Por
Alejandro C. Manjarrez
Después
de ver en sendos espectaculares los rostros de quienes aspiran a convertirse en
presidente municipal de Puebla, se me ocurrió pensar en la impresión que
podrían llevarse automovilistas y ciudadanos que se topan con tres de los funcionarios
metrosexuales que colaboran en el gobierno del estado.
La
primera, la de los lectores, sería en el sentido de que Puebla vive un momento
extraordinario para el periodismo. Eso de mostrar en tamaño gigante las
portadas de tres revistas, no puede tener otra lectura. Dirán que ese tipo de
comunicación está viviendo sus días de vino y rosas, los mejores.
La
segunda, la de los poblanos que se han enterado del extraordinario empeño de
Rafael Moreno Valle, mismo que consiste en acabar con, entre otros, los medios
de comunicación escrita, podría girar en torno a la suposición de que el
mandatario reculó para, en vez de desaparecerlos por inanición (cancelación de
publicidad oficial), apoyarlos con el fin de impulsar este tipo de expresiones,
incluidas aquellas que por su contenido son consideradas como parte de la prensa
llamada color de rosa. Aclaro que en principio, el “apoyo” consistiría en
autorizar a sus colaboradores para que se valgan de ese tipo de propaganda,
digamos que personal.
La
tercera, la de analistas y exegetas políticos, estaría basándose en un posible
cambio radical de difusión a las actividades y aspiraciones de tipo político. Podrían
señalar que gracias al efecto Peña Nieto-Televisa, el presupuesto del gobierno
se aplicará al revés volteado; es decir, el mayor porcentaje a los medios de
comunicación escritos y el resto a la información electrónica.
La
cuarta, la de los consejeros electorales y los magistrados del Trife, se podría
centrar en convocar a una reunión urgente para tomar medidas y acciones destinadas
a convencer a la sociedad de que, en su caso, no aceptarán que prevalezca e
incluso que se siente una especie de jurisprudencia por la repetición pública y
a todo color del dicho popular aquel que reza: echa la ley hecha la trampa.
La
quinta, la de los amigos de los aspirantes –que curiosamente son los mismos–,
seguramente se basará en soltar a los presuntos (cada cual en su momento para
que los otros dos no se enteren), que su figura es cautivadora, convincente y
por ende la ganadora de las simpatías de todos los poblanos, incluidos los que
viven con el Jesús en la boca.
Por
último la sexta, la del equipo de la revista Réplica del que formo parte (soy su fundador), es desde luego en
sentido positivo en virtud de que los actores de esta propaganda muestran su
cara para que la sociedad diga lo bueno o malo que tiene guardado. Ya sabe
usted: que uno es corrupto, que el otro adúltero y que el tercero pragmático;
los chimes que siempre corren por las calles de la angelical Puebla, cuentos,
chistes, pullas e infundios que a veces dan al periodista tela de dónde cortar.
Bueno también habrá un reclamo en casa contra la decisión editorial consistente
en nunca publicar en portada (con espectacular incluido) la efigie de quien
aspire a cualquier candidatura, aunque sea la de gobernador.
(Esto
último lo digo por si existiere alguna duda sobre el estilo periodístico y la
política editorial que desde la fundación de la revista adoptamos con la
intención de ganar y conservar lectores. Así lo establecimos después del sondeo
que nos hizo ver que en las preferencias del público lector el tema político no
es el más importante).
En
fin, respetado lector: lo interesante de esta batalla por ganar las
preferencias electorales, es que en Casa Puebla ya hay ganador, el mismo que
será candidato del PAN y otros partidos siempre y cuando, que conste, los
panistas de pura cepa manifiesten su acuerdo y firmen su compromiso.
¿Quién?
Pues
nada menos que Fernando Manzanilla Prieto.
Nota:
para cualquier reclamo comunicarse al siguiente correo o, si lo prefiere,
enviar el comentario a mi tuiter. Serán bienvenidos y respondidos en tiempo y
forma.
Tuiter: @replicaalex