A la mejor cocinera se le pasa un chile
entero
Por
Alejandro C. Manjarrez
La
primera vez que escribí sobre Tony Gali (“El tufo de la comuna”, 20 de mayo de
1993), el hoy alcalde de Puebla andaba metido en el negocio de la basura. Era
entonces empleado y al mismo tiempo concesionario del Ayuntamiento (Eduardo, su
hermano y socio, trabajaba en la Secretaría de Economía).
El
tema de la columna en cuestión giró en torno al conflicto que involucró a su
empresa provocando las protestas del vecino estado de Tlaxcala, donde se había
ubicado el tiradero o depósito de los desechos de la capital de la entidad
poblana (La Resurrección).
Ha
pasado un cuarto de siglo y ahora Tony tiene posibilidades de convertirse en
gobernador siempre y cuando, supongo, se comprometa a conservar la “basura” que
dejará Rafael Moreno Valle.
¿Basura?
Entrecomillo
el vocablo porque no encuentro otra forma de definir la herencia política que, gracias
a una sesuda estrategia, heredará quien gobierne a los poblanos, legado que
incluye la intención de acabar con la esencia de la República. Por ejemplo:
someter a los poderes con el fin de poner en acción un esquema de gobierno que permitiera
al Ejecutivo (como ocurrió) operar las ocurrencias de su titular.
Y
fue, precisamente, el poder Legislativo la primer meta. De ahí que se escogieran
y entrenaran a quienes habrían de fungir como los diputados encargados de
legalizar todo aquello que permitiera la existencia oficial de algo parecido a
un control caciquil. “Vamos por la grande. Somos el equipo del futuro, el que
México necesita”, debe haberles dicho el “líder” hoy en funciones de gobernador.
En
el rediseño de marras entró la mini gubernatura así como la ampliación a cuatro
años ocho meses de los periodos legislativo y municipal. Se modificó la Carta
Magna poblana con el objetivo de empatar el proceso electoral local con las
elecciones federales. Ello además de autorizar el manejo heterodoxo del
presupuesto estatal, aplicación resultado de la reingeniería financiera que
incluyó el despido de personal y la disminución de los salarios de la
burocracia estatal.
Para
terminarla de fregar y como si formasen parte oficial del cambio, algunos
directivos de distintos partidos políticos se adicionaron a la causa
morenovallista, lo cual permitió al llamémosle Gran Mariscal preparar el
terreno donde habría de llevarse a cabo la batalla de su vida, algo que ni al
tal Joseph Goebbels se le hubiese ocurrido.
Con
sólo estas acciones trazadas a vuelapluma por este columnista, el jefe del estado
propició lo que podrían ser los residuos del régimen que termina, algunos —tal
vez— reciclables, mientras que otros —dado su alto grado de contaminación
política— necesariamente considerados como inorgánicos.
Usted
decida en qué definición encaja la herencia (la mala) del gobierno actual:
*Los
diputados que durarán hasta el 2018
*El
personal que encubrió y justifica el pasivo conformado por la figura financiera
PPS
*Los
creadores del esquema de promoción pre electoral, proyecto que por cierto
incluye el apellido Gali, como es el caso de la propaganda del DIF que preside
la esposa de Tony
*Los
operadores políticos con cargos de elección popular
*La
fiscalía del estado que podría operar como blindaje judicial del actual
gobernador
*La
espada de Damocles representada por el Órgano de Fiscalización Superior cuyo
titular es uno de los tentáculos morenovallistas
*El
control familiar del Comité Directivo Estatal del PAN
*Los
magistrados que aparecen en la marquesina del teatro guiñol de RMV
En
fin…
Lo
que según el columnista tiene visos de “basura” para el futuro de Tony Gali,
por ahora presidente municipal de Puebla y candidato preferido de Rafael Moreno
Valle, podría ser un plus para Blanca Alcalá Ruiz si, acaso, la priista echara
toda su carne al asador con el fin de derrotar a la estructura electoral que
desde hace años ha venido construyendo el actual mandatario del estado de
Puebla. Esto aparte de los elementos judiciales que pudieran haber quedado
escondidos entre la maraña que suele construir la soberbia política, otro tipo
de “basura”, vocablo éste utilizado para determinar lo que políticamente equivale
a residuos no deseados y, por ende, inservibles.
@replicaalex