domingo, 4 de noviembre de 2012

Puebla, Peña y Moreno Valle


 
Por Alejandro C. Manjarrez
Se escucha en Puebla la siguiente frase supuestamente alentadora para los priistas y alarmante para el gobierno de Rafael Moreno Valle: a partir del 1 de diciembre, en Puebla cambiarán las cosas.
Los portadores de semejante esperanza cargan el pesado fardo de los agravios en su contra, tanto en el aspecto político o laboral como en aquello que involucra a la dignidad. Le traen ganas al gobernador variopinto y por ello confían e incluso anhelan que Enrique Peña Nieto se convierta en algo así como el chicote vengador.
¿Habrá cambios?
Lo más seguro es que quién sabe. Sin embargo, suponiendo que ese cambio llegara a darse, esperemos sea para bien de los poblanos que, igual que los priistas, también se quejan de haber sido perjudicados por diferentes razones, entre ellas la pérdida del trabajo y, en el mejor de los casos, la disminución de su salario o poder adquisitivo.
Lo curioso es que compensan ese tipo opiniones algunos de los empresarios (los de peso y pesos) que ven en Rafael Moreno Valle lo mejor que le ha ocurrido a Puebla. E incluya el lector a uno que otro priista de corazón y origen cuya economía o moralidad se vieron afectadas por el marinismo.
Esperemos pues al 1 de diciembre para ver cómo diablos inicia el nuevo mandato presidencial, y si los priistas poblanos tienen el apoyo de quien gobernará al país. Ya veremos. Lo peor que puede pasar es que la política recule a los tiempos idos como el que enseguida relato, pasaje del priismo de antaño que, al parecer, podría regresar por sus fueros para, dicen, meter en cintura a los mandatarios que se sienten virreyes o paridos por los dioses del Olimpo:
La historia
Al declinar la candidatura, el general Miguel Ángel Godínez, jefe del Estado Mayor de José López Portillo, argumentó ante el Presidente: “Quiero tener el honor de concluir mi gestión junto con su gobierno”.
Aquella venturosa circunstancia animó al gobernador Alfredo Toxqui para pedir a su amigo, el profesor Enrique Olivares Santana, secretario de Gobernación, que impulsara la candidatura de Marco Antonio Rojas Flores, su ahijado político. Así iba ocurrir cuando se enteró Gustavo Carvajal Moreno, presidente del CEN del PRI, quien ipso facto llamó a dos diputados federales informándoles que tendrían que ayudarle para que Guillermo Jiménez Morales, su compañero y amigo, fuera el candidato al gobierno de Puebla.
Los convocados y el líder del PRI acudieron al despacho de Bucareli con la intención de hablar con su titular, el profesor Olivares Santana. La conversación que repito de memoria se llevó a cabo en los términos que uno de los presentes me comentó:
—Señor Secretario —dijo Carvajal—, me acompañan los diputados Alfonso Zegbe Sanen y Victoriano Álvarez García, ya que tanto en Puebla como en el PRI estamos preocupados por el apoyo que ha recibido el licenciado Rojas, secretario de Finanzas del doctor Toxqui.
Rojas es un buen político y administrador con una excelente carrera en Puebla —respondió Olivares con la intención de cortar por lozano cualquier reproche—. Es un asunto concluido, estimado Presidente. Está decidido: el candidato será él.
Se hizo un pesado silencio. Las miradas de los dos diputados y el líder priista se cruzaron. Zegbe y Álvarez exigiéndole a su amigo Gustavo que fuera más enjundioso en su exposición; sin embargo, éste no dijo nada. En ese momento Victoriano alzó la voz y lanzó la amenaza que en aquellos días equivalía a un pecado político capital:
— Si queda Rojas, los diputados federales de Puebla denunciaremos al gobernador porque su gobierno ha sido el más corrupto en la historia de Puebla —mintió Victoriano.
—Además publicaremos todos los actos de corrupción del gobierno de Puebla —secundó Alfonso en el mismo tono.
Olivares Santana abrió los ojos asustado pero todavía tranquilo. Quizá esperaba semejante reacción debido a que el propio Toxqui, su amigo y cómplice político, lo había preparado. Carvajal percibió que ya estaba hecho el tamal. Se armó de valor y tartamudeando pero mostrándose amenazante terció:
—No sólo la diputación federal poblana, señor Secretario, todos los legisladores del PRI se adicionarán a la denuncia.
A Olivares Santana se le enrollaron las tripas porque se le habían alebrestado los políticos que supuestamente él controlaba. Los vio tan decididos que pidió unos minutos para consultarlo con el presidente López Portillo. Se metió en un pequeño privado desde el cual supuestamente hizo la llamada por el “teléfono rojo”. Cinco minutos después reapareció ante el trío de rebeldes a quienes se les notaba la preocupación en sus rostros sudorosos.
—Está bien diputados, Presidente. Pero tengo indicaciones de que se lleve a cabo una consulta entre los priistas poblanos para que ellos sean los que decidan quién es el candidato, si Marco Antonio Rojas o Guillermo Jiménez Morales.  Sólo les pido que cubran las formas.
Ahí acabó la reunión. Se acató la orden del Secretario y se hizo la consulta entre los sectores del PRI previamente “sensibilizados” para que su voto corporativo fuese a favor del entonces diputado federal Guillermo Jiménez Morales. En la reunión que organizó la dirigencia estatal y el delegado general para escuchar a los dirigentes sectoriales, surgió una voz disidente, la de Blas Chumacero Sánchez, líder obrero. Cuando le tocó el turno, el temido y respetado don Blas respondió enérgico con las siguientes palabras que acompañadas de un vigoroso manoteo:
— ¡Que quede constancia: el candidato de la CTM es el licenciado Marco Antonio Rojas Flores! —Y enseguida remachó con un tono de voz un poco más amigable—: No obstante, por disciplina institucional, el sector obrero que represento se adiciona a la instrucción del CEN del PRI que, supongo, responde a las indicaciones del señor presidente López Portillo.
Alfredo Toxqui fue derrotado y tanto él como Marco Antonio Rojas apechugaron la decisión que una vez tomada tuvo que disfrazarse de consulta democrática.
¿Cuál será el nuevo estilo presidencial? ¿Habrá recule para recuperar las viejas prácticas? ¿Aparecerá la mano dura para los enemigos del PRI y blanda para los priistas aunque sean pilluelos?
No desesperemos. Sólo falta días para ver quién tiene razón, si los priistas agraviados, o los empresarios antimarinistas…
Twitter: @replicaalex