jueves, 20 de septiembre de 2012

La DEA, Bartlett y el complot



Por Alejandro C. Manjarrez
Otra vez Manuel Bartlett Díaz se volvió a ubicar en la mira de los medios de comunicación. La causa: el fallecimiento de Rubén Zuno Arce, cuñado del ex presidente Luis Echeverría Álvarez, quien purgaba su condena en una cárcel de Florida, acusado de conspirar en el crimen de Enrique Camarena Salazar.
Esta noticia me llevó a recordar algo de aquel incidente que causó todo tipo de comentarios. He aquí algunos de los antecedentes:
En 1990 la dea incluyó a Manuel Bartlett en el caso del crimen de su agente Camarena. El hoy senador fue mencionado en la lista donde también estaban los nombres del ex procurador Enrique Álvarez del Castillo y el general Juan Arévalo Gardoqui.
Según lo publicado en diferentes medios, la información fue promovida por Carlos Salinas de Gortari a través de una filtración que realizó la dea, organismo al que Bartlett demandó ganándole un juicio civil para enseguida entablar uno penal contra el ex director de la Agencia de marras. Sin referirse al hecho, Carlos Salinas desmintió semejante versión en su libro Un paso difícil a la modernidad, donde publica los pormenores de ese que fue un affaire diplomático entre su gobierno y el de Estados Unidos.
Un testimonio certificado por la Notaría Pública del condado de Los Ángeles, mismo que en 1998 se utilizó para reabrir el caso Camarena ante el Gran Jurado de California: se reveló que el grupo especial de agentes de la dea encargado de la Operación Leyenda, decidió destruir al entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, porque éste tenía mucha influencia política en México. Su interés: evitar que llegara a la Presidencia.
En su declaración notarial número 1075901, Héctor Manuel Cervantes Santos, testigo estrella del juicio que se desarrolló en Los Ángeles (agosto de 1991 a septiembre de 1992) para identificar a los culpables del asesinato de Enrique Camarena, narra cómo fue preparado por la dea para involucrar a Bartlett Díaz y al secretario de la Defensa, Juan Arévalo Gardoqui. De ahí que los señalara como narcotraficantes y ser parte de la conspiración criminal, declaración que dio a la justicia estadounidense el “sustento legal” para poder detenerlos y enjuiciarlos. Cervantes Santos, ex policía y guardaespaldas del narcotraficante Javier Barba Hernández, relató la forma en que fue obligado por los agentes de la dea Antonio Gárate y Héctor Berréllez, así como el fiscal Manuel Medrano. En 1995 Berréllez confirmó a su testigo que recibiría un total de 200 mil dólares (en dos pagos) más seis mil dólares mensuales como pensión. Y en efecto, en septiembre de 1995, David Devore de la dea entregó a Cervantes un cheque por 100 mil dólares; empero, nunca completaron la suma de los 200 mil ofrecidos y éso fue lo que convenció al testigo estrella de la dea para “desenmascarar a sus antiguos patrones”.
La semilla del complot
Ante el barullo mediático de aquellos años y la proximidad de la toma de posesión de Manuel Bartlett, lo entrevisté para preguntarle:
¿Por qué lo involucraron con el crimen de Camarena?
—Mire usted. Lo que le voy a decir es off the record. Pero tome nota para que sepa las cuatrocientas razones de esa patraña —respondió a botepronto.
He aquí su relato
—Cuando llegué a la Secretaría de Gobernación, encontré que en la Dirección Federal de Seguridad habían cuatrocientos agentes inmersos en la corrupción. Nombré como jefe a un general, y éste también fue corrompido. Analicé el problema y la solución más adecuada para resolverlo fue desaparecerla. Pero para poder hacerlo sin sospechas ni protestas tuve que echar mano del jefe del archivo. ‘Hágase cargo de la liquidación de aquella oficina brutalmente corrompida’, le dije. Y lo instruí para que cesara a los agentes previa invitación a que reingresaran a la Secretaría mediando las solicitudes que llenarían el equipo secretarial. La única condición para su reingreso fue que aceptaran ser investigados y sometidos a exámenes psicológicos y médicos. Nadie, ninguno de ellos hizo la solicitud. Y así se acabó la Dirección Federal de Seguridad.
Bartlett, que parecía disfrutar con el asombro de los testigos de la entrevista, sus colaboradores, decidió rematar su revelación y dijo:
A esos agentes corruptos, muchos de ellos socios de los narcos, debo la calumnia que se ha venido manejando desde hace varios años. Quisieron desprestigiarme, les pagaron para que lo hicieran. O les prometieron impunidad.
Lo curioso de este político que ha ocupado los cargos públicos más importantes excepto el de presidente de México, obvio—, es que tiene la fama de ser uno de los pocos mexicanos cuyo archivo personal certifica que, en efecto, la información es poder.
¿Cuándo publicará sus memorias? Debe hacerlo ¡ya! Urge.
Twitter: @replicaalex