Por
Alejandro C. Manjarrez
Si
las frases políticas estuvieran sujetas a derechos de autor (copyright), Rafael
Moreno Valle Rosas tendría sendas demandas por plagio. Y éste, avergonzado y montado
en cólera, seguramente y con razón estaría pasándole las facturas a los genios
de marketing que contrató para promover su imagen. ¿Cómo? Pues con terribles y
altisonantes humillaciones, además del cese ipso facto después, claro, del
certero celularazo en la chambona cabezota del plagiario primitivo (espero que
no lleve el nombre de Marcelo).
Lo
peor del imaginario pleito en las cortes internacionales, es que la contraparte
del mandatario poblano sería nada menos que Barack Obama. Sí, en efecto, leyó
usted bien: el ciudadano presidente de los Estados Unidos de Norte América,
relecto gracias al talento profesional que le distingue, así como a su oratoria
política, su think tank y desde luego a su preparación social.
Vaya
follón.
Preguntará
el lector por qué digo lo que acaba de leer. Bueno pues aquí van dos de las razones,
digamos que las más esplendentes debido a su trascendencia y difusión. Una, la más
reciente, ocurrió el pasado martes en la noche cuando Barack pronunció su discurso
triunfal. Hete aquí lo que dijo:
“Lo mejor está aún por
venir. Si bien nuestro camino ha sido duro, aunque nuestra jornada ha sido
larga, nos hemos levantado, hemos peleado por nuestro regreso, y sabemos en
nuestros corazones que lo mejor está por
venir para Estados Unidos”.
¿Recuerda el lector la frase? Es obvio que sí porque en Puebla durante
y después de la campaña se ha repetido hasta el hartazgo.
Ahora otro de los mensajes, quizá el más “poético” dado que fue
redactado por el propio presidente y Jon Favreau, su ghost
writer, también conocido precisamente como “El poeta”.
Va
primero el que forma parte del discurso del señor Gobernador del estado de
Puebla:
“Somos
personas ordinarias que si nos unimos podremos hacer cosas extraordinarias”.
Esto
es lo que dijo Barack:
“Juntas,
las personas corrientes pueden hacer cosas extraordinarias”.
Aquí
vale acotar que los gringos mencionados (dicho el “gentilicio” con el respeto
que nos merece la investidura presidencial) hicieron varios discursos dándole a
cada uno cierto contenido literario, práctica que me lleva a compartir con el
lector el concepto del escritor Jorge Volpi, mismo que resume las razones del
éxito político del presidente afroamericano: leer cuentos y novelas “nos hace
por fuerza mejores personas”. Es obvio que tanto Barack como Jon son buenos
lectores de literatura.
Dicho
lo anterior va la reflexión del columnista:
Por lo que hemos visto durante varias décadas y
además comprobado gracias a la verborrea oficial, la mayor parte de los
políticos son ajenos a la literatura. Sus lecturas se constriñen a libros
utilitarios de los cuales, en el mejor de los casos, abrevan desde las
estrategias políticas que utilizan, hasta la forma de actuar y presentarse ante
sus gobernados. Un par de esos libros, quizá los más socorridos y también
vendidos en los aparadores, son los popularísimos El arte de la guerra y Las 48
leyes del poder, ambos con el contenido de maña y maldad que permitió a los
hombres del pasado remoto dominar a las sociedades que los soportaron, ya sea
por temor a perder la vida, o bien esperanzados en las promesas de la
existencia ultra terrenal que les compensaría su sufrido paso por el mundo.
El problema es que nuestros políticos no leen,
algunos quizá por falta de tiempo y otros porque suponen que los libros
muerden. También hay quienes no lo hacen debido a que —dependiendo de cada cual—
dedican su jornada laboral a combatir o promover la corrupción en sus diversas
manifestaciones… o a disfrazarla valiéndose de sus asesores financieros. Al
final de cuentas los dos bandos se unen para tratar de convencernos de que
ellos son los únicos capaces de resolver los graves problemas sociales de su
estado o país, según el tamaño del sapo. En fin…
Una
vez enterado de la tomada de pelo (debe haber leído o escuchado el discurso de
Obama), el gobernador está obligado a exhibir a su ghost writer y, además, a jalarle las orejotas de burro por plagiar
la oratoria del hombre más popular del mundo. O para que no haya duda del
ingenio y talento del equipo que forma parte de su staff o tanque de cerebros
(a lo mejor son genios fantasmas), demandar a Barack por haberse fusilado las
frases que llevan el copyright
morenovallista. Digo…
Twitter: @replicaalex