes suele cobrarles su felonía valiéndose de la ley (Elba Esther
Gordillo, por cierto impulsora de Rafael, encabeza la lista de recipiendarios
de semejante revancha). Veamos:
De
todos modos Juan te llamas
El proceso sucesorio parece traer malos presagios para el
mandatario camotero de cuyas habilidades y control electoral depende que gane
su candidato y, por ende, que pierda el PRI.
Eso que parecería un avance en su proyecto presidencial,
podría ser su desgracia debido a que los priistas en el poder le aplicarían la
ley en su sentido más draconiano, hurgándole en los intríngulis del gasto
público y, en especial, en la deuda que ha contratado, pasivo que no dejará de
serlo a pesar de las maromas financieras que llevan su marca.
Y si pierde, la derrota lo exhibiría como un político
fracasado ya que se iría al caño todo su esfuerzo, el cual incluye la
manipulación de las normas electorales, los excesos en el manejo de su imagen y
desde luego el dispendio cuya regla ha sido beneficiar a los fuereños
habiltados como contratistas del gobierno poblano.
Auméntele lo peor para él, que es el descontento que sembró
en miles de poblanos: lo ven como enemigo de los pobres, represor de líderes
sociales, adversario de los burócratas, manipulador de la política local,
corruptor de las ideologías, amigo y promotor de los hombres de la riqueza producto
del capitalismo de cuates, comerciante del poder político, megalómano y
presumido. Una versión “honesta” de Humberto Moreira, pero sin un hermano que
lo suceda.
¿Cambiará? No lo creo. Sin embargo, sin duda hará el
esfuerzo por adoptar la máscara esa que nunca pudo ponerse Gustavo Díaz Ordaz. Genio y figura...
@replicaalex
Nota al calce: me ausenté de este espacio debido al mal que
me ubicó en el umbral de la muerte. La libré gracias a la energía y oraciones
de mi familia. Así que por aquí me tendrán por varios años más, si Dios lo
permite.