Por Alejandro C. Manjarrez
Los políticos confiables son aquellos que se han formado con lecturas de todo tipo. Usted sabe quiénes son y podrá calificarlos a partir de lo que propongo como paráfrasis de una sentencia famosa: por sus lecturas los conoceréis. U otra que le escuché a un diputado constituyente: al calor de la improvisación nacen con extraña fecundidad una sarta de pendejadas.
Bueno, he dicho políticos confiables basándome en que la cultura obliga a reflexionar sobre la trascendencia del cargo público que se ejerce: qué hacer, qué decir, cómo actuar, por dónde transitar y a quiénes contratar, por ejemplo, para (lo sufre Enrique Peña Nieto) no ser víctima de lo que apunta Gabriel Zaid (De los libros al poder): “La murmuración, el descontento, los rumores, los chistes contra el paraíso oficial, suelen quedarse en la crítica oral. La crítica letrada es obra de una minoría que tiene algún poder: cuando menos el de escribir y dar a conocer sus escritos”.
Como lo he comentado en este espacio, el problema está en que la mayor parte de los políticos no leen. Y lo peor: muchos de los que dicen hacerlo presumen con sus libros de cabecera; verbigracia: El arte de la guerra y Las 48 leyes del poder. Alguno ha incluido a El Príncipe del famoso Maquiavelo (quien por cierto también escribió otro Arte de la guerra). En fin.
El único del montón de políticos entrevistados que, según recuerdo, omitió esos títulos, es Enrique Doger Guerrero. Ocurrió hace un lustro cuando respondió las preguntas de la colega María Auxilio Spezzia Merlo (Intolerancia). Entonces hice el siguiente comentario:
“Es obvio que el presidente municipal leyó la novela de Dan Brown (El código Da Vinci). Lo refiere cuando habla de las especulaciones electorales que agudizan la desconfianza del pueblo. “Estamos –dice el entrevistado– en una sospecha y el día que nos atengamos a las pruebas las sospechas deben diluirse”. Esta expresión lleva algo de sus experiencias personales ya que él es objeto del famoso sospechosismo cada vez que ocurre algo que lesiona la imagen de los principales miembros gabinete e incluso la del propio gobernador (Mario Marín Torres).
“También salta a la vista que se siente obligado a leer a Carlos Fuentes (cuando era rector, él lo propuso y le dio el ‘Honoris Causa’): dijo que está en espera de que salga a la venta su próximo libro (Todas las familias felices)”. Esta declaración reveló que su equipo andaba en la luna de Valencia en lo que a información cultural se refiere, pues tenía dos semanas que la obra citada se encontraba disponible en las librerías de Puebla.
“Arturo Pérez Reverte –periodista por cierto–, es otro de sus autores favoritos, y no precisamente por La reina de sur (la lucha del narcotráfico) o Territorio comanche (las vicisitudes de los corresponsales de guerra), sino por El pintor de batallas, libro que muestra la compleja geometría del caos de este siglo donde se combinan el arte, la guerra, el amor, la lucidez, así como la soledad de un antiguo fotógrafo que pinta un mural en el cual plasma el rostro de un fantasma dispuesto a cobrar una deuda mortal. La triada del fresco la completa la sombra de una mujer desaparecida diez años antes...
“Entre sus lecturas también figura la obra de Jorge Bucay, un médico especialista en enfermedades mentales, psicodrama y psicoterapia. La poesía y el cuento son otras de las facetas de Bucay. El buscador, uno de sus libros “nocturnos”, ayuda a que el lector aprenda a entender la oscuridad para después brindar consejos a quienes la sufren. Otro libro es El camino de la auto-dependencia que, entre otras cosas, propone fórmulas para lograr el equilibrio personal y el de aquellos a quienes amamos. Dice Bucay que esta actitud forma parte del éxito o del arte de saber cómo lograr el propio desafío…”
En la entrevista de marras también encontré que Doger gusta de la historia. “Y que esa afición le está ayudando a no repetir los errores que suelen cometer otros, los que la ignoran. Le dijo a la colega Spezzia, que releyó las biografías escritas por Fernando Benítez, el escritor, periodista, antropólogo y además experto en chamanismo mexicano (puede ser que también haya leído Los indios de México y El peso de la noche). La forma como se refirió a Benítez obliga a suponer que el munícipe conoce muy bien la vida del escritor, quien por cierto vivió en Puebla, en Tonanzintla…
“Valga acotar que Fernando Benítez ha sido de los pocos periodistas con el genio para trasladar la cultura al periodismo, actividad ésta que –lanzó Doger– en Puebla es de muy alto contraste. Dicho lo anterior, Enrique añadió que los medios de comunicación ‘a veces lo patean adentro (del campo de fútbol) y afuera. Que por ello prefiere leer, estar más tranquilo porque… las lluvias, las manifestaciones o los periodicazos gratuitos con mentiras… algunos intolerantes, otros más tolerantes, son telegramas entre las clases políticas (sic). Es el correo del zar (sic), de las elites, son unos trancazos. Hace años estaban en los lavaderos de Almoloya, ahora son las columnas’.”
Hasta a aquí la cita que sirve de introducción a las próximas columnas sobre la capacidad intelectual de los políticos en activo. Ahora parafraseo a René Descartes para decir que la ausencia de cultura provoca malas costumbres y que las malas costumbres incitan a escribir sobre la ignorancia de los gobernantes. En esas andamos.
Twitter: @replicaalex