jueves, 29 de noviembre de 2012

Puebla gobernada a contrapelo


 
Por Alejandro C. Manjarrez
No le extrañe al lector que Rafael Moreno Valle Rosas haga algunos cambios en su gobierno, más que de tipo burocrático (que los habrá sin duda), de actitudes personales. La conclusión del calderonato lo obliga a poner en acción su plan C (el A y el B ya no funcionan), mismo que podría contener algunas reglas, digamos que de sobrevivencia; a saber:
Desaparecer la soberbia como distintivo del poder político.
Negociar con los grupos de tensión y presión, la mayoría de ellos vinculados al PRI que regresó por sus fueros.
Poner en acción un nuevo método de comunicación social con miras a deshacer los entuertos que ocasionó su mala relación con la prensa local, talante que, como hemos visto, trascendió al plano nacional. En este como en otros casos está obligado a quitarse los remoquetes de represor, mismos que –dirían los aficionados a la fiesta brava– él mismo se puso… y en todo lo alto.
Necesita sacar manos, corazón y mente de los procesos electorales, con el fin de no exponerse a denuncias o señalamientos que lastimarían su orgullo y afectarían su proyecto de largo aliento. Es obvio que el PRI de Enrique Peña Nieto se va a reinventar para, entre otras intenciones, legitimar la presencia pública del nuevo Presidente de México. En esta acción, creo, entrará el rechazo a los pactos electoreros con gobernadores de oposición, en especial con los tránsfugas, como es el caso del mandatario poblano.
Manejar el dinero público de manera tal que su administración no caiga en los ilícitos u observaciones que contiene la nueva Ley General de Contabilidad Gubernamental, cuya iniciativa surgió de su amigo Felipe Calderón: tendrá que Instruir a sus asesores financieros para que eviten la tentación de validar aquello de que “hecha la ley hecha la trampa”.
Inventar algo para quitarse el sambenito de titiritero que le endilgaron quienes suponen que convirtió en marionetas del “teatro guiñol republicano”, a varios diputados, jueces y magistrados.
Como el ilusionista David Copperfield, tendría que llevar a cabo un acto de magia espectacular para hacer que “desaparezca” su influencia (mano negra o mano dura) de los partidos políticos a cuyos dirigentes sedujo o nombró mostrándoles la zanahoria del 2018 (incluido el PAN, o lo que queda de él).
Para que no se caiga de la nube en que anda, le urge bajarse antes de que lo “engañe la perjura” esa llamada política: precisa poner los pies en la tierra.
Como si fuese un trance de contrición republicana, a partir de ya deberá tomar en cuenta a la sociedad y desde luego escucharla e invitarla a opinar, sugerir y avalar las obras de su gobierno, mandato que ejerce gracias a que (chueco o derecho) así lo determinó el sufragio del pueblo.
Al inicio de esta mi reflexión (chambona, dirán los detractores cibernéticos que cobran por atacar a todo aquel que no le echa flores al góber) dije que Rafael Moreno Valle podría hacer algunos cambios en su gobierno. Mi suposición y dichos de basan en que allá en su “íntima intimidad” el tipo ha decidido NO gobernar a contrapelo, actitud que beneficiaría a la sociedad cansada del atole con el dedo… oficial.

Twitter: @replicaalex