lunes, 29 de julio de 2013

Por Alejandro C. Manjarrez

Lo dije y el tiempo lo ha confirmado: Rafael Moreno Valle es un hombre seductor, un encantador de serpientes.

También escribí que el hoy mandatario de Puebla actúa como los conquistadores que superan cualquier obstáculo cuando se empeñan en obtener el triunfo anhelado.

Y machaqué en lo que cualquier persona sabe: que por ahora él es el “dueño” del presupuesto estatal que en su sexenio podría superar los 350 mil millones de pesos.

Con esas, llamémosle cualidades, se diluye o topa con pared cualquier pronóstico negativo para la estrella y protagonista de Puebla. De ahí que no resulte aventurado asegurar que Rafael Moreno Valle llegará a ubicarse en la final de la lucha política partidista, disputa que incluye la postulación para la candidatura presidencial (quizás por el PAN). Esto a pesar de que en el camino se le aparezcan imponderables –como fue el caso de la maestra Elba Esther Gordillo Morales–, circunstancias que podría resolver gracias, precisamente, a sus habilidades para convencer a los demás, incluido el equipo que formó hace diez años. Adéndum a lo de imponderables: Me refiero a aquellos eventos que pueden producir un mal rato. Por ejemplo: el mencionado caso de Elba Esther u otro que directamente lo relacionara, como podría ser la denuncia interpuesta contra Antonio Gali Fayad (enriquecimiento inexplicable), siempre y cuando este acto judicial produjera la orden de aprehensión, tema del cual me ocuparé en otra entrega. Tenemos tiempo.

¿Encantador de serpientes?

Se dice que este tipo de seductores son personas cuya sonrisa resplandece para destruir cualquier barrera psicológica; que semejante expresión facial suele ir escoltada de palabras que –tal vez sin haberlo pensado– el destinatario había querido escuchar; de frases que transmiten la calidez adornada con la simpatía y solvencia retórica del conquistador. Y que conste: no hay –valga la figura– “ofidio humano” que resista esta descarga seguida de movimientos corporales que, verbigracia, a Bill Clinton le ganaron el mote de “histrión de la empatía”.

¿Serpientes?

Es válida la definición si consideramos que antes de la fundación de Puebla (1531), el valle escogido por la Segunda Audiencia para asentarla se llamaba Cuetlaxcoapan, nombre que significa: lugar donde las víboras cambian de piel. Y más aún si partimos de que en su sentido esotérico el reptil suele ser visto como símbolo de sabiduría.

Al combinar estas condiciones no queda mas que aceptar que los poblanos podemos ser viperinos, enigmáticos, venenosos, cambiantes (es de sabios rectificar), miméticos e incluso hasta hábiles para la arrastrada si de alcanzar la cima se trata. Abundan las muestras.

Antídoto

Debido a lo que apunto en el primer párrafo, condiciones a las que debo incluir la innegable habilidad para manejar la empatía que mezcla inteligencia con voluntad, Moreno Valle pudo dominar al serpentario político poblano. La prueba: los partidos en donde existen varios ejemplares que convergen en esta digamos que alegoría (somos un grupo unido… pero de víboras, diría el ranchero). Y si el amable lector se anima a echar un vistazo al tema, tal vez descubra que todos los que cambiaron de piel fueron seducidos por quien usó el poder para, por casualidad o de manera preconcebida, hacer posible esa metamorfosis llamémosle kafkiana. A propósito de Kafka: Dijo el escritor que la desgracia de Don Quijote no fue su fantasía sino Sancho Panza. La observación de Franz sería válida para la política oficial si en la peña poblana existiera alguien parecido al impasible seguidor del ingenioso hidalgo. Si así fuere le aseguro que no habría metrosexuales. En fin.

Reconocimiento

Por aquello de que el lector llegara a malinterpretar mis líneas me anticipo y aclaro: esta no es una crítica al gobernador. No. Dios me libre. No obstante, sin que sea un escrito alegóricoo laudatorio, este texto bien podría encajar en alguna de las secciones reservadas a gobernantes políticamente exitosos. La razón: no es cosa menor eso de convertir a partidos y militantes de oposición en fans y comparsas oficiales; menos lo es el hecho de emitir destellos político-electorales cuyo resplandor ha deslumbrado a periodistas en proceso de una increíble mutación para –otra vez recurro a Kafka– aplicar aquello de que “muchas veces es más seguro estar encadenado que ser libre”.

Cuenta alguna de las leyendas de regiones selváticas como Putomayo, Caquetá y Amazonas, que por allá existe una serpiente que en lugar de morder y envenenar envuelve al hombre y con la cola le da de fuetazos, castigo que lo deja en condiciones de caminar como modelo de pasarela y moviendo la cintura al estilo del marchista.

Otra de las fábulas populares establece que tales coletazos acaban con los chismes que son causa de discordias, violencia y enemistades. Lo malo es que la parábola no aplique en Cuetlaxcoapan donde nuestras víboras sólo cambian de piel y los políticos se la pasan dándole coletazos a la sociedad. 

Respetado lector:

He regresado a este espacio después de la ausencia obligada por la mordedura de una víbora de cascabel (lo comenté en la columna anterior). Por eso el tono de mi narrativa que a falta de serpentinas, globos y espanta suegras, sirvió para lanzar una especie de estornudo festivo cargado de confeti variopinto. Si acaso percibe algún veneno, me justifico echándole la culpa al pinche ofidio que tuvo a bien inoculármelo.

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@replicaalex