Por
Alejandro C. Manjarrez
No
le extrañe al lector que Rafael Moreno Valle Rosas haga algunos cambios en su
gobierno, más que de tipo burocrático (que los habrá sin duda), de actitudes
personales. La conclusión del calderonato lo obliga a poner en acción su plan C
(el A y el B ya no funcionan), mismo que podría contener algunas reglas,
digamos que de sobrevivencia; a saber:
Desaparecer la soberbia
como distintivo del poder político.
Negociar con los grupos de tensión
y presión, la mayoría de ellos vinculados al PRI que regresó por sus fueros.
Poner en acción un nuevo método de
comunicación social con miras a deshacer los entuertos que
ocasionó su mala relación con la prensa local, talante que, como hemos visto,
trascendió al plano nacional. En este como en otros casos está obligado a
quitarse los remoquetes de represor, mismos que –dirían los aficionados a la
fiesta brava– él mismo se puso… y en todo lo alto.
Necesita sacar manos, corazón y
mente de los procesos electorales, con el fin de no
exponerse a denuncias o señalamientos que lastimarían su orgullo y afectarían
su proyecto de largo aliento. Es obvio que el PRI de Enrique Peña Nieto se va a
reinventar para, entre otras intenciones, legitimar la presencia pública del
nuevo Presidente de México. En esta acción, creo, entrará el rechazo a los
pactos electoreros con gobernadores de oposición, en especial con los
tránsfugas, como es el caso del mandatario poblano.
Manejar el dinero público de manera
tal que su administración no caiga en los ilícitos
u observaciones que contiene la nueva Ley General de Contabilidad Gubernamental,
cuya iniciativa surgió de su amigo Felipe Calderón: tendrá que Instruir a sus
asesores financieros para que eviten la tentación de validar aquello de que “hecha
la ley hecha la trampa”.
Inventar algo para quitarse el
sambenito de titiritero que le endilgaron quienes suponen
que convirtió en marionetas del “teatro guiñol republicano”, a varios
diputados, jueces y magistrados.
Como
el ilusionista David Copperfield, tendría que llevar a cabo un acto de magia
espectacular para hacer que “desaparezca” su influencia (mano negra o mano
dura) de los partidos políticos a cuyos dirigentes sedujo o nombró mostrándoles
la zanahoria del 2018 (incluido el PAN, o lo que queda de él).
Para que no se
caiga de la nube en que anda, le urge bajarse antes de que lo “engañe la
perjura” esa llamada política: precisa poner los pies en la tierra.
Como
si fuese un trance de contrición republicana, a partir de ya deberá tomar en
cuenta a la sociedad y desde luego escucharla e invitarla a opinar, sugerir y
avalar las obras de su gobierno, mandato que ejerce gracias a que (chueco o
derecho) así lo determinó el sufragio del pueblo.
Al
inicio de esta mi reflexión (chambona, dirán los detractores cibernéticos que cobran
por atacar a todo aquel que no le echa flores al góber) dije que Rafael Moreno
Valle podría hacer algunos cambios en su gobierno. Mi suposición y dichos de
basan en que allá en su “íntima intimidad” el tipo ha decidido NO gobernar a
contrapelo, actitud que beneficiaría a la sociedad cansada del atole con el
dedo… oficial.
Twitter: @replicaalex