jueves, 8 de diciembre de 2011

Periodistas y ciudadanos, presuntos culpables


Por Alejandro C. Manjarrez
Bien por la ley que faculta al Ministerio Público para solicitar al poder Judicial la intervención telefónica: de esta manera se podrá obtener información que conduzca al esclarecimiento de delitos calificados como graves y aquellos relacionados con la delincuencia organizada, el secuestro y la trata de personas.
Y digo bien no porque esté de acuerdo con lo que autorizaron los diputados (dudo que alguien ajeno al Gobierno lo acepte), cuerpo legislativo cuya soberanía y criterio dependen del poder Ejecutivo. De ninguna manera. Mi expresión se basa en la lógica que nos lleva a suponer que con esta reforma la sociedad se verá más que obligada a exigir por todos los medios a su alcance, que esos eufemísticamente llamados diputados legislen para que el nombramiento y jerarquía del Procurador de Justicia del estado de Puebla, ya no dependan del poder Ejecutivo. Mientras omitan esta necesidad y su Eminencia decida por los demás, cualquier intervención telefónica llevará el sello de Casa Puebla y, en consecuencia, los jueces padecerán el sambenito de borregos alimentados por la tersa y a la vez mano dura del señor gobernador.
Bien por la determinación de los conscriptos de la patria chica para que el nombre del obispo Juan de Palafox y Mendoza, figure en los muros del recinto legislativo.
Y digo bien no porque sea correcto que refuljan en el frontispicio del Congreso local las 21 letras del apelativo de su Ilustrísima, sino porque este Congreso de Puebla por fin habrá oficializado lo que ya sabemos: que sus diputados son corderos de Dios y, por ende, trasgresores de las leyes que protestaron respetar y hacer cumplir.
Bien por los diputados que a priori aprobaron (en comisiones, obvio) lo que habrá de ser la reforma a la Ley del Issstep, misma que plantea el aumento directo de 10 por ciento a las cuotas para la institución, de las cuales los trabajadores absorberán el cuatro por ciento y el gobierno estatal el seis por ciento restante.
Y digo bien no porque la medida sea conveniente para la ya mermada economía de los trabajadores del estado de Puebla, sino porque semejante disposición tendrá tres efectos inmediatos; a saber:
a)   Paliará el déficit ocasionado por la mala administración consecuencia de los negocios y raterías de los otrora funcionarios marinistas.
b)   Esta necesaria o estratégica disposición enardecerá los ánimos laborales en contra quienes se llevaron hasta el mecate y que, a pesar de ese latrocinio, gozan del beneficio de la impunidad concertada. Y
c)   Como consecuencia de lo anterior, el gobierno estatal se verá obligado a moderar sus gastos (me refiero a la partida del Ejecutivo) para evitar que los miles de afectados se rebelen y protesten contra lo que ellos podrían considerar excesos o incluso lujos innecesarios.
Después de estas reformas y dictámenes protestados o protestables –depende el criterio del lector–, en las próximas sesiones los ciudadanos legisladores empezarán a discutir para aprobar las reformas a la Ley de Transparencia, proyecto elaborado y revisado al alimón por los dos poderes que, según el clamor popular, es uno solo. Y ahí veremos de qué lado masca la iguana: si pulen aquellas facetas tan inciertas como mañosas que ubicaron a la poblana como una de las leyes más opacas; o si de plano le dan la vueltecita para que el poder Ejecutivo siga despachándose con la cuchara grande, lo cual dañaría aún más la imagen de nuestros multicolores diputados.
Concluyo y retomo lo de las intervenciones telefónicas:
Ante la estructura judicial que la canalla considera sometida a los designios del poder Ejecutivo, ¿quién nos garantiza que las conversaciones de usted, del que esto escribe y de los colegas periodistas no sean objeto de intervenciones judicialmente autorizadas?
La preocupante duda se debe a que, de acuerdo con la costumbre, digamos que secreta, los “pájaros en los alambres” ya escuchan nuestras conversaciones, razón por la cual ahora ese tipo de intrusiones podrán justificarse con alguno de los supuestos enunciados. Si así fuere todos seríamos presuntos culpables.
Está cabrón.

Twitter: @replicaalex